martes, 4 de enero de 2011

Auctoritas et potestas.

Se ha presentado en Galicia del anteproyecto de ley de convivencia y participación de la comunidad escolar que dota de autoridad pública a los profesores en los centros escolares. De esta condición ya disponen los profesores de Valencia y Madrid y en países como la Italia de Berlusconi.
¿Es necesario dotarles de esa autoridad? ¿Deben los profesores ejercer de policías de sus alumnos? ¿No será que lo que fallan son cada una de las instituciones de la comunidad educativa?
En primer lugar, y pese a la espectacularidad de los casos que se reflejan en la prensa, en España no hay una gran violencia escolar, y menos, según reconoce el conselleiro, en Galicia añadiendo que “sólo con que haya un caso ya hay que tratarlo y prevenirlo”. Mal principio para la defensa de las libertades públicas.
¿Qué es la autoridad? Si bien el diccionario de la RAE lo deriva del latín “auctoritas” la define en su primera acepción como “Poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho”. También el diccionario de la RAG lo define como “Dereito ou poder de mandar, administrar, dictar e facer cumprir unha lei, norma, etc”.
Pero este concepto de autoridad dista mucho de su origen latino. El Derecho Romano distinguía entre auctoritas y potestas señalando la primera como una cierta legitimación socialmente reconocida, que procede de un saber y que se otorga a una serie de ciudadanos. Ostenta la auctoritas aquella personalidad o institución, que tiene capacidad moral para emitir una opinión cualificada sobre una decisión, y si bien dicha decisión no es vinculante legalmente, ni puede ser impuesta, tiene un valor de índole moral muy fuerte.
Por su parte la potestas era el poder socialmente reconocido. Ostenta la potestas aquella autoridad, en el sentido moderno de la palabra, que tiene capacidad legal para hacer cumplir su decisión.
¿Qué es preferible? Tenemos dos opciones. Convertir los centros escolares en prisiones de alumnos sometidos a una férrea disciplina pero que al final, cuando se liberen de esa situación tal vez no estén preparados para asumir las responsabilidades de la vida. O convertir las escuelas en centros de formación donde el alumno desarrolle un gusto por el saber y se forme en el respeto mutuo no impuesto. Porque si se impone, no es respeto, es temor.
Y claro. Para que esto funcione tienen que cambiar muchas cosas. Y seguramente la que menos los alumnos. Tienen que cambiar los padres que deben olvidarse de que el colegio es una especie de garaje para dejar sus hijos, y educarlos en el respeto y la responsabilidad. Y ser objetivos al juzgar las relaciones entre profesor y alumno.
Tienen que cambiar los profesores, que, sin renuncia a sus derechos laborales, tienen que ser menos “funcionarios educativos” y más maestros capaces de conducir a sus alumnos con el conocimiento y la autoridad moral.
Y tienen que cambiar algunos gobernantes que demuestran no tener claro lo que debe de ser la escuela y la educación.
Es decir. La Xunta de Galicia dotará al profesorado de potestas, del poder de imponer su decisión, no de auctoritas o poder de convencer de su decisión. Claro que esta no se da por ley, esta tiene que ganársela cada uno. Es la autoridad moral que no se impone por la norma sino que se obtiene por la propia actuación. Esto si dignifica al profesor.
Porque al final, los niños nacen todos desnudos. Por eso no hay, a mi juicio, buenos y malos alumnos. Hay buenos y malos padres, buenos y malos profesores.
Como dice el Cantar de Mío Cid, Dios, que buen vassallo, si oviese buen señore!”.

2 comentarios:

  1. no entiendo nada........... y no tiene nada que ver con lo que busco...... yo quería características de las normas jurídicas....... jajajajja...........

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  2. Bueno, Es que este es un bloc de opinión política, no juridico.
    Un saludo.
    Rafa Castillo.

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