jueves, 2 de diciembre de 2010

Y ahora, ¿qué vamos a hacer?

Al final lo han logrado. Desde que cayó el Muro de Berlín, era de esperar. Desaparecido el enemigo externo que podía apoyar los movimientos sociales en el interior, el Poder iba a hacer lo posible por recuperar el control. En el último siglo había cedido mucho y los trabajadores tenían demasiados derechos. Si seguíamos por ese camino acabaríamos siendo todos iguales y eso no se podía consentir. Pero si ya hasta los hijos de los obreros estudiaban en los mismos colegios que los de los ricos. ¡A donde vamos a parar!
Ya el sábado, en la reunión de 37 empresarios con Zapatero lo sentenció uno de ellos: “el estado de bienestar se ha acabado”.
La verdad, lo han hecho muy bien. Una crisis del capitalismo que acaba reforzándolo y condenando los avances sociales de forma que al final, y como siempre, pagan la crisis quien no la provoca, los trabajadores y los más desfavorecidos.
Y encima al paro con una hipoteca que pagar de la que nadie les perdonará un euro por mucho que el banco haya sobrevalorado la vivienda. Eso sí, si la misma persona había sido animada por el banco a poner sus ahorros en los depósitos basura, los pierden y nadie responde de nada.
Al final todo se resume en lo siguiente. Ellos no pierden nada y acabarán ganando más, con un empleo más precario y unos trabajadores más débiles. Los sueldos ya no crecerán en función del IPC, pero nadie pone límites a las ganancias ni impuestos a los beneficios. Los trabajadores tendrán que aumentar su productividad pero ganando menos con la espada de Damocles de un paro sin prestación y viendo recortados todos sus derechos.
Las alternativas de izquierda para salir de la crisis han sido borradas del mapa en Europa y los mismos que las impidieron se encargarán de pregonar su fracaso. Hemos tenido que aceptar, y sonriendo para que vean que lo hacemos por convencimiento, todo lo que nos impusieron. ¡Y lo que te rondaré morena! Vayamos pensando en lo que viene. O renunciamos por las buenas a la sanidad, educación y pensiones públicas, o habrá otra crisis que lo obligue. ¡A ver si vamos a tener que seguir compartiendo la habitación del hospital con cualquiera! De eso nada. Unos a sus clínicas privadas y los pobres a la beneficencia.
Decía Castelao “mean sobre nosotros y tenemos que decir que llueve”. Yo añado, tenemos que decir que llueve, que la lluvia es beneficiosa y que nos gusta ver llover.

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