jueves, 3 de noviembre de 2016

Jarrones chinos.

Empecemos puntualizando que yo no tengo un Jarrón Chino. En todo caso tendría un “jarrón de los chinos”, que suena parecido pero no es lo mismo. Tener un Jarrón Chino está al alcance solo de los de IBEX-35, que son los que entienden de esas cosas, pero yo no llego a ese nivel. En todo caso, si lo tuviese, tampoco pretendería que se rompiese, pero lo metería en una vitrina o en el desván.
Y eso es lo que tiene que hacer hoy el PSOE con todos sus exdirigentes, expresidentes, exministros y la mayoría de sus barones y baronesas, antiguos y actuales. Aprender de su experiencia, valorar su peso histórico, recordar sus logros y aportaciones positivas de su pasado, olvidar sus incoherencias actuales y empezar a escribir la nueva historia del partido.
Hace unos días Lambón, perdón, Lambán, dirigente socialista de Aragón decía de Pedro Sánchez que “debería seguir la estela de sus antecesores, retirarse con dignidad, estar a disposición de lo que el partido le reclame y desde luego no estorbar ni interferir en la marcha de la nueva etapa del partido”. No sé si Lambán piensa que no estorbar ni interferir se parece a lo que hace Felipe González, pero en todo caso Pedro Sánchez, guste más o menos, tiene todo el derecho a no retirarse y continuar aspirando a dirigir el partido. Derecho que también tiene Felipe González, por supuesto, quien si lo estima oportuno debería aspirar a estar en primera fila en lugar de molestar como lleva años haciendo.
Y como hemos llegado a donde hemos llegado, lo que el partido necesita es realizar con calma un congreso urgente. Y no es una contradicción. Porque de momento ya empezamos mal pues todos, tirios y troyanos ya están diseñando el escenario a su medida metidos de pleno en el tactismo en lugar de pensar en primer lugar en el partido. Sánchez quiere un congreso urgente que valore su postura del no, que yo apoyo, antes de caer en el olvido. La baronesa y los suyos pretenden dilatarlo para que los militantes olviden su vergonzosa abstención y poder presentarse más adelante como la salvación del PSOE.
Yo quiero que se convoque ya el Congreso, pero con un margen de tiempo amplio para su preparación y realización. Un tiempo que permita un proceso de maduración y reflexión de los militantes para reconstruir el partido y sus objetivos a medio y largo plazo.
Así los candidatos a primarias no deberían presentarse simplemente y buscar ser elegidos por su encanto personal o por los apoyos territoriales de que dispongan. Eso solo nos conduce a más de lo mismo y encamina al partido a su marginalización y a medio plazo a su desaparición.
El candidato debería presentarse con un documento en sus manos, de uno, diez o cien folios, abierto al debate, pero que fije su visión de la situación actual, analice las causas del retroceso del socialismo en toda Europa y en España en particular, que estudie las causas del crecimiento de los diversos populismos en la mayoría de los países y que ofrezca, con mayor o menor detalle, las líneas maestras de su visión sobre la política a impulsar y sus propuestas de solución a los principales problemas del país. Desde su integración territorial a su integración social con la reducción de las desigualdades que se han ido incrementando en las últimas décadas.
Y si el candidato es un desconocido, mejor.
Rafa Castillo.

martes, 1 de noviembre de 2016

Las cosas por su nombre.

Ayer tuve el honor de participar en el homenaje al alcalde de San Tirso de Abres. D. Clemente Amago. Y el privilegio de compartir atril con, entre otros, tres poetas, Belén Rico Prieto, Claudio Rodríguez Fer y Xosé Miguel Suárez “Tapia”.
Y de camino a casa, escuchar a esos artistas de la palabra, me hizo reflexionar sobre la importancia de la palabra en estos actos. Porque finalizada, y perdida, la guerra hace ya 77 años, es la batalla de las palabras la que tenemos que ganar. Al fin las palabras escriben la historia y en esta tiene que quedar claro quien y que fue cada uno.
Para comenzar por el principio habría que analizar los nombres con los que los historiadores del franquismo bautizaron a los bandos contendientes. Y me niego a aceptar que los golpistas sean los Nacionales. Nacionales eran los auténticos representantes de la Nación. Los otros fueron el grupo terrorista que se enfrentaron a ella.
Muchos legítimos representantes del pueblo fueron acusados, juzgados y condenados por rebelión y por traición. La palabra rebelión, que tiene una acepción noble cuando se ejerce contra la injusticia y la opresión, no puede aplicarse en su aspecto negativo a quienes defendían la legalidad vigente frente al ataque de los facciosos.
Más grave e injusto es aplicar a los demócratas la palabra traición. No puede llamarse traidor a la patria a quienes la defendían, pues la patria no es un concepto que pueda ser definido por la voluntad de una parte. La patria la define la voluntad del pueblo, de la Nación, y esta la concretan quien gana democráticamente las elecciones. Y quienes se alzaron contra esta legalidad fueron los traidores a la patria.
Tampoco lo del 36 fue un golpe de Estado. Este concepto, en si mismo, es neutro. Un golpe de Estado contra una democracia es negativo, pero contra una dictadura, como fue el 25 de abril en Portugal, no es lo mismo. Lo que hubo aquí fue simplemente un acto terrorista que triunfó. Al fin el terrorismo puede definirse como “forma violenta de lucha política, mediante la cual se persigue la destrucción del orden establecido o la creación de un clima de terror e inseguridad susceptible de intimidar a los adversarios o a la población en general”. Pues eso.
Finalmente, al general superlativo le llamaron caudillo. Y esto suena como a líder. Y tampoco lo fue. Liderar es “encabezar y dirigir un grupo o movimiento social” y supone que ese grupo y sociedad está detrás y conforme con el líder. Y no. El régimen franquista fue directamente una tiranía.
Rafa Castillo.