sábado, 30 de julio de 2011

Llegó la hora de la verdad.

Ya tiene Mariano Rajoy lo que quería, las elecciones anticipadas. Sin duda una victoria política lograda a base de la machacona repetición de un mensaje simple, “lo único que los españoles quieren saber es cuando son las elecciones” repetido por él, todo su partido y la claque mediática que lo apoyan/dirigen.
Desde su proclamación como candidato, Alfredo Pérez Rubalcaba está presentando de forma seria, tranquila y sin descalificaciones al contrario, sus propuestas. Mientras Rajoy, además de descalificar a diestro y siniestro a los demás y defender a capa y espada a sus Camps, no dijo, sobre política real, otra cosa que una serie de lugares comunes: hay que mejorar la competitividad, hay que reformar, hay que cambiar.
Baño de masas para Camps, Rajoy y Barberá
Cambiar, ¿lo qué y hacia donde? Cuando en 1982 el PSOE con Felipe González presentó el lema “por el cambio” todos lo entendimos. Estábamos en aquella España vieja, pobre y trasnochada y había que modernizarla, acercarla e integrarla en Europa. Solo cabía avanzar en un sentido ya que estábamos en una esquina.
Ahora es distinto. Partimos de un punto más o menos avanzado y caben dos caminos en casi todas las materias:
Subir los impuestos a las rentas más altas o aumentar sus beneficios fiscales.
Mejorar el sistema público de pensiones o apostar por los fondos privados.
Apostar por la enseñanza pública de calidad o favorecer la educación privada y de élite.
Jose María Aznar y Ana Botella
Apostar por una enseñanza científica y laica o por una cutre y supersticiosa.
Mejorar el sistema sanitario público y de calidad o apoyar su privatización.
Luchar por una España integradora o por una España impuesta y uniformante.
Buscar con seriedad el fin del terrorismo o seguir las indicaciones de Aznar y Mayor Oreja.
Favorecer el empleo de calidad o promocionar los empleos sin derechos.
Facilitar la integración de los inmigrantes o hacer una política racista.
Favorecer los derechos cívicos como el de manifestación o criminalizarlos y prohibirlos.
Mejorar los derechos de la mujer, de los homosexuales y demás colectivos o volver a las discriminaciones y el recorte de derechos.
Apostar por una ciencia moderna con una medicina avanzada que mejore nuestras expectativas de vida o limitar las posibilidades de investigación.
Reconocer el derecho de los jóvenes a una sexualidad sana, libre y sin complejos, o imponerles una moral trasnochada.
Construir la Europa de los ciudadanos o apostar por la Europa cicatera y de egoísmos.
Apostar por el multilateralismo con Obama o por el unilateralismo del imperio con Bush.
Aumentar la colaboración con el tercer mundo o renunciar a un mundo más justo y solidario.
Adoptar medidas para luchar contra el cambio climático o simplemente negar su existencia.
Apostar por un nuevo sistema económico mundial más controlado o mantener el actual sistema especulativo.
Enfrentarse con las demás naciones al PODER o seguir complacidos sus dictados.
Antena 3 y Telecinco solicitan un cara a cara Rubalcaba-Rajoy
Tengo claro que la respuesta de Alfredo será por la primera opción de cada binomio. Y estoy seguro de que, ocultamente, la de Rajoy es por la segunda. Él hablará de cambiar, de mejorar de reformar. Pero no vale, no debe valernos. Tenemos que exigir que elija y se comprometa con una opción. Y luego, a ambos, exigirle que la cumpla en lo posible o explique claramente porque no se puede.
Pero esta es también la hora de la verdad para nosotros los ciudadanos. No vale decir como Unamuno “que inventen ellos”. No vale decir que todos son iguales, porque al Estado de Bienestar que teníamos no se llegó por gracia divina, sino por la lucha de los sectores progresistas. Con errores, sin duda. Pero gracias solo a ellos. Y a pesar de los otros.
Y nuestra responsabilidad es proponer, informarnos, analizar, comparar y votar. Sin escudarse en ningún pretexto. Quien no lo haga, quien “pase” no tendrá luego derecho a exigir responsabilidades. Ni a buscar nuestro apoyo ciudadano cuando haya algo que le perjudique. Es la hora de la democracia real. Y la democracia real es la que nos da a todos el poder de decidir con un voto cada uno.
Rafa Castillo.

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