domingo, 1 de mayo de 2011

Políticos y periodistas.

Tienen razón los periodistas al quejarse de que los políticos convocan últimamente ruedas de prensa en las que no admiten preguntas. Si van a hacer eso, que se limiten a enviar por fax o e-mail una nota de prensa y que no obliguen a los profesionales de la prensa a desplazarse para ver un monólogo que, además, es sin gracia.
Pero sentado lo anterior, también la prensa debería de asumir un compromiso. Derecho a preguntar, sí, pero dentro del tema que origina la rueda de prensa. Y teniendo en cuenta en que papel está en cada momento el protagonista del acto. Me refiero, por ejemplo, a si la convoca como líder político o como miembro del gobierno o portavoz de la oposición.
Porque unos y otros tienen que pensar que ambos, cada uno en su papel, están al servicio de los ciudadanos. Y eso genera dos obligaciones. Del político a responder y del periodista a no desviar la atención.
Lo digo por mi propio partido, pero seguro que pasa en casi todos. Vas, por ejemplo a un acto electoral. El líder de turno tiene una intervención de media hora. Dedica siete minutos a una crítica del contrario bien para responder una alusión de aquel, bien para hacer una gracia y calentar el ambiente. En los 23 restantes desarrolla su programa político. ¿Qué saldrá al día siguiente en la prensa? Y lo peor. Saldrán luego los comentarios sobre que los políticos solo se insultan y no proponen nada.
Si hoy el ministro del trabajo hace una rueda de prensa para hablar de la evolución del paro, es normal que se le pregunte, y él responda, sobre las perspectivas de futuro, por la eficacia de las últimas medidas adoptadas o si su departamento tiene otras en estudio. Pero no sobre si quiere más a papá o a mamá, si le gusta más Chacón que Rubalcaba o que opina del caso Fabra.
En fin. El mismo criterio por el que los paparazzi persiguen a las Belén Esteban o Isabel Pantoja, pero no a Ana Belén o Miguel Ríos.
Rafa.

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