domingo, 24 de septiembre de 2017

Aún hay esperanza.

En la Primera Guerra Mundial, entre imperios de diverso pelaje, durante la Navidad de 1914, en pleno combate en Francia entre Gran Bretaña y Alemania, algunos soldados adornaron las trincheras de forma espontánea y comenzaron, cada uno en su idioma, a cantar villancicos. Precisamente el primero fue el conocido, y muy adecuado para el momento, Noche de Paz.
Luego se juntaron en tierra de nadie, se abrazaron, se intercambiaron regalos (wiski y tabaco), enterraron y honraron juntos a sus muertos recientes e incluso jugaron algún partido de fútbol que obviamente ganó Alemania.
Ni que decir tiene que este hecho no gustó a sus mandos que prohibieron que se repitiesen este tipo de treguas e incluso en los años siguientes ordenaron bombardeos preventivos en vísperas de las navidades para evitar nuevas explosiones de buen rollo.
Luego, la humillación que se impuso a Alemania en el tratado de Versalles dio lugar a una nueva guerra. Pero finalizada esta, y adquirida plena democracia a ambos lados de la línea Maginot, los países implicados pasaron a ser aliados y hoy no hay ni un ciudadano inglés, francés o alemán que recele de los otros, franceses y alemanes constituyen el núcleo vertebrador de la Unión (Y la integración) Europea, y ya no importa a nadie a quien pertenecen la Alsacia y la Lorena, porque realmente son de Europa.
También en nuestra guerra civil, el 1 de junio de 1937, junto al Puente de los Franceses, se reunieron unos 400 soldados de uno y otro bando, para cólera de sus mandos, a abrazarse mutuamente e intercambiarse prensa, tabaco, brandy y cervezas.
Y hoy, en democracia, salvo algunos nostálgicos de la barbarie y el fascismo, nadie recuerda con rencor aquel duro periodo, pese, incluso, a que aún muchas víctimas no han tenido el necesario y merecido reconocimiento, o no se han recuperado sus restos.
Hace 2 o 3 días, un guardia civil sufría un escrache frente a su casa por parte de un grupo de independentistas que organizaron una cacerolada. El agente salió al balcón y se puso a cantar un fandango. Los concentrados empezaron a dar palmas y lanzar “olés!” y finalmente se disolvieron pacíficamente.
Y como esto va de canciones, recordemos hoy a Joan Manuel Serrat, y no solo por su valiente actuación de estos días en la que siendo partidario de un referéndum legal se manifestó sin ambages a esta farsa de 1-O. recordemos su canción Mediterráneo, cuya letra no dice de la Costa Brava a Deltebre, si no de Algeciras a Estambul… se entiende?
Y con el Mediterráneo, y aunque no es un cantante ni una canción que me guste, recordemos también una letra de Manolo Escobar: “qué bonito es el mar Mediterráneo, la Costa Brava y la Costa del Sol. La sardana y el fandango me emocionan…”
Conclusiones:
Esperemos que Rajoy no prohíba el fandango.
Es una lástima que no haya por estas fechas un Barça – Real Madrid.
El problema son los ultranacionalistas exaltados de uno y otro lado y un puñado de políticos que ocultan sus carencias y/o corrupciones envueltos en banderas que usan armas contra sus rivales para convertirlos en rivales de todos.
La solución empezará cuando elecciones democráticas en el Estado y en Catalunya condenen al ostracismo a Rajoy y Puigdemont.
En resumen. Aún hay esperanza en el seny y el sentidiño de la sociedad civil.
Rafa Castillo.

martes, 18 de julio de 2017

Vientres alquilados.

Parece ser que los sondeos de opinión reflejan una gran disparidad entre la posición de los votantes de los partidos de izquierda (PSOE, Podemos y sus confluencias e IU) y la posición oficial de sus estructuras dirigentes sobre el asunto conocido como “gestación subrogada”.
Como en casi todos los debates sociales, en este tema hay mucha demagogia, y para combatirla hay que hacer mucha pedagogía. (Por cierto, también habría que preguntar a la RAE por qué dos palabras con la misma estructura y sufijo se acentúan distintamente).
Empecemos por el ya acostumbrado y abusado uso de eufemismos. Porque la maternidad o gestación subrogada, no suena mal, pero no es muy diferente de lo que se llama “vientre de alquiler”, aunque ese alquiler sea solo por los gastos generados, o sin precio, incluso. Y así ya suena peor, verdad?
Ocurre que en este asunto entran en colisión diversos derechos e intereses (notemos que no es lo mismo) que afectan a colectivos o sectores generalmente ligados a posiciones de izquierdas. Feministas, homosexuales, mujeres, niños…
Y la demagogia apela en casos como este a temas del derecho de quien no puede tener hijos a tenerlos. Y ese derecho no existe, no pasa de ser un legítimo anhelo. O del altruismo de quien se ofrece a subrogar la gestación, pero olvidando la “objectización” de la mujer que ese hecho supone.
Por eso, y como la reducción al absurdo es en el método científico un procedimiento admitido para descartar teorías imposibles, hagamos en este tema algo de “contrademagogia”.
Es obvio que la ley impulsada por Ciudadanos permitirá que cientos de monjas altruistas presten sus vientres para, sin perder su virginidad sexual, facilitar que parejas de gais puedan tener hijos.
Y veremos frecuentemente en la llamada prensa rosa como mujeres de la alta sociedad o del famoseo facilitan hijos a parejas sin medios económicos.
¿Y si alguien hubiese adoptado a niños como Elián? ¿Recordáis quién era?
Rafa Castillo.

jueves, 22 de junio de 2017

Los votantes del PP son burros.

Los votantes delo PP son unos burros. Y no es que lo diga yo. Lo dice el ministro Montoro, pero no es una de sus clásicas gracietas, sino seguramente una traición del subconsciente. Y para verlo claro hagamos un pequeño repaso histórico.
El actual sistema fiscal, en lo que respeta al IRPF es un sistema más o menos progresivo (ya lo fue más). Es decir, a medida que aumentan los ingresos del individuo se le aplica un porcentaje mayor.
Ahora bien. Si el salario de una persona crece anualmente el IPC, realmente no es que le suban el sueldo, sino que mantiene su mismo poder adquisitivo. Pero al aumentar nominalmente los ingresos, en teoría le aumenta el porcentaje del impuesto.
Desde Suárez a Felipe González, los gobiernos corregían esto mediante lo que se llamaba la deflación del impuesto en un porcentaje similar al incremento del IPC. Así que el mismo contribuyente seguía pagando siempre el mismo porcentaje aunque pagase más cantidad por los mayores ingresos.
En esto llegó Aznar y nos hizo trampas. Durante los tres primeros años de gobierno de su primer mandato, no deflactó el impuesto, con lo que realmente nos lo subió. El cuarto año, víspera de elecciones lo bajó en lo equivalente a lo que había subido, (para las rentas altas, más) y nos vendió la moto de la rebaja de impuestos. Los votantes se la compraron y ganó las elecciones con mayoría absoluta.
En su segundo mandato, a la vista del éxito, hizo lo mismo. No deflactar el impuesto y luego vendernos como una rebaja volverlo a dejar como estaba. Y le hubiese dado resultado si no fuesen las mentiras del 11-M.
Con Zapatero se recuperó la lógica práctica de deflactar el IRPF. Pero tras la crisis llegó Rajoy. Comenzó directamente subiendo los impuestos y por tanto recaudando más durante su mandato. Y nuevamente, en vísperas electorales nos hizo una pequeña rebaja. Y su rebaño, tan contento y orgulloso.
Estos días le preguntaron a Montoro si ahora que la economía crece bajará los impuestos. La respuesta fue clara. Estamos a principio de la legislatura y hay que dejar algunas zanahorias para el final. Burros, más que burros.
Rafa Castillo.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Intervención en la inauguración de la exposición de la vieja cárcel de Lugo.

Buenas tardes, amigos y amigas.
Casi no parece una cárcel! Muchas gracias al ayuntamiento de Lugo por hacer agradable este espacio que hoy nos acoge y que permite tener esta exposición y este acto. Pero no olvidemos (llamemos a las cosas por su nombre) que hace 80 años este edificio fue el zulo en el que aquellos terroristas tuvieron secuestrados a nuestros abuelos.
Hoy entramos aquí, por esa puerta, con emoción, como hombres y mujeres libres que viven en un Estado democrático, y en una sociedad tolerante. Con problemas, pero tolerante. Y saldremos como entramos, saludándonos y mismo abrazándonos, emocionados, libres, con la misma o más tolerancia, y en el mismo Estado democrático. Con sus carencias, pero democrático.
Pero hace 80 años nuestros abuelos entraron por esta misma puerta. No con emoción, sino con miedo. No libres, sino presos. No en un Estado democrático, sino en una tiranía. No en el seno de una sociedad tolerante, sino en el seno de una sociedad crispada y cainita.
Y también salieron. Unos en una seudolibertad controlada en el mismo Estado totalitario, para vivir en el miedo los años de la represión. Algunos, quizás, hacia el destierro. Muchos salieron como salió Antonio Reboiro, mi abuelo. Porque Antonio Reboiro también salió de este edificio. Pero salió por la puerta de atrás. No salió libre, sino esposado. No hacia su casa, sino camino del muro junto a lo que fue asesinado.
Desde que supe su historia he hablado muchas veces de Antonio Reboiro. Incluso en otros actos como este a los que fui invitado. Y seguiré hablando de él, con legítimo orgullo, toda mi vida. Seguramente esperéis que hoy también lo haga. Pero no. La diferencia de algún importante líder que nos gobierna, yo no soy previsible. Lo siento, pero son de izquierdas. Además, mejor que lo haría yo, ya lo hizo mi madre en el vídeo que hay en el museo.
Por eso hoy quiero hablaros de una gran mujer. De una mujer de cuerpo menudo pero con un gran corazón, con un gran espíritu. Hoy quiero hablar de la Bernarda. De mi abuela. De todas las Bernardas, de todas las abuelas, porque seguro que cada uno de vosotros tuvo una Bernarda en su familia.
La Bernarda vivió viuda 60 años hasta morir a punto de cumplir los 104. Porque la Bernarda fue viuda antes de que hubiese muerto su marido. Enviudó el mismo día que su marido entró por esa puerta. Y esta gran mujer tuvo que levantar su casa. Sacar adelante, en un ambiente hostil, su pequeña explotación agraria de subsistencia. Cuidar a su suegra anciana y enferma. Y criar ella sola, en una sociedad machista, cuatro hijos, dos de ellas muy pequeñas.
La Bernarda venía a Lugo a ver a Antonio. Caminaba a pié más de diez kilómetros para coger en Bóveda el tren que la traía la esta ciudad. Venía siempre con el miedo de encontrarlo ya muerto. Y regresaba a su casa con una moderada esperanza al verlo vivo. Imagino la emoción con la que apuraba el paso en el regreso para abrazar y besar a sus hijos y darles la buena noticia.
Excepto una vez. Hubo un día que vino a Lugo, no con miedo, sino llena de esperanza, de alegría. Era un día perfecto, de alegría y felicidad. Era el día 7 de marzo de 1938, y la Bernarda llevaba en el bolso a carta del indulto. Por fin acababa la pesadilla!
Pero cuando llegó ya lo habían linchado esa misma noche. No quiero imaginar ese regreso. La lenta marcha del tren de vapor. El largo recurrido a pié pensando en cómo contarles a Isaac y a Milín que habían matado a su padre. Pensando en cómo ocultar las lágrimas a sus hijas de 3 y 5 años. No puedo imaginar ese nuevo encuentro en casa con sus hijos.
Y la madre Bernarda, como le gustaba que la llamáramos los nietos, vivió un largo luto de 58 años. Pero desde su dolor nos dio fuerza y alegría a sus hijos, a sus nietos y a sus bisnietos. Gracias, Bernarda. Muchas gracias a todas las Bernardas.
Y para finalizar, hoy quiero aprovechar que estoy aquí para pedirle a Lara, la alcaldesa de Lugo, y a todo el ayuntamiento un nuevo favor.
Yo no visito los cementerios el día de difuntos. Ni guardo luto. Yo llevo a diario, como todos, a mis difuntos en la mente y en el corazón. Pero mucha gente sí necesita visualizar su dolor. Necesitan una tumba sobre la que cerrar el duelo, junto a la que rezar, en su caso.
Nuestra sociedad tiene una deuda con toda la gente que murió injustamente asesinada y sus familias. Pero también sé que identificar los restos es un gasto muy grande que este país en crisis no puede permitirse, y por mi parte renuncio a reclamar a la gente joven, a la gente de hoy que no tiene culpa del pasado, ese esfuerzo. No quiero darle pretexto a alguno miserable para decir, desde su chulería insufrible, que sólo nos acordamos de nuestros muertos cuando hay subvenciones.
Tampoco queremos una chapuza como se hizo con los muertos del Yack-42 y que se repartan los restos a peso. Os pido, que busquéis una alternativa digna. Y propongo una posible solución, si legalmente es factible.
Que se incineren todos los restos juntos. Al fin llevan ya juntos 80 años. Mantener la mayoría de los restos en la actual fosa, tal vez otra parte en este museo, y repartir una pequeña cantidad la cada una de las familias que lo soliciten. Y si no, darnos una porción de la tierra que los cubre. La tierra puede reponerse. Esta entrega podría hacerse en un acto de homenaje a todos desde el ayuntamiento de Lugo.
Luego cada familia podría darle la esos restos el destino que decida. Y podrían hacer en su ámbito a homenaje que quieran. Nos, seguramente, los llevaríamos a la tumba de mi abuela. Al fin, 80 años después, Bernarda y Antonio podrían descansar juntos. Y Luz y Paz, mi madre y mi tía, podrían llorar y rezar ante los dos juntos.
Muchas gracias.
Rafa Castillo.

viernes, 21 de abril de 2017

Nada por aquí, nada por allá.

Los que llamamos magos, que recorren con sus espectáculos teatros y platós de televisión, no son tales, sino personas con habilidad, en sus manos y sus mentes, que desvían nuestra atención con sus palabras y una mano mientras con la otra hacen el verdadero truco. Y por lo visto, Mariano es un auténtico mago.
Baste recordar aquellos temidos viernes de 2012 y 2013 en los que el Consejo de Ministros del presidente manos-tijeras adoptaba medidas duras que se presentaban edulcoradas por la Vice y el inefable Montoro con sus consabidos eufemismos mientras esperábamos temerosos a la lectura del BOE del sábado.
Y ahora sigue siendo lo mismo.
Hace unos meses realizaron numerosos cambios en la fiscalía. Cambiaron los fiscales jefes de varias provincias y en paquete también al fiscal jefe anticorrupción. De este nombramiento llamó la atención que no tenía experiencia en esa área, pero el tema no pasó de ahí.
Pero mientras el respetable miraba ensimismado lo que hacía la mano visible. ¡Cambian al fiscal jefe de Murcia cuando se está investigando a Pedro Antonio Sánchez, presidente de la comunidad! Y todos nos rasgábamos las vestiduras por tal escándalo mientras ¡oh magia! Con la otra mano nos colaban como jefe de la fiscalía anticorrupción al candidato propuesto por Ignacio González… ¡genial!
¡Pasen y vean!!!
Rafa Castillo.