sábado, 2 de febrero de 2013

¿Y ahora qué?

La situación que vive el país es la más grave en nuestros 35 años de democracia. Vivimos la crisis económica más profunda que se recuerda y sin vías de solución. Cada vez somos más pobres y hay menos donde generar recursos. O sí hay donde, pero es en los “intocables”.
Y si esto aleja a los políticos de la sociedad, viene una auténtica nube de corrupción y lo complica todo. Los papeles de Barcenas, los casos Gurtel, Pokemon, Palau, y mil más que afectan a todos los partidos que tienen poder menos de momento en Euskadi, seguramente porque tenían cosas más importantes de que preocuparse. Pero estamos todos salpicados, PP, PSOE, Convergencia, Unió, Coalición Canaria o Unión Mallorquina.
Sería de esperar hoy un artículo sobre el caso Barcenas, pero para eso habrá tiempo. Hoy voy a hablar, una vez más, de lo importante. De nosotros mismos. Y como John F. Kennedy tenemos que pensar no en lo que España hará por nosotros (ganar las elecciones por la caída del PP), sino en lo que nosotros podemos hacer por España.
Lo peor que podría pasar al país es que se convocasen elecciones ahora. Es posible que las ganásemos pero sería lo peor que nos pueda pasar. No podemos conformarnos con ganar por reacción al PP o por ser la menos mala de las ofertas políticas. Tenemos que ser la mejor.
Nuestro país necesita un partido que le dé esperanza, que sea creíble, que sea internamente democrático, que sea transparente y cuyos dirigentes sean honrados. Y para eso hacen falta muchos cambios aún. Necesitamos un cambio radical para poder ofrecer eso a los ciudadanos.
Se equivocan los que marean la perdiz para seguir en los puestos y que todo siga igual, y creo que se equivocan los que piden un cambio ya y un Congreso en dos meses. Hay que empezar el cambio ya, pero en un proceso dilatado en el tiempo. Un proceso en el que en etapas sucesivas pueda participar la ciudadanía y la militancia.
Tenemos que olvidar el proceso para la galería de elegir el candidato en primarias, y establecer el proceso democrático de la elección del líder con el voto directo de todos los militantes. Y tenemos que hacer un congreso federal y congresos nacionales que definan nuestro proyecto político alejado del capitalismo liberal. Un proyecto nuevo pero en la línea del pensamiento socialista que tenga claros los objetivos y camine con paso decidido a alcanzarlos.
Tenemos que decidir la sociedad progresista y solidaria que queremos. Una sociedad en la que todos contemos con los servicios básicos, sanidad, educación, pensiones, dependencia, etc. y en la que todos contribuyamos en función de nuestra riqueza. Una sociedad que ponga fin a la posibilidad de especular poniendo en riesgo el estado de bienestar. Y promover en el mundo medidas de control de movimiento de capitales, de desaparición de paraísos fiscales y del dumping social.
Un capitalismo social y regulado.
Rafa Castillo.