jueves, 17 de mayo de 2012

Me lo expliquen.

Después de criticar la reforma laboral de Zapatero, cuando el PP parecía convertido en Partido Proletario, Mariano Rajoy hizo la suya. Como muchos habíamos intuido, mucho más dura y restrictiva hasta el punto de derogar de facto el Estatuto de los Trabajadores.
Y esta era la reforma fetén, la que esperaban los mercados, la que generaría confianza en España como país serio gobernado por un presidente serio, dispuesto como Abrahán a sacrificar a su hijo ante el altar de Yahvé mercado.
Hombre sí. El éxito del sacrificio no es inmediato. Como Job tendremos que seguir padeciendo en esta vida, pero luego tendremos la eterna. Así este año aumentaremos, gracias a la reforma, el paro en 600.000, pero el año que viene los mercados, preñados de confianza en Rajoy y los suyos, invertirán en España y el paro desaparecerá a un ritmo vertiginoso.
Pero hete aquí que los mercados tienen una curiosa forma de mostrar su confianza, y tras pedir a nuestro desconcertado patriarca Mariano nuevos sacrificios, la prima escala las más altas cumbres, la bolsa se despeña, el crédito es cada vez más caro y escaso, y pronto tendremos un corralito.
Nunca lo hubiese pensado, pero acabo de oír al ministro carcajada Montoro desmintiéndolo categóricamente, garantía plena de que lo tendremos. Y como el presidente desmintió también que vayamos a ser intervenidos, solo falta ya saber el día y hora.
Así que, si el paro crece como nunca, los indicadores empeoran, somos más pobres cada vez y tenemos menos derechos, ¿puede explicarme alguien para qué sirve la reforma laboral?

Rafa Castillo.

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