jueves, 21 de enero de 2016

Matemáticas para la política

Dice el dicho popular que no se puede tocar las campanas y estar en la procesión. Y es bueno tener claro este concepto para aprender a manejarnos en la nueva situación política de nuestro país. Porque todos, políticos y ciudadanos tenemos que cambiar el chip y entender las claves del nuevo estatus.
Lo primero que hay que analizar es cuales son los objetivos del sistema electoral, el actual o cualquier otro alternativo que se proponga. Y son, al menos, dos. Uno, fundamental, tener una radiografía de la posición política de la realidad. Un reflejo, lo más evidente posible (no necesariamente proporcional) de las diversas sensibilidades de la sociedad. Y otro (tan importante) establecer una dirección política (gobierno) del país. Tan necesario como lo anterior.
Y antes de continuar, reiterar lo ya dicho hace tiempo en este mismo blog. En España no hay un sistema bipartidista. Basta ver los parlamentos autonómicos a lo largo de la democracia, o el mismo Congreso de los Diputados que en la legislatura anterior tuvo 14 partidos representados, y que en la actual es como es con la misma ley electoral. Luego el problema no está en el sistema electoral sino en la voluntad, en cada momento, del cuerpo electoral.
Y no se puede saber que se puede y se debe de hacer sin tener claros varios conceptos matemáticos. El primero es perder la visión lineal (líneas rojas) y pasar a una visión tridireccional (espacial) más adecuada para tener una clara visión del conjunto. Si tenemos una representación de múltiples partidos minoritarios, para gobernar el país, habrá de hacer coaliciones. Pero la primera consecuencia de un gobierno de coalición, o de un gobierno minoritario con apoyos externos, es el incumplimiento de los programas electorales. Habrá que hacer un programa de gobierno integrando los programas de los coaligados que implica saltar las líneas rojas.
Y además hay que saber sumar, pero sobre todo que tipo de suma hay que hacer. Obviamente para lograr un gobierno hay que hacer una suma aritmética de diputados cuyo resultado ha de ser mayor que el de votos en contra. Pero esto que es condición necesaria, no es suficiente. La condición suficiente es establecer un programa de gobierno que garantice su continuidad estable. Y este programa debe de ser la suma de los programas de los grupos implicados. Pero no una suma lineal, aritmética. Una suma vectorial cuyo resultado sea intermedio entre los de los implicados en una intensidad ponderada según la aportación, y el respaldo electoral de cada uno.
Es precisamente esta suma vectorial lo que hace imposible un pacto entre el PP y el PSOE, (o cualquier otra opción de izquierda) porque la suma de vectores de sentido contrario resulta ser una resta. Pero entre partidos del mismo signo, derecha o izquierda, producen una resultante de dirección intermedia y mayor o menor intensidad según la proximidad de las fuerzas.
Así que… a repasar los vectores.
Rafa Castillo.

miércoles, 6 de enero de 2016

A favor del pacto con el PP.

Lo propuso la derecha de ciudadanos para hacerse un sitio en la política española después de su fiasco electoral y lo desea la derecha del PP como única opción de formar gobierno. El pacto “constitucional” entre PP, PSOE y Ciudadanos para gobernar España frente a las veleidades de “los partidos que quieren romper el país”. Y para que no nos acusen de un nuevo “pacto del Tinell”, voy a mostrarme favorable a ese pacto. Lo explico.
Lo primero es ver lo que nos une en acción política con ambas derechas.
Naturalmente, la defensa de la Constitución, por supuesto. Pero hecho el enunciado, ¿coincidimos realmente? Nuestras derechas hacen una defensa estática de la Constitución, que nada cambie. La Constitución es sagrada, como las tablas de la ley, y no debe tocarse. Nosotros hacemos una defensa dinámica de la Constitución. Nuestra Carta Magna es la mejor de nuestra historia y fue la mejor que pudo lograrse en aquellos tiempos en que, recordemos, veníamos de una dictadura y aún no estábamos libres de un golpe de estado. Fue buena y nos sirvió para llegar hasta aquí. Pero la sociedad ha evolucionado y exige que el marco de convivencia se adapte a ella. Lo malo es que su renovación es difícil si el PP se opone. La blindamos en su día para impedir su marcha atrás y ahora ese blindaje hace imposible su avance. Sobre esto habrá también que reflexionar.
Nos una también la defensa de la unidad de España, por supuesto. Pero, ¿de la misma manera? PP y Ciudadanos quieren una defensa de la unidad manu militari, unilateralmente impuesta. Quieren un matrimonio entre los pueblos de España como los de antes, indisoluble hasta que la muerte nos separe. Y por eso quieren un ejecutivo fuerte basado en este principio. Para tomar medidas ejecutivas contra los intentos secesionistas. ¿Incluso militares?
Nosotros somos más partidarios del matrimonio moderno. Tu pareja no es tuya para siempre por el hecho de casarte. Has de ganártela día a día superando los problemas de convivencia. Tienes que hacer atractivo para tu conyugue seguir viviendo contigo. Tienes que lograr que te siga deseando. Hay que mejorar el encaje de todos los pueblos en el país.
Pero habría que empezar por aclarar que es un gobierno y para que se forma. Porque los temas anteriores no son temas de gobierno, sino de Parlamento. Y para coincidir en el Parlamente no hace falta gobernar juntos. Para eso están los pactos de estado.
Gobernar es buscar la solución a los problemas del país, de los ciudadanos. Y ahí es donde debemos poner las condiciones para ese pretendido pacto de gobierno del PSOE con las derechas españolas.
¿Están dispuestos a derogar la Ley Wert? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a volver a la gratuidad de la justicia? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a volver a hacer la sanidad universal? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a retirar la religión del currículum escolar y reponer la educación para la ciudadanía u otra asignatura que contemple el respeto, la convivencia y la integración social? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a retirar la reforma de la ley del aborto y el recurso de inconstitucionalidad contra la ley Zapatero? Se puede pactar.
¿Están dispuestos a cambiar sus políticas económicas buscando la competitividad por la calidad y la inversión en vez de por la devaluación salarial? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a una política fiscal más redistributiva aumentando los impuestos progresivos y reduciendo las tasas y copagos? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a reducir el IVA de los bienes de máxima necesidad y aumentar el que grave los productos de lujo o suntuarios? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a que la deuda surgida de la crisis y la inversión necesaria para la recuperación la paguen en mayor medida los que más tienen? Se puede pactar. ¿Están dispuestos realmente a mantener, recuperar y ampliar el Estado de bienestar? Se puede pactar.
¿Están dispuestos a impulsar la integración social europea? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a mejorar las políticas de cooperación internacional y buscar una solución digna a los problemas de la migración? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a impulsar un orden internacional más justo? Se puede pactar.
¿Están dispuestos a impulsar la desaparición de los paraísos fiscales? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a frenar la deriva del capitalismo salvaje, controlar la especulación financiera y regular la globalización? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a establecer sanciones disuasorias contra los especuladores? Se puede pactar.
¿Están dispuestos a formar un gobierno sin corruptos y libre de sospechosos de recibir sobres u otros sobresueldos? Se puede pactar. ¿Están dispuestos a abrir una amplia investigación parlamentaria sobre la corrupción y las comisiones en contratos públicos y autorizaciones? Se puede pactar.
Y si además el PP se disuelve, adelante con el pacto.
Rafa Castillo.