lunes, 14 de marzo de 2011

Con el cambio de color, ¡no hay color!

En 1984 o 1985, siendo yo secretario acumulado del ayuntamiento de Quiroga (Lugo) acompañé al entonces alcalde socialista Antonio Mejías, a una reunión en Lugo con quien era vicepresidente de la Diputación Álvarez Paredes. Allí se nos puso claramente de manifiesto el proyecto del equipo de Cacharro Pardo para la provincia y que llegó a crear escuela con alumnos tan avanzados como la dinastía Baltar en Ourense o Louzán en Pontevedra.
Trabajaba una máquina de la Diputación en caminos municipales sin consentimiento del gobierno municipal y el alcalde pretendía que la actuación del organismo provincial en caminos de su competencia se ajustase a las necesidades que el ayuntamiento había aprobado por unanimidad. Fue también testigo de la conversación quien era portavoz del PSOE en la Diputación, Humberto Peña. La respuesta de Paredes no la puedo recordar literalmente, pero sí en su espíritu que me quedó gravado: <Las máquinas son de la Diputación gobernada por Alianza Popular (hoy P.P.) y es A.P. quien tiene que sacarle rendimiento electoral. Si queréis que se haga alguna obra concreta, tenéis que negociarlo con nuestros concejales o miembros del partido de Quiroga.> (no literal).
Luego vino el intento de Cacharro de desvirtuar el Plan Provincial manejándolo a su antojo, intento que fue abortado por un recurso del alcalde socialista de O Saviñao basado en un estudio económico-jurídico hecho por mí (que fue causa del odio cordial que siempre me tuvo don Francisco) y que hizo que la Diputación perdiese de subvención estatal entre 700 y 1.000 millones de pesetas de entonces.
Siguió a esto la manipulación de las subvenciones a las comunidades vecinales saltándose incluso a los ayuntamientos que no eran de su cuerda, e incluso las amenazas y chantaje a un secretario de ayuntamiento (no a mí) a quien hizo cambiar de provincia. Y no olvidemos el chantaje al propio Fraga en la confección de las listas electorales autonómicas de 1985 que acabó con el bochorno de 3 diputados lucenses absteniéndose en la elección de Rosón como presidente del Parlamento, o sus cuitas con quien fuera conselleiro Víctor Manuel Vázquez Portomeñe
Y finalmente, como constante de actuación, su negativa permanente a meter un duro en cualquier iniciativa de la que el no fuese promotor o pudiese quitar todo el rédito electoral.
Pero desde hace 4 años hay en la Diputación un gobierno bipartito que ha cambiado radicalmente la forma de actuar. ¿Con errores? Seguro. ¿Manteniendo algún viejo vicio aun no erradicado? Posiblemente. Pero en una evolución positiva hacia ser lo que los municipalistas definen como un ayuntamiento de ayuntamientos.
En efecto, el gobierno de PSOE y BNG en la Diputación de Lugo, además de ser una buena muestra de que dos partidos pueden gobernar juntos sin mayores problemas, ha sido, como debió de ser siempre, un buen soporte para los ayuntamientos, apoyándolos, no suplantándolos. Trabajando en cooperación, no a la contra. Podemos poner unos ejemplos.
Cuando el Estado aprobó el PlanE por el que financiaba obras de los ayuntamientos, la Diputación asumió el pago de los proyectos liberándolos de esa carga. Cuando la Xunta del P.P. recortó el gasto social, la Diputación subvencionó diversos programas. Cuando la Xunta discriminó a algunos ayuntamientos en el plan de Cooperación, la Diputación, sin dejar a nadie fuera, suplió esta carencia.
Con el plan Innóvate está colaborando a la modernización de los ayuntamientos y colaborando con los más pequeños a dar un servicio vía internet a los ciudadanos. Ha puesto en marcha y mejorado los servicios de asistencia jurídica y técnica a los ayuntamientos...
Esperemos que este aire nuevo de nuestra provincia se mantenga.
Rafa Castillo.

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