martes, 18 de septiembre de 2012

And the winner is...

Hoy se ha jubilado definitivamente a los 97 años quien era sin duda el político más veterano de la actualidad. Y se retira hoy con su fallecimiento, porque hasta ayer mismo (mediados de julio) seguía asomándose semanalmente a La Ventana de la Ser, no a ver la actualidad, que él conocía tan al día, sino a explicárnosla.
Como cualquier actor político, la imagen que deja en los ciudadanos dependerá del color del pensamiento de quien lo mire. Héroe para unos, villano para otros. Pero posiblemente no indiferente para nadie. Sin compartir sus planteamientos políticos concretos, sí me siento su compañero en la tendencia hacia la justicia social, en la orientación política, en definitiva.
Los primeros recuerdos que tengo de Santiago, son la demonización que de su figura hacían en el colegio los curas y los profesores de aquella Formación del Espíritu Nacional, la famosa FEN. Luego, a medida que comenzaba mi despertar político, esa imagen fue variando, aunque, en una época en la que entre la juventud convivían tendencias políticas diferentes, su personalidad era posiblemente de las más controvertidas.
Luego el conocimiento de la historia reciente y de la actualidad del momento fueron perfilando el concepto sobre este interesante personaje. Su ruptura con la URSS después del aplastamiento de la Primavera de Praga, su aproximación a los líderes comunistas europeos de Francia e Italia, Georges Marchais y Enrico Berlinguer, con los que fundaría el eurocomunismo, la primera experiencia de comunismo democrático, daban paso a la imagen de una figura muy lejana de la que habían dibujado las caricaturas de la dictadura.
Foto: Revolucionario durante su juventud de militante socialista, secretario general del Partido Comunista de España (PCE) desde 1960 a 1982 y uno de los protagonistas de la Transición, la biografía de Santiago Carrillo ha recorrido casi un siglo de grandes acontecimientos de la historia de España. La revolución de 1934, la Guerra Civil, un largo exilio, la evolución del estalinismo al “eurocomunismo”. Carrillo dimitió como secretario general del PCE después de 22 años, una vez confirmado que su partido había sido relegado definitivamente por el PSOE en la confianza electoral de la izquierda. Fue excluido del PCE en 1985 y desde entonces se limitó prácticamente a ser un observador, a través de libros, artículos periodísticos e intervenciones radiadas, hasta su fallecimiento este martes.   D.E.P
Su participación activa en la transición española va desde sus entradas clandestinas en España con la famosa peluca, hasta su retirada de la dirección del PCE. Desde la fundación de la Junta Democrática, hasta su entereza el 23-F en el Congreso de los Diputados. Desde los pactos de la Moncloa hasta el consenso constitucional. Desde los mítines multitudinarios en las primeras elecciones democráticas, hasta sus intervenciones como uno de los primeros espadas en los debates parlamentarios. De su presentación junto a Fraga en el Club Siglo XXI, a su participación en la Tertulia de Sabios de la SER junto a contertulios tan lejanos políticamente como Herrero de Miñón y Martín Villa, sin olvidar al asesinado Ernest Lluch.
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Pero hay un momento clave en el que Carrillo dio muestra de su claridad de visión y de su decisión incuestionable de cooperar con la reconciliación nacional. Fue en la reunión del Comité Central del Partido Comunista el día 15 de abril de 1977, seis días después de la legalización del PCE. Este es un fragmento fundamental de su intervención:
«Nos encontramos en la reunión más difícil que hayamos tenido hasta hoy desde la guerra [...] En estas horas, no digo en estos días, digo en estas horas, puede decidirse si se va hacia la democracia o se entra en una involución gravísima que afectaría no sólo al Partido y a todas las fuerzas democráticas de la oposición, sino también a las reformistas e institucionales [...] Creo que no dramatizo, digo en este minuto lo que hay». Tras esta intervención el PCE reconoce la bandera y la monarquía.
Santiago Carrillo no fue presidente del gobierno ni ministro. Ni siquiera presidente de comunidad autónoma como Fraga. En la historia no figurará como un primer actor. Pero es seguro que tendrá una nominación al Óscar al mejor actor secundario.

Rafa Castillo.

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