El pasado miércoles
el Presidente Pedro Sánchez anunció que se tomaba un tiempo de cinco días para
reflexionar sobre si ante el clima político existente y los constantes ataques
sin motivos a su mujer, valía la pena seguir en su puesto.
No sabemos aún cuál
será su decisión definitiva. Puede dimitir, puede no hacerlo o puede someterse
a una cuestión de confianza. Yo deseo que sea esta última opción.
Porque la primera
no me gusta. La comprendería desde el punto de vista personal, pero sería mala
para el país. El riesgo de que VOX y la extrema derecha gobiernen este país, destruiría
todo lo positivo de la obra del que sin duda es el mejor gobierno que nunca
tuvo España. Sería el triunfo de la insidia, la guerra sucia y la miseria a la
que quieren someternos los que realmente no creen en la democracia y piensan
que el poder solo les corresponde a ellos por derecho divino, por la gracia de
dios.
La segunda, la de
seguir sin más, a mí no me molestaría. Pero daría pie a una guerra insoportable
de todos los rastreros de la política y los medios. A Pedro le llaman perro. Pero
los auténticos perros sarnosos y rabiosos son los de los dos partidos de la
oposición, la ultraderecha y VOX y su coro mediático.
Por eso elijo la
cuestión de confianza. Por un lado porque permitirá comprobar que la mayoría
que invistió a Pedro sigue, con sus lógicos matices viva. Porque una mayoría no
es una unidad. Es una confluencia con diferencias y matices tácticos o
estratégicos. Es el resultado del dicho “la unión hace la fuerza”. Si no hay
dos personas iguales, puede haber dos partidos que coincidan al 100%. Claro que
no! Pero ese es el mérito de las coaliciones. Todos renunciamos a algo en busca
de un bien superior.
Pero hay otro lado
más importante. Esa moción de confianza pondrá a todos en su sitio. Dibujará la
altura o miseria moral de cada uno de los actores políticos. Se verá claro que
tanto los de VOX como los del partido ultra seguirán restregándose por el barro
poniendo el duda a la persona de Pedro y repitiendo su habitual y amplia retahíla
de insultos y bajezas.
Porque muy pocos ven
el lado humano de este problema. Pocas personas, y ninguno de los miserables,
habrán hecho la consideración con la que cerraré este artículo. Se ha dicho
estos días que a la política hay que venir llorado. Que es una de las maniobras
a las que Sánchez nos tiene acostumbrado. Que es un acto electoralista. Que es
una maniobra…
Todos sabemos que
dedicarse a la Política, así con mayúsculas, es duro. Y hay que tragar toda la
bazofia que arrojan los que se dedican a la política, así, con minúsculas.
Pero, se puede exigir a alguien que sea mártir? Tiene que ser un Político un
mesías dispuesto a morir crucificado?
Pero y si lo que
ocurrió fue otra cosa. Y si Pedro, acostumbrado a resistir ante todas las
circunstancias se encontró ante un dilema imposible? Eso los retrataría a todos
desnudos ante sus miserias.
Imaginemos, por un
momento, que la que se hartó fue Begoña. Y le dijo: Pedro, o dimites o me
divorcio… Tu qué harías? Razona la
respuesta con tu pareja.
Rafa Castillo.