martes, 28 de octubre de 2014

Basta ya!

Posiblemente nos hayamos perdido un capítulo de Barrio Sésamo, pero nadie dijo que la política tiene que ser justa. A ver. Justa tiene que ser la Justicia. La política simplemente tiene que ser ejemplar.
Nuestra sociedad está pasando un momento muy delicado. Posiblemente el peor de nuestra historia democrática. Se está perdiendo a pasos agigantados la complicidad que existía entre un pueblo ansioso de libertad y unos políticos que, abnegadamente, luchaban por ella. Y los peligros se ven claros, en España y en Europa. Que populismos fascistas o desideologizados ocupen la representación de la sociedad.
Y como me dirijo a los políticos que lucharon, y deberían seguir luchando, por una sociedad más justa, dejaré de lado, en esta reflexión, al partido popular. Allá ellos y su corrupción sistémica. Me da igual que depuren responsabilidades o no. Nunca serán el ejemplo a seguir.
Me refiero a los nuestros, de derecha y de izquierda, nacionalistas o no. Los últimos casos descubiertos y paradigmáticamente el caso de las tarjetas de Bankia nos demuestran que más allá de los diversos niveles entre unos y otros, la capacidad de corromperse es transversal. Solo no salpica a quien no alcanza poder. Y que nadie se engañe. Nadie es inmune a este ébola que impregna la política. Si llegan al poder, veremos en Podemos, muchos o pocos, corruptos.
Para un partido como el PSOE, Podemos no es un problema. No se trata de competir a través de ocurrencias. Tampoco de ignorar el fenómeno. Podemos es, no la enfermedad, es el síntoma. El síntoma de lo que nos hemos alejado de nuestras bases sociales haciendo, más o menos, la vista gorda ante la corrupción que nos invadía.
Por eso no valen parches, ceses puntuales de militancia o buscar el enésimo pacto anticorrupción. Hay que hacer una auténtica catarsis partiendo de unas premisas claras. Nadie es imprescindible, la política no es una forma de vida y no basta con ser honrado; también hay que parecerlo. Ética y estética. Y hay que poner de manifiesto ante la sociedad que se acabó. Que es el punto y final.
El PSOE tiene que hacer una declaración solemne. Y cumplirla a rajatabla. Con primarias, con secundarias o con terciarias, ningún imputado en firme será candidato a nada, orgánico o institucional. Entendiendo por imputado en firme a todo aquel que sea imputado y tras prestar declaración no se le levante la imputación.
Y el PSOE tiene que exigir que todos sus actuales cargos imputados dimitan de sus puestos ya. Y a quienes no lo hagan, comisión de investigación y expediente de expulsión. La Justicia a su ritmo. La política, exprés.
Y si no se hace, que paren un momento, que yo me bajo. Ya sé que solo soy uno entre 200.000, y que no cuento. Pero habrá más. Y como dijo un día Ceferino Díaz en un Comité Nacional Gallego del partido, el último que apague la luz. Y que la pague.
Rafa Castillo.

jueves, 16 de octubre de 2014

A ser buenos.


En su época un chiste decía que estaba el papa Juan Pablo II de visita en un país de África, y se le acercó una monja con un niño famélico y lloroso en brazos. ¿Qué le pasa a este niño? Cuestionó el papa. Santidad, no come nada respondió la monja. El papa pellizco un moflete del niño y moviéndolo repetidamente le dijo: ¡hay que comer!
Esta mañana oía en la radio la reacción de Ana Botella a la decisión de su concejal representante en la comisión de familia y servicios sociales (tienen un ojo estos chicos para asignar cargos) de destituir a su número tres, una mujer, por pretender conciliar su vida profesional y familiar. Realmente me asombró la dureza y claridad de ideas de la alcaldesa sobre el tema, y llegué a casa decidido a, sin que sirviese de precedente, escribir positivamente sobre su forma de pensar y de actuar.
Pero está visto que no quieren mis alabanzas. Con buen criterio consulté la prensa digital, y nada. De cese nada de nada. Ni siquiera, como diría el de la patronal, el nombramiento de otra persona para el mismo cargo. Solo una riña y a seguir. Y aquí no pasó nada.
¿Es que no se darán cuenta de que no se debería conciliar la responsabilidad política con la estupidez?
Rafa Castillo.