lunes, 26 de diciembre de 2011

Nunca es el momento.

 
Son ya muchos los años que los militantes, cuando hablamos de la necesidad de debate y cambios en nuestro partido, oímos siempre la misma respuesta. Ahora no es el momento porque estamos ya en la precampaña de tales o cuales elecciones. Y la verdad, es que es cierto. Falte lo que falte para las siguientes elecciones, los partidos nos tienen siempre en precampaña, y además, entre generales, municipales, europeas, las de las cuatro autonomías del artículo 151 y algún referéndum de cuando en cuando, salimos casi a 2 elecciones por año.
Y así, claro, nunca es el momento. Y más si jugamos al cortoplacismo. Salimos de la derrota electoral de la historia en las municipales, y lo que el partido nos ofrece es elegir, perdón, aclamar un nuevo líder. Y luego una Convención para aparentar que hacemos algo más que debatir de nombres. Y cuando revalidamos la derrota cum laude en las generales, un congreso exprés sin tiempo para debatir ni tan siquiera para encontrar un nuevo líder que nos dé esperanza. ¿El pretexto? Hay unas elecciones andaluzas y el congreso nos sirve para apoyarlas. Y por eso se hace en Sevilla.
En Galicia hacen lo mismo. Como presumen que las elecciones autonómicas las adelantarán a mayo, congreso en marzo, para que no nos cojan en pleno congreso. ¿Habría mejor mensaje a la ciudadanía que el que al convocarse las elecciones nos encontrasen trabajando en sus problemas? ¿Vale más un cartel o una idea? ¿Y si no las adelantan? ¿Y si las adelantan a marzo?
¡Es que no han entendido nada! Volvemos a lo de siempre. Máscaras y juegos de artificio. Se hacen congresos y conferencias para aparentar un debate inexistente, y se convierten los procesos de elección de dirigentes y órganos del partido en sistemas de cooptación en lugar elecciones que den opciones a los más válidos. Y así nos va. Renovamos los dirigentes con los mismos, y las ideas... ¿qué eran?
El otro día estuve de oyente, como siempre, en el Comité Provincial de mi provincia. Dirigentes de siempre ahora sin cargo y ya con años, parecían miembros de las juventudes recién llegados. Críticos como si siempre hubiesen sido reivindicativos en todo su pasado. Alguno llegó a decir a la ejecutiva que siempre veía mismas caras. Y es cierto. Las veía pero no delante, sino al lado.
¿Quién no ha visto compañeros rotarse en Congreso, Senado, Parlamento Autonómico y Europeo, substituyéndose en dichos cargos siempre los mismos? ¿Quién no ha visto listas renovadas constantemente en los puestos de relleno mientras en los de salida rotan siempre los mismos? ¿No es precisamente, cuando las expectativas de puestos se reducen, cuando surgen los neocríticos que quedan sin puesto?
Es tal la importancia que se le da a las ideas, que en mi asamblea local, cuando las ejecutivas proponen incluir en las listas de diputados a un compañero, no lo hacen en función de nuevas ideas con las que estimular la transformación de la sociedad, sino para relanzarlo como candidato a la alcaldía. Tengo que reconocer que hace tiempo compartía yo esa forma de pensar. Cuando mis padres me decían que tenía que ser ingeniero de mayor para ganar mucho dinero, yo soñaba con llegar a ingeniero, ganar mucho dinero, y comprar un trolebús para dedicarme al transporte de viajeros que era lo que me gustaba. Pero tenía entonces seis años.
Por cierto. ¿Sirve de algo la propuesta de candidatos que hacen las agrupaciones locales? Ahí dejo la pregunta.
Tenemos que salir de este bucle. Y tenemos poco tiempo. Solo hay, por tanto, dos opciones. O encontramos un nuevo candidato que se presente como provisional y nos conduzca a un nuevo proceso congresual serio y de debate, o aplazamos este congreso negando todos los asistentes el respaldo a los candidatos de siempre, de forma que ninguno se pueda presentar.
Es la hora de la militancia. Recuerdo que Paco Vázquez decía en un Comité Nacional Gallego algo como “los dirigentes a dirigir, los gobernantes a gobernar y los militantes a pegar carteles”. Tenemos que acabar con eso y cambiarlo por “los militantes a decidir las directrices y los programas, los dirigentes a desarrollarlos y los gobernantes a cumplirlos”.
Felipe decía, en los malos momentos, más militante que nunca. Nosotros igual. Más militantes que nunca. Fuimos disciplinados militantes explicando lo imposible desde entonces hasta el mismo día de las elecciones. Fuimos más militantes que nunca. Ahora nos toca ser militantes de verdad y sin complejos. Y por tanto, gobernar el partido como corresponde en una organización democrática.
Y sobre todo, que no nos quiten a las bases el papel que nos corresponde. Nosotros somos los críticos, y nosotros somos la alternativa.
Rafa Castillo.

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