viernes, 4 de mayo de 2012

Libre circulación.

Tal vez haya que rescribir el evangelio de Juan y comenzarlo diciendo “en el principio solo existía el capital, y el capital estaba junto a dios, y el capital era dios”. Lo que ya no cabe duda es que el hombre ya no es el centro del universo y que la tierra se “hizo” para él.
Es ahora el capital quien reina en el planeta y ante quien se allanan montañas y se rellenan valles. Que no haya obstáculos a su paso. En su presencia se suprimen los derechos constitucionales de reunión, de manifestación o de movimiento.
Así, para que los poderosos no vean las protestas de los ciudadanos contra sus decisiones, se suspende el Acuerdo de Schengen sobre la libre circulación de las personas en Europa.
Me hace recordar cuando en los primeros años 70 vivía en A Coruña. Acostumbraba a ir con mi madre a la playa de Mera, fuera de la ciudad y raro era el día que la guardia civil, más numerosa que los árboles que delimitaban la carretera, no nos hiciese parar para dejar paso franco al dictador y su séquito camino del campo de golf o del coto de pesca que producía aquellas truchas tan grandes.
Igual pasaba con todo el centro de la ciudad cuando el general superlativo iba a montar en su yate. Por el interés de uno, parálisis total de todos los ciudadanos, con o sin prisa.
Pero, al fin, ¿no hemos dicho ya que esta del capital es una dictadura?

Rafa Castillo.

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