lunes, 20 de enero de 2020

Patriarcado.


“Vuestros hijos no son vuestros hijos.
Son los hijos y las hijas de la llamada de la vida a sí misma.
Vienen a través vuestro, pero no de vosotros.
Y aunque estén con vosotros, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor pero no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis abrigar sus cuerpos pero no sus almas, pues sus almas habitan en la mansión del mañana, que vosotros no podéis visitar ni siquiera en sueños.
Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no intentéis hacerlos a ellos como a vosotros.
Ya que la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.
Sois los arcos por los que vuestros hijos, cual flechas vivas, son lanzados.
El Arquero ve el blanco en el camino del infinito y Él, con Su poder, os tensará, para que Sus flechas puedan volar rápidas y lejos.
Que la tensión que os causa la mano del Arquero sea vuestro gozo, ya que así como Él ama la flecha que vuela, ama también el arco que permanece inmóvil.”
Este texto del escritor libanés, y residente en USA, Khalil Gibran (1883-1931), recogido en su afamado libro “El Profeta” (cuya lectura recomiendo), nos demuestra que decir que “los hijos no son propiedad de los padres” no es un invento socialista, comunista, de Cuba o de la URSS, o del “nefasto gobierno rojo de Sánchez”, sino fruto de la reflexión de grandes pensadores.
Nuestros hijos, así en plural, deben de ser educados por sus padres naturalmente. Ellos tienen todo el derecho del mundo a explicarles su forma de pensar, e incluso a justificarse por ella. Pero no se la pueden imponer. Ellos tienen derecho a conocer la realidad y la pluralidad de la sociedad en que viven y de la que vivirán en su futuro. Y, como serán parte de nuestra sociedad, tienen el derecho a ser educados para vivir y convivir en ella, y la sociedad tiene derecho a que sus futuros miembros sean educados en la tolerancia y el respeto a todos.
Pero esto del mal llamado pin parental, que en realidad es un veto Neandertal, no es más que postureo. O alguien es tan ingenuo para pensar que sus hijos, criados en la ignorancia de la realidad, no buscarán suplir la enseñanza, científica e impartida o supervisada por profesionales, por lo que cuenten sus amigos o a través de internet? Es que no se van a dar cuenta de la existencia de la homosexualidad, por ejemplo, cuando vean que dos compañeros del mismo sexo se casen?
No. De lo que se trata es de imponer el pensamiento del patriarcado. Como con la homofobia, la misoginia o la violencia de género. O el temor a los inmigrantes que amenazan nuestra cultura. Débil debe de ser el armazón cultural de quien teme que su cultura puede ser amenazada por otros que, por desgracia, en muchos casos no saben leer.
Mi hijo es mío y tiene que ser educado “como dios manda”. Por eso los padres, seamos claros el padre, es el único con derecho a decidir sobre su futuro. Que sexualidad debe de tener, cual ha de ser su profesión en el futuro, y, si es hija, hasta con quien debe casarse. Faltaría más!
En el fondo tienen miedo a comparar su forma de pensar, anclada en la antigüedad, con las enseñanzas que eventualmente reciban sus hijos. Como podrían debatir con ellos? Ah, no! Yo no tengo que debatir con mi hijo. Solo adoctrinarlo en el recto camino.
Y así, una generación después, seguiremos conviviendo con la homofobia y la violencia de género.
Rafa Castillo.