martes, 18 de julio de 2017

Vientres alquilados.

Parece ser que los sondeos de opinión reflejan una gran disparidad entre la posición de los votantes de los partidos de izquierda (PSOE, Podemos y sus confluencias e IU) y la posición oficial de sus estructuras dirigentes sobre el asunto conocido como “gestación subrogada”.
Como en casi todos los debates sociales, en este tema hay mucha demagogia, y para combatirla hay que hacer mucha pedagogía. (Por cierto, también habría que preguntar a la RAE por qué dos palabras con la misma estructura y sufijo se acentúan distintamente).
Empecemos por el ya acostumbrado y abusado uso de eufemismos. Porque la maternidad o gestación subrogada, no suena mal, pero no es muy diferente de lo que se llama “vientre de alquiler”, aunque ese alquiler sea solo por los gastos generados, o sin precio, incluso. Y así ya suena peor, verdad?
Ocurre que en este asunto entran en colisión diversos derechos e intereses (notemos que no es lo mismo) que afectan a colectivos o sectores generalmente ligados a posiciones de izquierdas. Feministas, homosexuales, mujeres, niños…
Y la demagogia apela en casos como este a temas del derecho de quien no puede tener hijos a tenerlos. Y ese derecho no existe, no pasa de ser un legítimo anhelo. O del altruismo de quien se ofrece a subrogar la gestación, pero olvidando la “objectización” de la mujer que ese hecho supone.
Por eso, y como la reducción al absurdo es en el método científico un procedimiento admitido para descartar teorías imposibles, hagamos en este tema algo de “contrademagogia”.
Es obvio que la ley impulsada por Ciudadanos permitirá que cientos de monjas altruistas presten sus vientres para, sin perder su virginidad sexual, facilitar que parejas de gais puedan tener hijos.
Y veremos frecuentemente en la llamada prensa rosa como mujeres de la alta sociedad o del famoseo facilitan hijos a parejas sin medios económicos.
¿Y si alguien hubiese adoptado a niños como Elián? ¿Recordáis quién era?
Rafa Castillo.