lunes, 21 de febrero de 2022

Dejà vu.

 

El partido Popular está viviendo lo que seguramente es la peor crisis de su historia. Pero comparando esa historia y lo que ahora está pasando, no hay nada nuevo bajo el Sol.

Se cuentan por cientos los casos de corrupción vividos por el PP. Y por millones lo euros sustraídos a la soiedad. Muchos de cuantía superior al actual. Pero hay uno muy similar a este, en el que el beneficio llega a raíz de una catástrofe pública. El 16 de enero de 2003 José Cuíña Crespo tuvo que dimitir como consejero de la Xunta de Galicia al saberse que una empresa relacionada con su familia había vendido 8.500 trajes de agua y 3.000 palas para limpiar el fuel vertido por el Prestige.

Al principio de la pandemia, Ayuso hizo algo similar. Comprar las mascarillas a una empresa que por tal motivo le da una comisión a su hermano? No! Comprar las mascarillas a su hermano, que es quien las consigue en China, a través de una empresa que hace de tapadera. Corrupción completa.

Pero su contrincante, Casado, no le va a la zaga. Todos recordamos la "gestapillo" montada desde el Gobierno de la Comunidad de Madrid para vigilar a los rivales políticos de Esperanza Aguirre o el espionaje a Ignacio González en Colombia. Y una vez más, con fondos públicos espían a uno de los suyos. Pero no para llevar el resultado de la investigación a la fiscalía. Para tener un dosier que usar contra Ayuso cuando fuese conveniente. No para colaborar con la justicia, si no para chantajear cuando fuese oportuno. Algo que algún día habrá que tipificar como delito.

Y entre ambos, Ayuso y Casado, comenzó un duelo de declaraciones en el que se dijeron de todo menos bonito. Cuando se dieron cuenta que el camino que llevaban acabaría con los dos y se repitió la presión de los barones, comenzó el “juego del gallina”. Casado cerró la investigación interna, prueba de que no le importa nada combatir la corrupción. Ayuso, que casi lloraba por la “traición” de su partido, mantuvo el tipo y demostró que la corrupción no la avergonzaba.

Y lo del domingo en la calle Génova también tiene antecedentes. Baste recordar lo ocurrido el día 6 de enero de 2021 en el asalto del Capitolio de USA. Unos miles de militantes del PP (no habría alguno de VOX también?) vociferando contra el legítimo, guste o no, presidente del partido, y, lo que es más grave, ensalzando sin pudor a la presunta corrupta. Ya sé que “sarna con gusto no pica” (a ellos) pero nos daña a los demás, por el daño a la democracia, por la vergüenza como país y por el deterioro económico que supone.

Lo terrible de esta voladura descontrolada, o no, del partido Popular es que favorece a la extrema derecha. El tuit de Rufián sobre el pelo del gato de Abascal lo expresa perfectamente. Pero que podemos esperar de un PP cuyos militantes tienen esa opinión y no se inmutan por la corrupción de sus líderes? Ojalá un día aparezca un partido que se asemeje realmente a la UCD.

Y mientras, o VOX o izquierda. No hay más.

Rafa Castillo.

viernes, 4 de febrero de 2022

Tamayazo II?

Hagamos política ficción. Todo empezó con un anuncio que decía, con otras palabras, “estamos en venta”. Ese era el mensaje oculto de los dos diputados de UPN cuando anunciaron urbi et orbi que estaban en contra de la Reforma Laboral, pero votarían a favor por disciplina de partido. Y contrasta la promiscuidad de sus declaraciones previas a la sesión parlamentaria con el vergonzoso y elocuente silencio en el Parlamento.

Las cuentas estaban echadas. El cambio de estos dos votos garantizaba tirar la Reforma Laboral por 174 a favor y 175 en contra. Pero no podía ponerse en peligro la operación. Y en estas tácticas tienen reconocida experiencia después de la recordada votación que frustró la elección de Rafa Simancas. Los de UPN seguían anunciando su voto favorable. De los otros, los que estaban en el ajo, mantenían cara de póker. Sabían que a la menor sospecha algún grupo de la investidura podría cambiar su voto.

Un inciso para una consideración de moral política. Los votos batasunos, golpi-independentistas de los enemigos de España no son legítimos cuando van a favor del Gobierno, pero se acogen con entusiasmo y sin rubor cuando van en contra? Y otra cuestión para la reflexión. Cómo pueden sumarse contra una Ley los votos de quienes consideran que es poco cambio y los que consideran que es mucho?

Volvamos al tema. Tan segura tenían su victoria los siameses PP-VOX, que cuando por error la Presidenta del Congreso anunció la no convalidación del Decreto Ley, estallaron en aplausos. Y aquí se esconde otra mentira. Nuestras ultraderechas, pese a lo que luego dijeron, no sabían del error de voto de su diputado cacereño. Si no, sabrían que las cuentas no les salían. Pero esto les servía para embarrar el panorama político aunque eso ponga en riesgo el propio sistema democrático. Y para ocultar la compra de votos.

Al comprobar, después de la votación, el sentido del voto de su diputado, dijeron al principio que era un error suyo. Luego alguien debió de leer el Reglamento y cambiaron la versión a un error informático. Sería posible? A salvo de la opinión más fundada de algún experto, me parece imposible.

Incluso, llegaron a decir que el diputado llegó al Congreso y no lo dejaron entrar al Hemiciclo. Sería verosímil ya que empezadas las votaciones no está permitida la entrada y salida del mismo. Pero tampoco me lo creo. Si realmente el diputado errado estaba en el Congreso o sus inmediaciones, no encontró a mano un periodista que certificara su presencia? Sí sintió perturbados sus derechos, no pudo acercarse al registro a formalizar una queja?

Sabremos pronto el precio? Atentos!

Rafa Castillo.