viernes, 20 de abril de 2012

La res pública


Aunque el concepto nace en la Grecia clásica, la palabra que la define es de origen latino, Res pública. De ahí surge el nombre de una forma de Estado, la República, pero no por ello podemos olvidar su significado etimológico, cosa pública.
A veces escandaliza en política la transformación de principios que dábamos como perfectamente asentados e inmutables como base de la democracia, sin tener en cuenta la evolución de las sociedades.

Así pasó con la afirmación de Alfonso Guerra cuando dijo aquello de “Montesquieu ha muerto”. Y en efecto, cuando el autor francés estableció el elemental principio de la división y separación de poderes, establecía el fin del monopolio del poder único, el del Rey, poniendo a su lado el del pueblo y un tercero que arbitra entre ambos.

Y eso que fue un paso fundamental en el nacimiento y desarrollo de la democracia carece de sentido ahora cuando los reyes donde los hay carecen de poder y se define un único poder o soberanía que reside en el pueblo (con permiso de los mercados) y que se manifiesta, eso sí, a través de tres funciones, legislativa, ejecutiva y judicial, pero, como la conocida trinidad, sin dejar de ser uno.
Ocurre lo mismo con el concepto república. Antes se contraponía al de monarquía y como tal era un paso adelante al suprimir el poder real y reemplazado por el de la ciudadanía. Hoy, en la Europa en la que perviven siete monarquías parlamentarias, que pueden ser un anacronismo, pero, y tal como va la cosa, son el menos importante de los problemas de los ciudadanos.

Porque además, y basta ver los recientes casos de Alemania o Israel, un presidente de república no es garantía de honradez y actuación ejemplar. Un rey tampoco, por supuesto. Pero en nuestro caso, y sin renunciar un ápice a mi sentimiento republicano, tengo que reconocer que Juan Carlos nos ha hecho algunos favores. Y no voy a referirme a su cesión voluntaria del poder heredado de Franco o a su actuación en el 23-F.
Tenemos hoy un rey que no lo es por gracia divina, sino que es humano. Y como tal, se equivoca. Y que está aprendiendo un oficio nuevo en España, ser rey sin reinar. Pero una persona que en los últimos cuatro meses nos ha dado dos lecciones que algunos políticos deberían estudiar.
En su mensaje navideño llamó las cosas por su nombre y habló de la corrupción con un miembro de su familia en la mente. Y dijo que hay conductas que incluso aunque no fuesen delictivas no son lo ejemplares que deberían ser.
Y como dijimos se equivocó y tropezó con un elefante. Puede ser una irresponsabilidad, una frivolidad o un derroche. Pero no es delito. Pero lo asumió y pidió perdón públicamente con arrepentimiento y humildad.
¿Alguien recuerda a algún político pidiendo perdón?

Rafa Castillo.

1 comentario:

  1. Tienes razón en cuanto a lo que dijo de la ejemplaridad. El problema es que después no cumplió él mismo. También tienes razón en lo de pedir perdón, pero si la Casa Real no tuviera en estos momentos tantos problemas, a lo mejor la reacción era de otra forma.
    De todos modos es agua pasada, yo creo que el artículo siguiente debería de ser de la sanidad y la educación en cuanto a las medidas brutales tomadas por el actual Gobierno Central.

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