jueves, 9 de junio de 2011

La gran diferencia.

Como hay que criticarlo todo, desde el partido popular y los medios que le apoyan y dirigen atacan a Rubalcaba por ser candidato y seguir como vicepresidente del gobierno. Seguramente su hubiese dimitido habría las mismas críticas por hacerlo. Olvidan, en primer lugar, que Alfredo aún no es candidato hasta que se cierre el proceso de primarias. Pero, cuando lo sea, ¿deberá de dimitir?
En nuestros 35 años de experiencia democrática será esta la tercera vez que el candidato del partido gobernante no es el propio presidente optando a la reelección. El primero fue Landelino Lavilla siendo presidente Calvo Sotelo y el otro Rajoy bajo la presidencia de Aznar. Landelino no era ministro, sino presidente del Congreso, y desde ese puesto enfrentó las elecciones. Mariano era vicepresidente y al ser designado candidato cesó en su puesto.
¿Quiere eso decir que entonces Alfredo debería de dimitir si se convierte definitivamente en candidato, o incluso ahora?
Le achacan que siendo candidato no podrá atender a sus obligaciones en el gobierno. ¿De donde sacan eso? ¿Es que acaso Suárez, González, Aznar o Zapatero incumplieron sus obligaciones por ser candidatos? Es más. Los presidentes Suárez, González y Zapatero hacían habitualmente campaña los fines de semana. Pero todos recordamos mítines de Aznar, antes y durante la campaña, en días de semana.
Realmente la diferencia está en que Rajoy se escapó del gobierno para no tener que responder a la oposición y poder mantener oculto su programa. Alfredo, por el contrario, no rehuye el debate. Tiene ideas claras y un programa que presentar. Y no tiene miedo a las contradicciones o a las medidas impopulares. Está seguro de lo que se hace y por que se hace.
Esa es la diferencia entre quien se avergüenza de su ideología y quien está orgulloso de ella. ¡Ánimo, Alfredo!
Rafa Castillo.

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