jueves, 3 de noviembre de 2016

Jarrones chinos.

Empecemos puntualizando que yo no tengo un Jarrón Chino. En todo caso tendría un “jarrón de los chinos”, que suena parecido pero no es lo mismo. Tener un Jarrón Chino está al alcance solo de los de IBEX-35, que son los que entienden de esas cosas, pero yo no llego a ese nivel. En todo caso, si lo tuviese, tampoco pretendería que se rompiese, pero lo metería en una vitrina o en el desván.
Y eso es lo que tiene que hacer hoy el PSOE con todos sus exdirigentes, expresidentes, exministros y la mayoría de sus barones y baronesas, antiguos y actuales. Aprender de su experiencia, valorar su peso histórico, recordar sus logros y aportaciones positivas de su pasado, olvidar sus incoherencias actuales y empezar a escribir la nueva historia del partido.
Hace unos días Lambón, perdón, Lambán, dirigente socialista de Aragón decía de Pedro Sánchez que “debería seguir la estela de sus antecesores, retirarse con dignidad, estar a disposición de lo que el partido le reclame y desde luego no estorbar ni interferir en la marcha de la nueva etapa del partido”. No sé si Lambán piensa que no estorbar ni interferir se parece a lo que hace Felipe González, pero en todo caso Pedro Sánchez, guste más o menos, tiene todo el derecho a no retirarse y continuar aspirando a dirigir el partido. Derecho que también tiene Felipe González, por supuesto, quien si lo estima oportuno debería aspirar a estar en primera fila en lugar de molestar como lleva años haciendo.
Y como hemos llegado a donde hemos llegado, lo que el partido necesita es realizar con calma un congreso urgente. Y no es una contradicción. Porque de momento ya empezamos mal pues todos, tirios y troyanos ya están diseñando el escenario a su medida metidos de pleno en el tactismo en lugar de pensar en primer lugar en el partido. Sánchez quiere un congreso urgente que valore su postura del no, que yo apoyo, antes de caer en el olvido. La baronesa y los suyos pretenden dilatarlo para que los militantes olviden su vergonzosa abstención y poder presentarse más adelante como la salvación del PSOE.
Yo quiero que se convoque ya el Congreso, pero con un margen de tiempo amplio para su preparación y realización. Un tiempo que permita un proceso de maduración y reflexión de los militantes para reconstruir el partido y sus objetivos a medio y largo plazo.
Así los candidatos a primarias no deberían presentarse simplemente y buscar ser elegidos por su encanto personal o por los apoyos territoriales de que dispongan. Eso solo nos conduce a más de lo mismo y encamina al partido a su marginalización y a medio plazo a su desaparición.
El candidato debería presentarse con un documento en sus manos, de uno, diez o cien folios, abierto al debate, pero que fije su visión de la situación actual, analice las causas del retroceso del socialismo en toda Europa y en España en particular, que estudie las causas del crecimiento de los diversos populismos en la mayoría de los países y que ofrezca, con mayor o menor detalle, las líneas maestras de su visión sobre la política a impulsar y sus propuestas de solución a los principales problemas del país. Desde su integración territorial a su integración social con la reducción de las desigualdades que se han ido incrementando en las últimas décadas.
Y si el candidato es un desconocido, mejor.
Rafa Castillo.

martes, 1 de noviembre de 2016

Las cosas por su nombre.

Ayer tuve el honor de participar en el homenaje al alcalde de San Tirso de Abres. D. Clemente Amago. Y el privilegio de compartir atril con, entre otros, tres poetas, Belén Rico Prieto, Claudio Rodríguez Fer y Xosé Miguel Suárez “Tapia”.
Y de camino a casa, escuchar a esos artistas de la palabra, me hizo reflexionar sobre la importancia de la palabra en estos actos. Porque finalizada, y perdida, la guerra hace ya 77 años, es la batalla de las palabras la que tenemos que ganar. Al fin las palabras escriben la historia y en esta tiene que quedar claro quien y que fue cada uno.
Para comenzar por el principio habría que analizar los nombres con los que los historiadores del franquismo bautizaron a los bandos contendientes. Y me niego a aceptar que los golpistas sean los Nacionales. Nacionales eran los auténticos representantes de la Nación. Los otros fueron el grupo terrorista que se enfrentaron a ella.
Muchos legítimos representantes del pueblo fueron acusados, juzgados y condenados por rebelión y por traición. La palabra rebelión, que tiene una acepción noble cuando se ejerce contra la injusticia y la opresión, no puede aplicarse en su aspecto negativo a quienes defendían la legalidad vigente frente al ataque de los facciosos.
Más grave e injusto es aplicar a los demócratas la palabra traición. No puede llamarse traidor a la patria a quienes la defendían, pues la patria no es un concepto que pueda ser definido por la voluntad de una parte. La patria la define la voluntad del pueblo, de la Nación, y esta la concretan quien gana democráticamente las elecciones. Y quienes se alzaron contra esta legalidad fueron los traidores a la patria.
Tampoco lo del 36 fue un golpe de Estado. Este concepto, en si mismo, es neutro. Un golpe de Estado contra una democracia es negativo, pero contra una dictadura, como fue el 25 de abril en Portugal, no es lo mismo. Lo que hubo aquí fue simplemente un acto terrorista que triunfó. Al fin el terrorismo puede definirse como “forma violenta de lucha política, mediante la cual se persigue la destrucción del orden establecido o la creación de un clima de terror e inseguridad susceptible de intimidar a los adversarios o a la población en general”. Pues eso.
Finalmente, al general superlativo le llamaron caudillo. Y esto suena como a líder. Y tampoco lo fue. Liderar es “encabezar y dirigir un grupo o movimiento social” y supone que ese grupo y sociedad está detrás y conforme con el líder. Y no. El régimen franquista fue directamente una tiranía.
Rafa Castillo.

domingo, 2 de octubre de 2016

Que alguien arregle esto.

Ahora, tras el golpe de estado producido ayer en el PSOE, ya está solucionado el futuro. Los barones y la baronesa no tendrán que proponer la vergonzante abstención. Para eso han nombrado unos acólitos que les harán el trabajo sucio para después decir que ellos son la auténtica oposición al PP. Y con ello llevarán al partido a un nuevo ridículo.
Al día siguiente de ser investido, Mariano Rajoy empezará a tomar “medidas”. Y convencido como está de que la suya es la única política buena, seguirá avanzando en su línea anterior elaborará un presupuesto de recortes y nuevos copagos para cumplir sin rechistar, sin renegociar los objetivos impuestos por Europa. Y claro que hay que alcanzar la estabilidad presupuestaria. Pero no hay un único camino para lograrla. Pongamos un ejemplo. Si hay que aumentar la recaudación se puede hacer vía impuestos o tasas. El PP apostará por las tasas (copagos). La diferencia es que estas las pagamos todos por igual. Un buen sistema de impuestos haría que pague más quien más tiene.
Y el presupuesto que el gobierno elabore será aprobado en el parlamento con los votos a favor del PP y Ciudadanos y la abstención, si no el voto a favor, de PNV y la antigua Convergencia que verán así solucionadas, sin mojarse sus cuentas. Y mientras los socialistas burlados y con un palmo de narices.
Pero supongamos que no. Supongamos que Rajoy, agradecido por la investidura favorecida por los lacayos de Susana, se siente magnánimo y ofrece un pacto al PSOE. Y que la buena negociación del nuevo testaferro de la baronesa (quien nos lo iba a decir a quienes votamos a Madina) hace que el presupuesto tenga un cierto sesgo social. Imaginemos por ejemplo que se logra una subida de las pensiones dos puntos por encima de la inflación, algo que no se recuerda desde la primera legislatura de Zapatero. Un triunfo, pensarán algunos, que nos reconcilia con la sociedad y los votantes perdidos.
Pues no. Unidos Podemos, tontos serían si no lo hiciesen, exigirán cuatro o cinco puntos, y el “logro” obtenido tras arduas negociaciones sabrá a nada. En definitiva. Acabamos de facilitar el sorpasso. Nos encaminamos entusiasmados tras la senda del PSOC y apuesto a quien quiera que en la próxima legislatura no alcanzamos los 60 escaños. Salvo que surja alguien, socialista de verdad, y con ideas muy claras que lo remedie.
Se buscan candidatos.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Gobierno en octubre.

Cuando a la gente le preguntan si piensan votar en las terceras elecciones generales muchos contestan, con ironía, que reservan su voto para las cuartas. Y es que al parecer hemos entrado en un bucle sin aparente solución. Y sin embargo hay una salida fácil. Basta poner las cosas claras y olvidar algunas líneas rojas sin sentido.
Si olvidamos las elecciones gallegas, cuya resolución es fácil, o mayoría absoluta del PP o gobierno alternativo de coalición, y que en todo caso tendrán poca influencia a nivel estatal (salvo resultados que supongan un descalabro de alguno de los partidos de la izquierda) habrá que estar al resultado de las vascas y esperar que pase la moción de confianza de Catalunya.
Primero hay que tener clara una cosa. Es necesario que haya un gobierno, por supuesto, pero depende de que gobierno. Es claro que para la derecha, muchos medios y opinadores, algunos jarrones chinos y varones y varonesas desubicados ideológicamente, el gobierno le corresponde por derecho natural al PP. Y por lo tanto el PSOE tiene la obligación teleológica de abstenerse para que eso ocurra. Y tal vez organizar un homenaje a Rita, Soria, Bárcenas, Rato y demás especímenes da la fauna corrupta del PP.
Pero no es así. No se puede exigir a un partido de izquierdas, al que votaron gentes de izquierda y para hacer políticas de izquierda, que facilite, no un gobierno, una política de derecha. Se dirá que ya empiezo con una línea roja, pero no. Ya en un artículo anterior indiqué en que condiciones sería aceptable la abstención socialista. Que el PP gobernase con una política de izquierdas.
Porque no olvidemos una cosa. Si hipotéticamente el PSOE facilitase con su abstención la investidura de Rajoy, el presidente al día siguiente llamaría, para pactar los presupuestos o cualquier otra medida restrictiva… a sus socios naturales de la derecha vasca y catalana. No haría con los socialistas unos presupuestos o reformas sociales.
Caben pues dos alternativas. Un gobierno de PSOE y Podemos con apoyo de Ciudadanos o el mismo gobierno con apoyo de los nacionalistas. El problema es que ambas alternativas cuentan con líneas rojas.
Ciudadanos tiene que decidir si su único objetivo es un gobierno de derechas, o si apuesta por la regeneración y permite un gobierno de progreso y luego lo apoya o no, con plena libertad, en cada medida concreta. Y Podemos tiene que clarificar porque dice un no tan rotundo al apoyo de la derecha de Ciudadanos y en cambio exige un gobierno con las derechas nacionalistas. De lo que debería de tratarse es de que el programa de gobierno fuese progresista.
En todo caso voy a hacer mi propuesta personal. Tenemos en realidad un puzle de problemas, España, Euskadi y Catalunya, cuya resolución con inteligencia y voluntad puede ser fácil y conjunta. Un pacto, si no de Estado, por el Estado de los principales partidos progresistas y nacionalistas.
En Euskadi, sería un gobierno del PNV, con o sin el PSE pero con su apoyo y la abstención de Podemos. En Catalunya apoyo al Gobern del PSC que lo liberara del chantaje permanente de la CUP. Y en España un gobierno de PSOE y Podemos con el apoyo para la investidura de la antigua Convergencia y ERC.
¿Y las líneas rojas? Los nacionalistas catalanes, especialmente los de la antigua Convergencia, deberían constatar que a la actual situación se llega por el empecinamiento ultranacionalista del PP, y darse la oportunidad de un nuevo encaje en el Estado mediante una amplia reforma constitucional que de cobijo a las aspiraciones de la sociedad catalana.
¿Y los varones, varonesas y jarrones chinos del PSOE? Decía el maestro de Juan Salvador Gaviota que para viajar tan rápido como el pensamiento tienes que empezar por saber que ya has llegado. Pues si queremos que los catalanes sean españoles tenemos que empezar por saber que lo son. Y que por tanto sus aspiraciones y sus Diputados son tan legítimos como los demás. Y estos forman parte, cada uno como uno más, del Parlamento de España. Y por tanto su apoyo es tan legítimo como, por ejemplo, el de Ciudadanos. No estaríamos pues pactando con los independentistas. Estaríamos facilitado su integración en España.
Así se construye la igualdad y, a un tiempo, se solucionan los problemas.
Rafa Castillo.

martes, 6 de septiembre de 2016

El mayor recorte de Mariano Rajoy.

El impase político que vivimos trae su causa en el mayor recorte que ha hecho subrepticiamente el presidente del gobierno durante la anterior legislatura. No se trata de los conocidos recortes en sanidad, en educación, en ayuda a la dependencia, en becas, en personal al servicio de la administración, en acceso a la justicia, en libertades públicas, en justicia universal, en protección social, en derechos laborales… ¡joer! ¿tantas cosas recortó?.
No. Además de todo eso y lo que se me olvida, Mariano Rajoy recortó el Parlamento. No de otro modo puede entenderse que la suma de los diputados de derecha no alcance la mayoría absoluta y los de la izquierda tampoco. Lo lógico es que si dividimos el parlamento en dos bloques, o los dos empatan en justo la mitad de los diputados, o si uno no llega a la mayoría absoluta, el otro la supere.
El recorte en el Parlamento supone la reclusión en un gueto de los diputados nacionalistas, declarados intocables y con los que nadie puede negociar (excepto el PP cuando le interesa, claro). Tradicionalmente los partidos nacionalistas, destacadamente CiU y PNV, pero también en ocasiones ERC o BNG, han servido de apoyo a gobiernos sin mayoría absoluta tanto de la antigua UCD como del PP con Aznar o del PSOE con González y Zapatero, e incluso han reforzado mayorías absolutas.
Pero la actitud prepotente, soberbia, despectiva e insultante de Rajoy desde un ultranacionalismo carpetovetónico ha establecido una brecha insalvable que hace que hoy los diputados nacionalistas no puedan sumar con ninguna de las dos opciones además de poner el grave riesgo la unidad del país.
Por eso no saldremos de este impase si no solucionamos la raíz del problema. La cuestión no está en no pactar con los que “quieren romper España”. La cuestión es dialogar con ellos, dejarles claro que los votos ampliamente mayoritarios del Congreso no permitirán la ruptura, e invitarlos a construir, todos juntos, un nuevo consenso constitucional, al que tanto aportaron en 1978, para definir un Estado en el que todos nos sintamos razonablemente a gusto. Y luego negociar con ellos la formación de un gobierno.
Y si es de centroizquierda, mejor.
Rafa Castillo.

lunes, 18 de julio de 2016

La culpa es del Chachachá!

Al parecer, pase lo que pase, haya gobierno o no, se repitan las elecciones o no, la culpa será en todo caso del PSOE. Estamos en un juego de frivolidades y postureos donde todo el mundo echa la pelota al mismo tejado. Y el caso de Rajoy es paradigmático. No hace ninguna propuesta nueva y espera que le firmen un contrato de adhesión para gobernar como hasta ahora, validando así su nefasta política. Por eso, si yo fuese Pedro Sánchez, daría un paso adelante.
Empezaré diciendo que nunca fui partidario de permitir, por activa, por pasiva o por perifrástica, un gobierno del PP. Solo la noche electoral llegué a pensar que lo mejor era abstenerse en la investidura por la frustración de los resultados, pero pronto se me fue esa idea. Pero tal como están las cosas, y pensando que unas nuevas elecciones podrían empeorar la situación, yo hoy permitiría gobernar a Mariano con mi abstención. Pero con condiciones.
Así, yo hoy haría a Rajoy una propuesta de abstención, e incluso el compromiso de aprobar, o no rechazar, el presupuesto de 2017 con las siguientes condiciones.
La primera, y condición sine qua non, un gesto claro de higiene democrática. La destitución en sus funciones, no me vale ya la dimisión, del Ministro de Interior. Y la expulsión del PP de señalados personajes tocados por la corrupción como Rita Barberá.
Y hecho esto negociaría el compromiso del futuro gobierno con las siguientes medidas, bien sabiendo que un proceso de negociación no implica la consecución del 100%.
Derogación de la reforma laboral, de la de la justicia, de la llamada ley mordaza y de la reforma Wert, entre otras. Estas derogaciones, salvando en su caso aspectos técnicos que se acepten consensuadamente, llevarían la situación de los respectivos sectores a la posición de 2011, punto de partida para analizar las reformas necesarias con amplio consenso.
Que las medidas necesarias para reducir el déficit recaigan sobre las rentas altas y no supongan mayor carga sobre las rentas medias y bajas ni más recortes al bienestar.
Establecer una estrategia de reformas económicas que pasen por la industrialización de nuestro sistema productivo, aumentando significativamente la inversión en I+D+i, y con especial atención a la potenciación de las energías alternativas sostenibles.
Consensuar una reforma fiscal progresiva que garantice la sostenibilidad económica del estado de bienestar reduciendo el peso de tasas y copagos y elevando la contribución de las rentas más altas.
Elevación del SMI y de las pensiones mínimas del 20% en 4 años, adecuándose, su posterior incremento como mínimo a la inflación.
Y echa la propuesta le toca a Rajoy decidir si quiere gobernar o no. El PSOE habría hecho una propuesta de Estado que permitiría un gobierno pero sin traicionar a sus votantes. Luego le correspondería liderar una oposición responsable.
Rafa Castillo.

miércoles, 22 de junio de 2016

Ya lo decían Lennon & McCarney

Dices que quieres una revolución
Bueno, ya sabes
Que todos queremos cambiar el mundo
Me dices que eso es evolución
Bueno, ya sabes
Que todos queremos cambiar el mundo
Pero cuando habías de destrucción
Entérate de que no podrás contar conmigo
¿No sabes que todo irá bien?

Dices que times una buena solución
Bueno, ya sabes
Que nos encantaría conocer tu plan
Me pides una contribución
Bueno, ya sabes
Que hacemos lo que podemos
Pero si quieres dinero para gente con la mente llena de odio
Lo único que te digo, hermano, es que tendrás que esperar
¿No sabes que todo irá bien?

Dices que cambiarás la constitución
Bueno, ya sabes
Que nos encantaría cambiar el pensamiento
Me dices que es la institución
Bueno, ya sabes
Que sería mejor que liberaras tu mente
Pero si sigues llevando retratos del Presidente Mao
Seguro que no conseguirás nada de nadie
¿No sabes qué todo irá bien?
Rafa Castillo.

lunes, 20 de junio de 2016

Niego la mayor, la menor... y también la mediana.

Dicen Mariano Rajoy y los suyos que va también la economía española que hay margen para bajar impuestos. Y yo empezaré por negarle la mayor.
Decir que la economía va bien es otra de las mentiras a las que tan acostumbrados nos tienen desde el partido popular. Mienten, y no digo se equivocan, porque saben que Bruselas aplazó el recorte de 8.000 euros en el presupuesto simplemente para favorecer descaradamente (le llaman no influir) a favor en las elecciones del súbdito favorito de la troika.
Pero en cuanto haya gobierno habrá, si nada lo impide, que aplicar ese recorte y la multa correspondiente, con el agravante de que el tiempo transcurrido implicará que se aplique todo junto. Es decir, con mayor dureza.
Pero niego también la menor. No hay margen para bajar impuestos, aun cumpliendo los objetivos de déficit, mientras se produzcan recortes en las cotas que habíamos alcanzado en el estado de bienestar. Mientras la dependencia no alcance la financiación necesaria para ser de calidad. Mientras las becas sigan siendo menos y de menor cuantía. Mientras las pensiones crezcan por debajo del IPC en lugar de alcanzar niveles mínimos. Mientras se tomen medidas como regatear a los enfermos la medicación contra la hepatitis B por problemas presupuestarios. O se atrase la edad de vacunación contra la meningitis para ahorrar.
No se pueden bajar los impuestos. Es más, y hay que decirlo claro, hay que subir los impuestos de forma muy progresiva (nada a las rentas bajas, algo a las medias altas y mucho a las altas, y a los ingresos de capital o patrimonio) hasta que se recupere el estado de bienestar tal y como lo conocíamos y previendo además mejoras como por ejemplo en equipamiento médico, nuevas medicaciones contra enfermedades como el cáncer hoy en investigación y que resultarán muy caras y otras semejantes. Y además invertir en I+D+i en estos campos y otros como las energías renovables, como se venía haciendo antes de la era de Rajoy, nuestro salvador.
Y ya puestos voy a negar también la “mediana”. Entiendo que hablar de impuestos, especialmente de subirlos, es un tema complejo e impopular y muy difícil de explicar en una campaña electoral. Por eso no está mal que quienes no nos presentamos abramos ese debate.
Las principales aportaciones de los contribuyentes a las arcas del Estado son por dos vías. Impuestos y tasas. Y está claro que lo que no se financie con impuestos, directos o indirectos, se hará con las tasas. Y esta es la trampa oculta que nos hace la derecha. Bajan los impuestos pero suben las tasas: copagos farmacéuticos y en educación, del transporte para diálisis, por ejemplo, del acceso a la justicia y otros muchos que podríamos citar.
Pero las tasas, con algunas exenciones para casos muy limitados, las pagan todos por igual, ricos y pobres. Por contra los impuestos se pueden graduar en función de la renta. Los directos, IRPF, impuestos sobre el capital o el patrimonio, de forma clara. Pero incluso los indirectos como el IVA pueden tener elementos de progresividad con tipos muy reducidos para los productos de primera necesidad, que consumimos todos, y tipos muy altos para aquellos artículos que por no se imprescindibles, o por su elevado coste, podemos considerar de lujo.
Pero quien quiera, que vote la mentira.
Rafa Castillo.

domingo, 13 de marzo de 2016

Formatear ordenadores

Llevan un tiempo desde el partido popular, a cuenta de los ordenadores de Bárcenas, mareándonos con el tema de su propiedad. Y esto suena a aquello de si son galgos o podencos. Pero no nos dejemos engañar. Este no es el fondo del asunto.
El fondo es, claro, que el PP borró los ordenadores y destruyó pruebas sobre una serie de graves delitos presuntamente cometidos por algunos de sus dirigentes o “funcionarios”. Y además la destrucción no fue casual o rutinaria. Fue con total alevosía. No puede interpretarse de otra manera que los discos duros fueren formateados 35 veces de forma lógica y al menos recibiesen un “formateo” físico como los herreros daban forma a las herraduras… a martillazos.
Yo también manejo un ordenador en mi trabajo. Y no es mío, pertenece a la empresa. Si la empresa, el día que yo me jubile o me desvincule de ella por algún motivo, quiere destinar el ordenador a otro fin, lo formateará una vez con el objetivo de liberar espacio y eliminar programas, y el ordenador será usado por otra persona. Ya estará vacío. Porque para reutilizarlo basta con formatearlo una vez. Y eso sí, no lo martilleará so pena de que no pueda volver a ser utilizado.
Porque formatearlo repetidas veces, y deformarlo físicamente, no se hace para reutilizarlo. Se hace para eliminar, de forma irrecuperable los datos. Y eso se hace, naturalmente para ocultarlos a quien, la justicia, pueda interesar analizarlos.
Pero vamos más allá. No alcanzo a ver el interés que la empresa pueda tener en borrar los datos de su ordenador que yo uso. En el ordenador está todo el trabajo que a lo largo de muchos años yo he hecho para la empresa y por el que esta me pagó. Y ese trabajo, que yo “vendí” por mi sueldo, no es mío, es suyo y si me pagó por él será porque le interesa tenerlo. No es un trabajo escolar que, acabado el curso y evaluado el alumno, pierde interés y se libera el ordenador para el curso siguiente. Es un trabajo profesional que se supone que debe ser continuado, y consultado, por quien me sustituya.
Y digo yo. Entre las causas para que un juez decrete la prisión provisional de un presunto delincuente, además de la alarma social que sin duda existe, ¿no está la posibilidad de destrucción de pruebas?
Pues alguien debería de estar en prisión.
Rafa Castillo.

sábado, 27 de febrero de 2016

¿Hay alguien?

Como ya dejé claro repetidamente, no te voté en las primarias del partido. sin embargo, después del 20-D, apoyé entusiastamente la opción de negociar ampliamente la opción de formar un gobierno de progreso liderado por el PSOE y me opuse a las zancadillas de barones y baronesas en ese intento. Por eso me pareció una buena opción la consulta a las bases. Pero el pacto que lograste, y que hoy tenemos que refrendar, es cualquier cosa menos un pacto de progreso. Y es un pacto que daña gravemente a nuestro partido y a la esperanza de la izquierda en nuestro país.
No nos engañemos. El pacto con los expertos en Juego de Tronos de Podemos era imposible, y por tanto, las elecciones anticipadas eran inevitables. Pero pudiendo llegar a ellas con un gran pacto en el que perderíamos la investidura con unos importantes 93 (tal vez 97) votos, vamos a perderlas con unos vergonzantes 131. El problema no es el no haber alcanzado el pacto con Podemos. El problema es que has logrado ocultar ante la opinión pública el nulo interés de los de Iglesias por el pacto dándole el perfecto pretexto para romper las negociaciones y rasgarse las vestiduras con tu pacto con la derecha 3.0.
Podría aprobar el pacto si sumase suficiente para gobernar. No se me escapa que pactar implica ceder de los propios principios para que el acuerdo sea posible. Y el objetivo de echar a la rancia derecha podría justificar amplias cesiones ante esta especie de Nuevas Generaciones que es Ciudadanos. Pero, pactar por pactar, ¿”pa” qué?
Porque no nos engañemos. Este pacto que firmaste es todo menos de progreso. Y rompe numerosos consensos que habíamos liderado en la legislatura anterior. Los de derogar todas las leyes involucionistas del gobierno de Mariano Rajoy. Puedo admitir que todas no se pudiese. Por ejemplo la reforma laboral. Entiendo que, con o sin razón, esa derogación movilizaría contra nuestro país a la troika y a las cuadrigas del imperio. Al FMI, al BCE, a los hombres de negro y a los embajadores de Marte.
Acordasteis elaborar una nueva ley de educación por consenso en seis meses. ¿Tú te lo crees? Yo no. Es imposible poner de acuerdo en esa ley a Ciudadanos y Podemos o IU. Pero si era posible derogar (no solo paralizar) la Ley Wert y volver a la situación anterior. Y desde ella si buscar un amplio y sosegado consenso sobre una nueva ley.
Y quien habla de la Ley Wert, puede hablar de la Ley Mordaza, de lo que queda de la Reforma Gallardón de la Justicia o de la reciente reforma de la Ley del Aborto. Esas derogaciones no iban a poner en peligro la solvencia económica de España.
Te has opuesto claramente a la línea roja de Podemos sobre el referéndum catalán. Pero has caído en la red azul del unionismo a ultranza (que malos recuerdos tiene esa palabra) del ultranacionalismo españolero, en lugar de trazar la senda verde de la búsqueda de una solución, así, sin definir, sin líneas pretrazadas, de una integración armónica de todo el país.
Y has caído, Pedro, en lo que para mí es lo más incompatible con un pensamiento de izquierda. El simplismo. Recuerdo que en la época dura de los recortes oí a Esperanza Aguirre decir: se va una por la mañana al despacho y no se imaginan cuantas partidas se encuentran donde recortar.
Y en efecto. Alguien dijo que el problema económico del país se solucionaba suprimiendo las diputaciones y el senado, y ¡ala! Donde hay que firmar.
Empecemos por el Senado. Que no está cumpliendo la función que se le esperaba es indiscutible. Pero eso no implica que haya que eliminarlo o jibarizarlo. Hay que reformarlo acercándolo a su función natural. Cámara de representación territorial y foro de encuentro de las tensiones entre las comunidades. Ni es suprimirlo ni llevarlo a Barcelona. Porque no es un problema económico ni un elemento decorativo. Es una realidad necesaria que hay que potenciar y hacer funcionar correctamente.
Y luego está lo de las diputaciones que ya es de traca. En Galicia siempre tuvimos, PSOE y BNG el consenso para suprimirlas. Pero no por el simple afán de ahorrar, si no para sustituirlas por una organización territorial con más arraigo en nuestra tierra. La comarca. De hecho nuestro partido en Galicia tiene aún una potente organización comarcal aunque muy recortada últimamente.
Pero suprimir por suprimir, no tiene sentido. Las diputaciones, y lo sé por experiencia profesional, tienen una importante labor de apoyo a los ayuntamientos. Mejorable, sin duda. Que otra institución como la comarca podría perfeccionar? Seguro.
Cierto es que han sido nidos de corrupción, de caciquismo, de poder clientelar. Los Fabra, Cacharro o Baltar son ejemplo paradigmático de ello. Pero eso no justifica per se su eliminación. También las hay que han funcionado bien cumpliendo su función de apoyo a las pequeñas corporaciones. Y la de Lugo, desde que Besteiro y su bipartito (que funcionó) substituyó a Cacharro pardo, es un buen ejemplo.
Antes de decidir suprimir las diputaciones habría, digo yo, que pensar que se hace con su personal. Y como se reparten sus fondos su parque de maquinaria y como se distribuye su financiación actual. Quien atiende sus carreteras y otros servicios. Demasiado que pensar para una reforma exprés.
Y proponer su sustitución por un consejo de alcaldes es una ocurrencia digna del que asó la manteca. Ello implicaría que su organización administrativa seguiría existiendo salvo que se piense en una reunión de alcaldes a la que nadie lleve nada preparado y cuyas decisiones nadie se encargue de ejecutar. Luego, por ahí, poco ahorro. Eso sí, en Lugo por ejemplo, desaparecerán los plenos de 27 diputados (no todos retribuidos) y se celebrarán reuniones de 67 alcaldes (en Ourense, por ejemplo, 102) con sus correspondientes dietas e indemnizaciones. Lo dicho, el chocolate del loro.
Por cierto, ¿ha pensado alguien donde reunir los 380 alcaldes de Burgos? ¿Les prestamos el edificio del Congreso?
Y lo peor de todo, Pedro, es que este pacto será visto como el esbozo de tu, nuestro, programa electoral para el 26-J. Mal principio para un peor resultado.
Escribo esto después de haber leído un interesante artículo sobre Olof Palme en el país. Artículo cuya lectura recomendaría a todos los compañeros antes de votar esta tarde. Así, sin duda, lo haremos mejor.
Porque lo que ahora necesitamos con urgencia es un Congreso del Partido que establezca una nueva dirección, un nuevo liderazgo y una nueva línea política seria, elaborada y socialista. Y que el día del Congreso los barones y baronesas se tomen unas vacaciones.
¿Algún voluntario para proponer algo nuevo?
Rafa Castillo.

jueves, 21 de enero de 2016

Matemáticas para la política

Dice el dicho popular que no se puede tocar las campanas y estar en la procesión. Y es bueno tener claro este concepto para aprender a manejarnos en la nueva situación política de nuestro país. Porque todos, políticos y ciudadanos tenemos que cambiar el chip y entender las claves del nuevo estatus.
Lo primero que hay que analizar es cuales son los objetivos del sistema electoral, el actual o cualquier otro alternativo que se proponga. Y son, al menos, dos. Uno, fundamental, tener una radiografía de la posición política de la realidad. Un reflejo, lo más evidente posible (no necesariamente proporcional) de las diversas sensibilidades de la sociedad. Y otro (tan importante) establecer una dirección política (gobierno) del país. Tan necesario como lo anterior.
Y antes de continuar, reiterar lo ya dicho hace tiempo en este mismo blog. En España no hay un sistema bipartidista. Basta ver los parlamentos autonómicos a lo largo de la democracia, o el mismo Congreso de los Diputados que en la legislatura anterior tuvo 14 partidos representados, y que en la actual es como es con la misma ley electoral. Luego el problema no está en el sistema electoral sino en la voluntad, en cada momento, del cuerpo electoral.
Y no se puede saber que se puede y se debe de hacer sin tener claros varios conceptos matemáticos. El primero es perder la visión lineal (líneas rojas) y pasar a una visión tridireccional (espacial) más adecuada para tener una clara visión del conjunto. Si tenemos una representación de múltiples partidos minoritarios, para gobernar el país, habrá de hacer coaliciones. Pero la primera consecuencia de un gobierno de coalición, o de un gobierno minoritario con apoyos externos, es el incumplimiento de los programas electorales. Habrá que hacer un programa de gobierno integrando los programas de los coaligados que implica saltar las líneas rojas.
Y además hay que saber sumar, pero sobre todo que tipo de suma hay que hacer. Obviamente para lograr un gobierno hay que hacer una suma aritmética de diputados cuyo resultado ha de ser mayor que el de votos en contra. Pero esto que es condición necesaria, no es suficiente. La condición suficiente es establecer un programa de gobierno que garantice su continuidad estable. Y este programa debe de ser la suma de los programas de los grupos implicados. Pero no una suma lineal, aritmética. Una suma vectorial cuyo resultado sea intermedio entre los de los implicados en una intensidad ponderada según la aportación, y el respaldo electoral de cada uno.
Es precisamente esta suma vectorial lo que hace imposible un pacto entre el PP y el PSOE, (o cualquier otra opción de izquierda) porque la suma de vectores de sentido contrario resulta ser una resta. Pero entre partidos del mismo signo, derecha o izquierda, producen una resultante de dirección intermedia y mayor o menor intensidad según la proximidad de las fuerzas.
Así que… a repasar los vectores.
Rafa Castillo.

miércoles, 6 de enero de 2016

A favor del pacto con el PP.

Lo propuso la derecha de ciudadanos para hacerse un sitio en la política española después de su fiasco electoral y lo desea la derecha del PP como única opción de formar gobierno. El pacto “constitucional” entre PP, PSOE y Ciudadanos para gobernar España frente a las veleidades de “los partidos que quieren romper el país”. Y para que no nos acusen de un nuevo “pacto del Tinell”, voy a mostrarme favorable a ese pacto. Lo explico.
Lo primero es ver lo que nos une en acción política con ambas derechas.
Naturalmente, la defensa de la Constitución, por supuesto. Pero hecho el enunciado, ¿coincidimos realmente? Nuestras derechas hacen una defensa estática de la Constitución, que nada cambie. La Constitución es sagrada, como las tablas de la ley, y no debe tocarse. Nosotros hacemos una defensa dinámica de la Constitución. Nuestra Carta Magna es la mejor de nuestra historia y fue la mejor que pudo lograrse en aquellos tiempos en que, recordemos, veníamos de una dictadura y aún no estábamos libres de un golpe de estado. Fue buena y nos sirvió para llegar hasta aquí. Pero la sociedad ha evolucionado y exige que el marco de convivencia se adapte a ella. Lo malo es que su renovación es difícil si el PP se opone. La blindamos en su día para impedir su marcha atrás y ahora ese blindaje hace imposible su avance. Sobre esto habrá también que reflexionar.
Nos una también la defensa de la unidad de España, por supuesto. Pero, ¿de la misma manera? PP y Ciudadanos quieren una defensa de la unidad manu militari, unilateralmente impuesta. Quieren un matrimonio entre los pueblos de España como los de antes, indisoluble hasta que la muerte nos separe. Y por eso quieren un ejecutivo fuerte basado en este principio. Para tomar medidas ejecutivas contra los intentos secesionistas. ¿Incluso militares?
Nosotros somos más partidarios del matrimonio moderno. Tu pareja no es tuya para siempre por el hecho de casarte. Has de ganártela día a día superando los problemas de convivencia. Tienes que hacer atractivo para tu conyugue seguir viviendo contigo. Tienes que lograr que te siga deseando. Hay que mejorar el encaje de todos los pueblos en el país.
Pero habría que empezar por aclarar que es un gobierno y para que se forma. Porque los temas anteriores no son temas de gobierno, sino de Parlamento. Y para coincidir en el Parlamente no hace falta gobernar juntos. Para eso están los pactos de estado.
Gobernar es buscar la solución a los problemas del país, de los ciudadanos. Y ahí es donde debemos poner las condiciones para ese pretendido pacto de gobierno del PSOE con las derechas españolas.
¿Están dispuestos a derogar la Ley Wert? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a volver a la gratuidad de la justicia? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a volver a hacer la sanidad universal? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a retirar la religión del currículum escolar y reponer la educación para la ciudadanía u otra asignatura que contemple el respeto, la convivencia y la integración social? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a retirar la reforma de la ley del aborto y el recurso de inconstitucionalidad contra la ley Zapatero? Se puede pactar.
¿Están dispuestos a cambiar sus políticas económicas buscando la competitividad por la calidad y la inversión en vez de por la devaluación salarial? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a una política fiscal más redistributiva aumentando los impuestos progresivos y reduciendo las tasas y copagos? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a reducir el IVA de los bienes de máxima necesidad y aumentar el que grave los productos de lujo o suntuarios? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a que la deuda surgida de la crisis y la inversión necesaria para la recuperación la paguen en mayor medida los que más tienen? Se puede pactar. ¿Están dispuestos realmente a mantener, recuperar y ampliar el Estado de bienestar? Se puede pactar.
¿Están dispuestos a impulsar la integración social europea? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a mejorar las políticas de cooperación internacional y buscar una solución digna a los problemas de la migración? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a impulsar un orden internacional más justo? Se puede pactar.
¿Están dispuestos a impulsar la desaparición de los paraísos fiscales? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a frenar la deriva del capitalismo salvaje, controlar la especulación financiera y regular la globalización? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a establecer sanciones disuasorias contra los especuladores? Se puede pactar.
¿Están dispuestos a formar un gobierno sin corruptos y libre de sospechosos de recibir sobres u otros sobresueldos? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a abrir una amplia investigación parlamentaria sobre la corrupción y las comisiones en contratos públicos y autorizaciones? Se puede pactar.
Y si además el PP se disuelve, adelante con el pacto.
Rafa Castillo.