jueves, 6 de octubre de 2011

Simplemente indecente.

Juan Español (recordáis el personaje) trabaja en una buena empresa. Puede ser un banco, una constructora, una fábrica de automóviles o una eléctrica. Su sueldo supera ligeramente los 1.500€. Con las extras llega a algo más de 1.800€.
Su novia, Lola, trabaja de dependiente o camarera. Su contrato es a media jornada con un sueldo estipulado de 500€. Pero realmente hace 9 o 10 horas diarias por las que percibe otros 400€ en negro.
En los últimos años han juntado unos ahorros para cuando se casasen. Es la ventaja de vivir en casa de los padres. Pero llega el día de convertir su sueño de años en realidad.
Y como “casado casa quiere” deciden comprar un piso con sus ahorros y una hipoteca. Van a una caja de ahorros gallega y negocian con el director. Afortunadamente todo son facilidades. El piso de sus sueños cuesta 200.000€ pero se conformarían con uno más barato. ¿Por qué?, dice el director de la sucursal. Los intereses están bajísimos y así tendrán que pagar poca cuota. Además, tampoco hay problema por incluir en la hipoteca los 10.000€ del viaje de novios. Ni los 15.000€ para amueblar decentemente el piso. Que no vale la pena comprar baratijas y que luego haya que cambiarlos pronto.
El director se interesa por el coche de nuestros amigos, y al ver que ya está entrado en años les recomienda cambiarlo e incluir el precio en la hipoteca. Al fin, si van a tener que cambiarlo en 3 o 4 años, tendrán que pedir un préstamo a 5 años con cuotas altas, mientras que con la hipoteca ni notarán que lo pagan. La aumentamos en 20.000€ más y no pasa nada.
Y para redondear, ponemos otros 5.000€ para cualquier capricho, que ya sabemos que al casarse surgen. Y los gastos de Registro, Notario, tasadora, en fin, otros 30.000€. Así que en total llegamos a los 280.000€. Tendrían que poner ellos el 20%, o sea, 56.000€, pero para que.
La empresa tasadora, designada por la Caja pero que pagan ellos, valora el piso en 350.000€ con lo que la Caja les da una hipoteca de 280.000€ y así el pisito sale “gratis total”. Además, tienen 3 años de carencia durante los que no amortizan y solo pagan intereses.
Y ahí tenemos, al cabo de 5 años, a nuestros héroes felices y padres de dos hijos. Oyen hablar de una crisis bancaria mundial, pero a ellos no les afecta. A veces bromean diciendo que ojalá se hunda “su” Caja y se olviden de su hipoteca.
Pero no. En la empresa de Juan se realiza un ERE y se va al paro con 750€. Los jefes de Lola le dicen que su negocio va mal por lo que tendrá que conformarse con seguir trabajando las 9 horas, pero cobrar solo media jornada, los 500€ que figuran en su nómina.
Y como han subido los tipos de interés, nuestra pareja se enfrenta a los 1.000€ de la hipoteca, los gastos de comunidad, el agua, la luz, el teléfono, etc. etc. con un total de 1.250€. Y además, comer, vestirse y demás gastos.
La única solución posible es dejar de pagar la hipoteca. Se quedarán sin piso, pierden los 35.000€ que ya pagaron, pero seguramente será fácil encontrar una buhardilla por 350€ e ir tirando así. Y eso hacen.
Al cabo de los meses se produce el embargo. La empresa tasadora dice ahora que el piso, a precios de mercado, vale solo 200.000€. Como en la subasta no aparece comprador, la Caja se queda con él por 100.000€, lo que significa que sumados a los 35.000€ ya amortizados, la parejita se queda sin la vivienda y “solo” deben 145.000€.
Tendrán por tanto que pagar durante los siguientes 25 años una cantidad mensual de 750€, lo que, sumado al alquiler de la buhardilla, llega a 1.100€ mensuales, más de lo que pagaban de hipoteca, pero sin ser dueños de su piso. Todo por una crisis de la que no tuvieron culpa.
El día que el juzgado los lanza del piso de sus sueños, pasan ante ellos 3 Audi-6. Sus ocupantes sí saben por que fue la crisis. Al fin, ellos participaron activamente en ella. Y la Caja que dirigían acaba de ser nacionalizada y capitalizada con el dinero de todos los ciudadanos. Y, ¡qué diablos! Acaban de ser prejubilados cada uno con 8 millones de euros.
Juan Español y su mujer maldicen su suerte entre juramentos, pensando en la difícil vida que pueden ofrecer a sus hijos. Los otros tres, católicos practicantes, seguramente comulguen mañana felizmente. Gracias a Dios, a sus hijos no les faltará nada.
Rafa Castillo.

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