sábado, 27 de febrero de 2016

¿Hay alguien?

Como ya dejé claro repetidamente, no te voté en las primarias del partido. sin embargo, después del 20-D, apoyé entusiastamente la opción de negociar ampliamente la opción de formar un gobierno de progreso liderado por el PSOE y me opuse a las zancadillas de barones y baronesas en ese intento. Por eso me pareció una buena opción la consulta a las bases. Pero el pacto que lograste, y que hoy tenemos que refrendar, es cualquier cosa menos un pacto de progreso. Y es un pacto que daña gravemente a nuestro partido y a la esperanza de la izquierda en nuestro país.
No nos engañemos. El pacto con los expertos en Juego de Tronos de Podemos era imposible, y por tanto, las elecciones anticipadas eran inevitables. Pero pudiendo llegar a ellas con un gran pacto en el que perderíamos la investidura con unos importantes 93 (tal vez 97) votos, vamos a perderlas con unos vergonzantes 131. El problema no es el no haber alcanzado el pacto con Podemos. El problema es que has logrado ocultar ante la opinión pública el nulo interés de los de Iglesias por el pacto dándole el perfecto pretexto para romper las negociaciones y rasgarse las vestiduras con tu pacto con la derecha 3.0.
Podría aprobar el pacto si sumase suficiente para gobernar. No se me escapa que pactar implica ceder de los propios principios para que el acuerdo sea posible. Y el objetivo de echar a la rancia derecha podría justificar amplias cesiones ante esta especie de Nuevas Generaciones que es Ciudadanos. Pero, pactar por pactar, ¿”pa” qué?
Porque no nos engañemos. Este pacto que firmaste es todo menos de progreso. Y rompe numerosos consensos que habíamos liderado en la legislatura anterior. Los de derogar todas las leyes involucionistas del gobierno de Mariano Rajoy. Puedo admitir que todas no se pudiese. Por ejemplo la reforma laboral. Entiendo que, con o sin razón, esa derogación movilizaría contra nuestro país a la troika y a las cuadrigas del imperio. Al FMI, al BCE, a los hombres de negro y a los embajadores de Marte.
Acordasteis elaborar una nueva ley de educación por consenso en seis meses. ¿Tú te lo crees? Yo no. Es imposible poner de acuerdo en esa ley a Ciudadanos y Podemos o IU. Pero si era posible derogar (no solo paralizar) la Ley Wert y volver a la situación anterior. Y desde ella si buscar un amplio y sosegado consenso sobre una nueva ley.
Y quien habla de la Ley Wert, puede hablar de la Ley Mordaza, de lo que queda de la Reforma Gallardón de la Justicia o de la reciente reforma de la Ley del Aborto. Esas derogaciones no iban a poner en peligro la solvencia económica de España.
Te has opuesto claramente a la línea roja de Podemos sobre el referéndum catalán. Pero has caído en la red azul del unionismo a ultranza (que malos recuerdos tiene esa palabra) del ultranacionalismo españolero, en lugar de trazar la senda verde de la búsqueda de una solución, así, sin definir, sin líneas pretrazadas, de una integración armónica de todo el país.
Y has caído, Pedro, en lo que para mí es lo más incompatible con un pensamiento de izquierda. El simplismo. Recuerdo que en la época dura de los recortes oí a Esperanza Aguirre decir: se va una por la mañana al despacho y no se imaginan cuantas partidas se encuentran donde recortar.
Y en efecto. Alguien dijo que el problema económico del país se solucionaba suprimiendo las diputaciones y el senado, y ¡ala! Donde hay que firmar.
Empecemos por el Senado. Que no está cumpliendo la función que se le esperaba es indiscutible. Pero eso no implica que haya que eliminarlo o jibarizarlo. Hay que reformarlo acercándolo a su función natural. Cámara de representación territorial y foro de encuentro de las tensiones entre las comunidades. Ni es suprimirlo ni llevarlo a Barcelona. Porque no es un problema económico ni un elemento decorativo. Es una realidad necesaria que hay que potenciar y hacer funcionar correctamente.
Y luego está lo de las diputaciones que ya es de traca. En Galicia siempre tuvimos, PSOE y BNG el consenso para suprimirlas. Pero no por el simple afán de ahorrar, si no para sustituirlas por una organización territorial con más arraigo en nuestra tierra. La comarca. De hecho nuestro partido en Galicia tiene aún una potente organización comarcal aunque muy recortada últimamente.
Pero suprimir por suprimir, no tiene sentido. Las diputaciones, y lo sé por experiencia profesional, tienen una importante labor de apoyo a los ayuntamientos. Mejorable, sin duda. Que otra institución como la comarca podría perfeccionar? Seguro.
Cierto es que han sido nidos de corrupción, de caciquismo, de poder clientelar. Los Fabra, Cacharro o Baltar son ejemplo paradigmático de ello. Pero eso no justifica per se su eliminación. También las hay que han funcionado bien cumpliendo su función de apoyo a las pequeñas corporaciones. Y la de Lugo, desde que Besteiro y su bipartito (que funcionó) substituyó a Cacharro pardo, es un buen ejemplo.
Antes de decidir suprimir las diputaciones habría, digo yo, que pensar que se hace con su personal. Y como se reparten sus fondos su parque de maquinaria y como se distribuye su financiación actual. Quien atiende sus carreteras y otros servicios. Demasiado que pensar para una reforma exprés.
Y proponer su sustitución por un consejo de alcaldes es una ocurrencia digna del que asó la manteca. Ello implicaría que su organización administrativa seguiría existiendo salvo que se piense en una reunión de alcaldes a la que nadie lleve nada preparado y cuyas decisiones nadie se encargue de ejecutar. Luego, por ahí, poco ahorro. Eso sí, en Lugo por ejemplo, desaparecerán los plenos de 27 diputados (no todos retribuidos) y se celebrarán reuniones de 67 alcaldes (en Ourense, por ejemplo, 102) con sus correspondientes dietas e indemnizaciones. Lo dicho, el chocolate del loro.
Por cierto, ¿ha pensado alguien donde reunir los 380 alcaldes de Burgos? ¿Les prestamos el edificio del Congreso?
Y lo peor de todo, Pedro, es que este pacto será visto como el esbozo de tu, nuestro, programa electoral para el 26-J. Mal principio para un peor resultado.
Escribo esto después de haber leído un interesante artículo sobre Olof Palme en el país. Artículo cuya lectura recomendaría a todos los compañeros antes de votar esta tarde. Así, sin duda, lo haremos mejor.
Porque lo que ahora necesitamos con urgencia es un Congreso del Partido que establezca una nueva dirección, un nuevo liderazgo y una nueva línea política seria, elaborada y socialista. Y que el día del Congreso los barones y baronesas se tomen unas vacaciones.
¿Algún voluntario para proponer algo nuevo?
Rafa Castillo.