martes, 22 de mayo de 2012

Regreso al futuro.

El elemento principal de la economía es la transferencia. Transferencias de capitales, transferencias de trabajo, transferencias de inmuebles y transferencias de productos. Las transferencias pueden ser horizontales (entre agentes económicos de igual nivel) o verticales. También pueden ser, en función del momento, actuales, del pasado o hacia el futuro.
Lo normal, en una sociedad medianamente solidaria es la existencia de transferencia de riqueza horizontal y vertical hacia abajo. Quien más tiene aporta más, y todos reciben igual o según necesidades. Pero en esta crisis que soportamos, todo está al revés y quien menos tiene se priva solidariamente de ese poco para salvar a los grandes bancos y capitales.
Naturalmente los servicios básicos del Estado de Bienestar, sanidad, educación, pensiones y en España también dependencia, son transferencias de riqueza. Y de quien más tiene a quien menos. Por eso recortarlos significa reducir la solidaridad y hacer la vida más difícil a los ciudadanos mientras se aumenta la riqueza de quien más tiene.
Pero es que además, en estos servicios, hay que analizar la temporalidad. Por ejemplo la sanidad es solidaridad actual. Todos mantenemos unos servicios sanitarios de los que simultáneamente disfrutamos los que los necesitamos. Pagamos impuestos y usamos el servicio de manera simultánea.
En el caso de las pensiones, la transferencia, desde el punto de vista subjetivo, es del pasado. Quien recibe la pensión, ha cotizado anteriormente para adquirir el derecho. Por su parte, quienes cotizan hoy lo hacen para, esperemos, cobrar en el futuro. La dependencia tiene ambas naturalezas en función de la necesidad que cubran. Simultánea o del pasado en lo referente a la atención a los ancianos.
La naturaleza de la educación es la contraria. Es transferencia al futuro. Lo que invirtamos hoy en educación se nos devolverá en el futuro en forma de mejoras científicas y profesionales más capacitados. Por eso es natural que la sociedad la financie para que todos tengan acceso a ella. No solo por solidaridad, sino también para optimizar la inversión. Y porque, desde el punto de vista subjetivo, el estudiante hace hoy un esfuerzo no retribuido, para mejorar su vida futura, es cierto, pero también para rendir después una mejor aportación a la sociedad. Y si ya no le pagamos por ese esfuerzo, menos debemos cobrarle por él. Por tanto, la educación debe tener financiación pública aunque sea con deuda.
Dirá, como suele, el PP que todas las familias saben que no se puede gastar lo que no se tiene. Pero todas las familias sabemos, menos ellos, que depende. Naturalmente gastar en un viaje a crédito puede ser una temeridad, pero si se trata de adquirir una vivienda o abrir una empresa, lo lógico es hacerlo a base de crédito, entre otras cosas porque, salvo los hijos de personas pudientes, no tienen dinero para invertir hasta que esa empresa o negocio produzca.
Por eso, recortar en educación, no solo es insolidario. Es también estúpido.

Rafa Castillo.

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