jueves, 15 de octubre de 2015

Presionar a los jueces

El esperpento de sobreactuaciones a que nos están habituando los ultranacionalistas Artur Mas y Mariano Rajoy los lleva a adoptar medidas innecesarias o con intenciones ocultas.
Hacía un año que estaban anunciadas las elecciones “plebiscitarias”, pero Rajoy esperó a la inmediatez de la campaña electoral (la de las Generales, por supuesto) para hacer, cara a la galería, una innecesaria reforma de la Ley del Tribunal Constitucional. Innecesaria como demuestra la imputación de Mas y sus consejeras.
No hizo en cambio una reforma que hubiese tenido más calado. Modificar el Código Civil estableciendo, en los términos legales oportunos, que la adquisición de la nacionalidad de un nuevo Estado implica la renuncia a la española. Pero Rajoy, y sus asesores, non dan para más.
El debate de estos días es si el acompañamiento a los imputados que van a declarar es o no una presión a los tribunales. Y yo creo que sí. Pero no, como es opinión mayoritaria, para que no les condenen, sino todo lo contrario. Para que los jueces “resistiendo la presión” condenen al President. Al fin Artur Mas sabe que el proceso no tiene más recorrido, y esto le permite una salida como héroe patrio. Y además, el día del asesinato de Companys. Quien puso la fecha se lució.
El propio Artur Mas colabora a la presión yendo a declarar a la Audiencia en lugar de hacer la declaración desde su despacho, como haría en otras circunstancias. ¿Irá a la Audiencia si tiene que declarar en el caso Pujol o algún otro de corrupción de su partido? Apuesto que no. En esos casos no hará el paseíllo. Pero ahora conviene.
Porque si no hubiese esa presión está claro que el President y sus consellers no serían procesados. Realizado el trámite de declaración el caso se hubiese cerrado. Ni los propios fiscales veían en esto un caso. Fue solo la impresentable presión del gobierno de Rajoy sobre el Fiscal General del Estado la que hizo posible que este caso existiese.
Y es que, cuando hablamos de presionar a la justicia, hay que fijarse bien en todos los que presionan.
Rafa Castillo.

martes, 13 de octubre de 2015

El testamento de Rajoy

Ya desde el año 1996 hasta por lo menos el 2000, José María Aznar y su superministro del milagro económico Rodrigo Rato aludían constantemente a la herencia recibida de Felipe González para justificar los recortes que entonces establecieron.
Toda esta legislatura y aún después de 4 años, Rajoy, Montoro y De Guindos remiten constantemente a la herencia de los gobiernos de Zapatero como causa de la crisis y los recortes. Olvidan, eso sí, que las burbujas inmobiliaria y bancaria fueron originadas en la época de Aznar cuando Álvarez Cascos convirtió todo el país en un solar.
Pero ayer hemos visto al menos una parte de cuál será la herencia que Mariano Rajoy deje a su sucesor. El reiterado incumplimiento del déficit público comprometido que exigirá un nuevo ajuste de unos 10.000 millones de euros. Y a diferencia de los otros legados este ya va incluido en el testamento.
Repasemos. El gobierno prolonga la legislatura para dejar atado al nuevo gobierno con SU presupuesto. Y al final no solo atado sino también con un cabo suelto de la soga para apretar más. Deja hecho el presupuesto, no por interés del país, sino para incluir en él su programa (perdón, no programa, publicidad electoral) con rebajas de impuestos y mejoras para los funcionarios. Y lo deja a sabiendas de que no se puede cumplir. ¿Para qué se hace entonces? Muy fácil. Para que la gente crea que la economía va tan bien que se pueden hacer estos regalos.
Y este gobierno y su partido, que siempre apelan a su responsabilidad, no adoptan la medida que hoy tendrían que adoptar. O modificar el presupuesto en el Senado aplicando las indicaciones de la Comisión Europea, o retirarlo dejando las manos libres al nuevo gobierno para realizar el presupuesto, y en su caso los ajustes, de acuerdo con el mandato electoral que reciba.
¿Por qué no lo hace? Porque este gobierno y su partido sigue considerando (y llamando) estúpidos a los ciudadanos. Aún esta noche desde USA Rajoy decía que no había problema porque su gobierno cumplió siempre los objetivos. Una auténtica mentira. Debería crearse un tipo delictivo para cuando un gobernante miente con tanto descaro.
Y hay que denunciar también aquí la indisimulada injerencia de la Comisión Europea en las elecciones generales. No obligan a hacer nada al gobierno para no interferir, según dicen, pero esto en realidad lo que hace es facilitarle las cosas a su alumno preferido, Mariano Rajoy, para que gane las elecciones. Baste recordar la premura con la que forzaron a Zapatero a adoptar medidas o su actuación en Grecia. ¡Que me cambien esta Europa!
Hagamos ahora un poco de pedagogía electoral. El gobierno vende una rebaja de impuestos (el IRPF). Bien es cierto. Pero, ¿Cómo se aplica? Quien gane de media 1.000€ al mes, tendrá una rebaja de 0,00. Quien gane 2.000, la tendrá de 20€. Quien gane 4.000, ¿la tendrá entonces de 40? No. De 80. El doble del doble. Muy justo.
Y entonces, ¿Qué hacemos? Pues tenemos elecciones y habrá que votar. Y que nadie se engañe. Con diferentes siglas hay dos opciones. Las de siempre, las clásicas, derecha o izquierda.
Optar por la derecha, llámese PP, Ciudadanos, Convergencia… significará más recortes en sanidad, educación o servicios sociales y una subida del IVA de los productos básicos (medicamentos, alimentación…). Optar por la izquierda, PSOE, IU, BNG, ANOVA… debería suponer una reforma fiscal con subida del IRPF a las rentas altas o del IVA a los productos de lujo.
Toca escoger.
Rafa Castillo.