jueves, 8 de septiembre de 2011

Ambición.

Le oí decir a Felipe González que él tenía ambición porque España se integrase entre los principales países de Europa. Y esa ambición de y por el país, es exigible a cualquier gobernante.
Ayer el portavoz popular González Pons, un habitual ya de estos artículos, anunciaba que su partido aspiraba a crear tres millones y medio de empleos si ganaba las elecciones. Sin aclarar el cómo, en sus cuentas de la lechera, hablaba de facilitar la aparición de un millón de nuevos empresarios con tres empleos de media cada uno.
Pero hete aquí que nuestro gozo en un pozo. Todo el PP, con Arenas al frente, sale a decirnos que eso no irá en el programa; que, tal como matizó el propio Pons, se trata de un deseo, no de una promesa electoral.
Y ahí es donde estos chicos me defraudan. ¡Qué deseo tan tibio! ¡Qué poca ambición de país! Claro que crear esos puestos de trabajo es difícil y en esta crisis nadie podría comprometerse a ello. Pero, puestos a desear, a escribir la carta de los reyes magos, pedir toda la juguetería. ¿Por qué quedarse tan cortos?
¡Qué menos que desear diez millones de empleos nuevos! Y que por una vez sean los alemanes, los suizos, los franceses y los ingleses quienes emigren a trabajar en España. Es que ni pedir saben. ¡Menuda tropa!
Rafa Castillo.

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