miércoles, 7 de septiembre de 2011

Terreno de juego.

Antes de empezar un partido de fútbol, se produce siempre la misma ceremonia. El árbitro tira una moneda al aire entre los capitanes de los dos equipos y el ganador opta entre realizar el saque inicial o elegir el campo de juego.
Aznar, Rajoy, Acebes y Mayor Oreja acuden a la presentación de un libro sobre terrorismo
Pero estos no. Estos se quedan con el campo, el balón, el pito del árbitro y hasta la moneda. Así pasó con la política antiterrorista. Firmaron con el PSOE que era el gobierno quien diseñaba la política antiterrorista, y cuando gobernó Zapatero le exigían que obedeciera al Alá Aznar y a Oreja, su profeta.
Igual ocurre en economía y en todos los demás campos. Ellos delimitan el terreno de juego, establecen las reglas, y así lo que dicen se convierte en verdad absoluta.
Así el PP, y la derecha europea, dicen hasta el hartazgo que “un Estado, igual que una familia, no puede gastar lo que no tiene”. Pero es mentira. El Estado no es una persona o una familia cuya única obligación es ser feliz. El Estado se asemeja más a una empresa que tiene que producir servicios públicos, inversiones y la mejora económica del país. Y también pagar sus deudas, por supuesto.
Cuando existe un desequilibrio financiero, naturalmente hay que atajarlo. Y para ello hay cuatro opciones: incremento de ingresos, recorte de gastos, venta de activos y renegociación de deudas. Ni que decir tiene que la mejor opción es una combinación de todas, por lo que el problema está en establecer su proporción en función de las circunstancias.
Francisco Camps
El PP centra su opción en reducir gastos. Naturalmente hay que reducir los gastos superfluos. Pero eso tiene un valor ejemplarizante, y es un grano que ayuda a hacer granero, pero es el chocolate del loro. Tendrá que aclarar, para ser creíble, que otros gastos suprimirá, bienestar o inversiones.
La venta de bienes innecesarios es correcta, pero es limitada. Porque vender bienes productivos es pan para hoy y hambre para mañana. Ninguna venta reduce el déficit estructural, lo oculta por un tiempo. Y lo vendible acaba agotándose.
Dice el PP que no subirá los impuestos. Pero que no nos engañe. Que diga que no subirá la carga impositiva en sentido amplio. Porque si no sube impuestos, pero incrementa las tasas (billetazo en Madrid, copago...) nos estará mintiendo y hará aumentar la contribución de los más humildes a la crisis. Los ricos no van en Metro ni a la sanidad o educación públicas. Por el contrario el PSOE habla de aumentar la presión fiscal sobre las rentas más altas.
ErlichFinalmente la necesaria renegociación de deudas exige confianza entre los acreedores. Pero, volviendo al caso de la empresa, ¿alguien imagina que un banco da un crédito por presentar un compromiso de no endeudarse más por muy firmado que esté ante mil notarios? No. El banco da crédito no si me comprometo a pagar (que es lo normal) sino si ve que previsiblemente tendré capacidad de pago. Y ello pasa porque no venda los bienes de producción, me deshaga de los elementos no productivos de negocio y aumente mi capacidad de producción, porque si vendo más, podré pagar mejor.
Ahora recogemos en la Constitución el compromiso de pagar. Pero si la política actual de toda Europa nos lleva a producir menos, los ingresos de los Estados (impuesto sobre la renta, IVA...) serán menores. ¿Con qué esperan que paguemos?
Por ello es necesaria una reforma fiscal que incremente de forma progresiva la imposición sobre las rentas más altas. Eso no influirá negativamente en el consumo y mejorará la inversión por la reducción del déficit y el previsible incremento de la demanda. Y como beneficio colateral aumentará la justicia social. Pero ese no es su terreno de juego.
Rafa Castillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario