martes, 31 de julio de 2012

Lo que te cambia el cuento.

¡Pues claro que si reducimos el número de políticos ahorramos dinero! Por mucho que cobrase, cuando solo teníamos uno, nos salía más barato. Pero es que lo bueno cuesta, y la pregunta no es si queremos ahorrar sino que tipo de sociedad, de democracia, queremos.
En democracia es fundamental, no solo la posibilidad de la alternancia en el poder, sino también la posibilidad de crecimiento de las opciones minoritarias o la irrupción incluso de alguna nueva cuando las consolidadas dejan de responder a las demandas de la sociedad. Y reducir el número de representantes es poner un cerrojo a estas opciones ya que el umbral de votos necesarios será mayor.
Pero admitamos que llegamos a la conclusión de que es bueno reducir el número de diputados. Queda aún por establecer el quien, el cuantos, el cuales y el porqué. Y estos no son temas menores. Son la clave de la pretendida reforma en la que algunos, bajo el escudo de lo bueno para el país, arriman en demasía el ascua a su sardina.
El quien nos vuelve a poner en el caso del anuncio aquel del Scattergories en el que el propietario del juego se llevaba el tablero porque no le aceptaban pulpo como animal de compañía. http://www.youtube.com/watch?v=iZCIss7pxk0 Y, naturalmente, no es aceptable que en el juego cambie las normas el propietario de la baraja. Por eso es totalmente inaceptable que la legislación electoral se cambie unilateralmente por un partido aunque tenga una amplia mayoría absoluta, debiendo hacerse con el mayor consenso que abarque a la mayoría de los grupos y una mayoría cualificada de diputados.
Importante es también el cuantos porque su determinación no es pacífica. Es fácilmente comprensible que en un ayuntamiento, que es una circunscripción electoral única, establecer en 30 o 40 el número de concejales permite una pluralidad suficiente sin coartar la eventual presentación de nuevas alternativas. Igual en las comunidades uniprovinciales. Pero en las demás hay que tener en cuenta el número de provincias y la distribución de la población entre ellas, de modo que en las menos pobladas haya suficiente número de diputados para garantizar una suficiente pluralidad, pero que las demás no salgan desfavorecidas por una ratio muy diferente entre población y representantes.
Y para analizar el porqué, concretemos en el caso propuesto para Galicia. En la actualidad hay 75 diputados que se distribuyen en 10 por provincia (40) y los 35 restantes en función de la población. Este sistema prima la representación de Lugo y Ourense que disponen de un acta de diputado cada 23.000 habitantes, mientras que en A Coruña y Pontevedra hacen falta 47.000, 2.05 veces más.
Se pretende ahora reducir 14 diputados, pero, y ahí está el porqué, reduciendo todos de la parte proporcional, es decir se mantienen los 40 fijos y se dejan solo 21 para distribuir proporcionalmente. Eso nos lleva a que las provincias más pobladas pierden 9 y las menos pobladas 5, con lo que, la ratio entre habitantes y diputados aumenta en 4.000 en Lugo y Ourense y en once mil en las otras provincias, agravándose la discriminación contra estas últimas. Y el secreto está en que en las provincias orientales, el voto al PP es más elevado.
Por el contrario, si se rebajase a 7 los fijos por población (28) y se destinasen los 33 restantes al reparto proporcional, las ratios se aproximan quedando en 31.000 y 54.000, 1,74 veces. Lo que te cambia el cuento.

Rafa Castillo.

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