sábado, 3 de diciembre de 2011

¡Arrepentiros, que está próximo el reino de los cielos!

Decía Rajoy en campaña que hay que hacer las cosas como dios manda. Y, en efecto, Rajoy es dios, y Cospedal es su profeta. Y como Juan Bautista ya va preparando su camino aplicando el mismo bautizo de fuego que él nos traerá.
Y ya puestos buscaremos en Feijoo el nuevo Moisés que nos enseña la tierra prometida en la que el paro aumenta con más intensidad que en el resto de España después de dos años y medios de la nueva política del futuro.
Estén tranquilos los césares y patricios. Quien tenga fe en el nuevo mesías alcanzará el maná de las riquezas con las próximas privatizaciones de los servicios públicos. ¿Qué importa que sepa o no de docencia? Si sabe administrar una empresa educativa que de beneficios económicos, logra una buena ratio de superdotados aislados del mundo real, y aprovecha el subproducto del fracaso escolar como mano de obra barata, habrá sido una buena elección.
Eso sí, cada uno podrá ir a la escuela que quiera y pueda pagar. Nos seguirán diciendo que podemos elegir, pero el precio será la barrera. Y que si hubiese una mejor que las otras, sería imposible que todos los estudiantes fuesen a ella. Pero bueno. El milagro da el pego.
¿Qué tendrá de malo la sanidad privada? Teniendo dinero estaremos bien atendidos. Pero los pobres no quedarán sin atender. Para eso está la beneficencia y como en los sesenta, los hospitales para pobres.
Y eso sí. Como Rajoy prometió y cumplirá, hará felices a todos los que lo votaron. Los convencidos porque les dará lo que quieren. Los otros, con el placer del masoquismo. ¿Y los demás? Fuera del paraíso será el llanto y el rechinar de dientes.
¡Que Dios nos coja confesados!
Rafa Castillo.

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