miércoles, 27 de junio de 2012

Los hombres de Adelson.

Están en España los hombres de Adelson buscando la ubicación ideal para el proyectado eurocasino que nos traerá el nuevo maná económico y que hará que como en la tierra prometida, en la comunidad beneficiada manen ríos de leche y miel. Y alcaldes y alcaldesas, presidentes y presidentas de comunidades autónomas, hacen esfuerzos para agradar a los enviados del magnate del juego Sheldon Adelson y al mismo tiempo aparecer ante su público como los grandes conseguidores en una versión moderna del bienvenido mister Marshall de Berlanga.
Por supuesto hay que trascender de los apocalípticos de moral estrecha que anuncian que nuestro país será un centro de juego y prostitución. No cabe duda que la implantación del eurovegas será un nuevo atractivo turístico que mejorará la oferta del sector y nos consolidará en el primer puesto del turismo europeo. Pero ojo al precio.
Porque al parecer, además de competir a la baja en la oferta de terrenos, España tendrá que avalar los créditos que financiarán los dos tercios de la inversión. Y eso nos garantiza, que nadie lo dude, que la próxima crisis que padezcamos, originada aquí o fuera, nos llevará ineludiblemente al rescate del supercasino.
Además, si esta es la gran esperanza de la economía española, vamos de lado. El turismo es, no cabe duda, un importante sector económico en el que además tenemos una situación privilegiada, y que en periodos de bonanza supone un plus. Pero es un error apostar al monocultivo turístico. Lo que necesitamos es potenciar la creación de riqueza con una moderna industrialización basada en I+D+i y en una clara apuesta por la educación pública y al alcance de todos, para contar cada vez con profesionales mejor formados. Todo lo contrario de lo que se está haciendo.
Pero hay líneas rojas que no podemos permitir que se traspasen. Una cosa es que haya juego y prostitución, y otra que seamos, como la Cuba de Batista, el prostíbulo del mundo rico. Como fumador que soy no me gustan las leyes antitabaco vigentes, pero menos me gustaría que se anulasen por imposición de una empresa. Puedo hasta admitir aunque no me guste la reforma laboral porque los electores votaron a un partido liberal y de derecha extrema. Pero jamás que se suspendan leyes laborales para beneficiar este negocio. Soy partidario de la libre circulación de las personas por todo el planeta que es de todos. Pero no de que se suavicen las leyes de inmigración para favorecer las ganancias de Adelson.
Porque no somos una república bananera, ¿verdad señor primer ministro del las Islas Salomón?

Rafa Castillo.

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