miércoles, 17 de julio de 2019

Referéndums y consultas.


Es curioso que el Referéndum sea el único sistema de participación ciudadana que admiten los regímenes dictatoriales o totalitarios. Y es que por su naturaleza son fácilmente manipulables y garantizan casi siempre una respuesta favorable a los deseos de quien los convoca.

En España, sin ir más lejos, el régimen franquista tenía la Ley del Referéndum Nacional como una de las Leyes Fundamentales del Estado. Y el dictador convocó dos, que por supuesto ganó.

En todo caso, nuestra Constitución lo recoge como sistema de consulta o participación, aunque no vinculante. Yo sigo considerando que es uno de los peores métodos de participación, sobre todo si no se utiliza correctamente.

Una de las primeras consideraciones a tener en cuenta es en qué momento procesal se plantea. Pongamos el caso de España en lo relativo a las reformas constitucionales. En efecto en el título correspondiente a su reforma, nuestra Constitución prevé un referéndum sobre el texto concreto ya elaborado y aprobado por las Cortes. Imaginemos que fuese previo. Si me preguntan si quiero una reforma, mi voto es sí. La Constitución es mejorable. Pero qué reforma? En qué sentido? En el que propondrían PP y VOX, o en de Podemos o el PSOE?

No, lo normal es que el Parlamento elabore un texto, con el consenso que le corresponde, y una vez aprobado se someta a aprobación ciudadana.

Y aún así hay riesgos. Recordemos el referéndum en Francia sobre la Constitución Europea. Fue rechazada por los votos unidos de quienes las parecía poco integradora y de los que le parecía excesivamente integradora. Paradoja del sistema.

Otro ejemplo europeo de un mal uso fue el referéndum en el Reino Unido sobre el llamado brexit. Se pregunta por la salida de Europa sin explicar claramente las consecuencias, incluso con mentiras, pero sin determinar el tipo de salida. Sin acuerdo, con acuerdo blando, con acuerdo duro… Y así ahora muchos británicos viven la incertidumbre sobre su futuro.

Otro tanto pasa en los partidos con lo que la política actual llama consultar a las bases. La clave está en que momento se hace la consulta y con que pregunta. Pongamos un ejemplo partiendo de la situación real de negociación para la constitución de un gobierno en España.

Antes de establecer el posible pacto, Podemos consulta a las bases sobre si quiere un gobierno de coalición u otro distinto. Seguro que ganará el gobierno de coalición. Y seguro que si el PSOE convocase una consulta similar (o un Congreso Federal, o al Comité Federal, tan democráticos como la consuta) ganará la opción contraria.

En consecuencia se hace imposible negociar. Se establecen dos líneas rojas lejanas imposibles de aproximar. Pesan más los inscritos de Podemos que los militantes del PSOE? O es que los inscritos de Podemos pueden imponerse a la voluntad socialista.

Lo normal sería negociar un acuerdo en base a un programa negociado entre ambas partes. Por cierto, cosa de la que no se habla. Y llegado al acuerdo, hablar del grado de participación en el gobierno. Y pactado esto someter el pacto a consulta de las bases o los órganos del partido para que ratifique o rechacen el acuerdo.

Por cierto. La única representante de Podemos en la Rioja dice que su voto no se vende ni se compra. El precio, 3 consejeros de entre 8. Si IU pidiese lo mismo, al PSOE (15 escaños) le quedarían 2.

Seguro que sus bases lo aprueban.
Rafa Castillo.