sábado, 1 de septiembre de 2012

Bromitas, las justas.

 Es una noticia que puede pasar desapercibida ocupando un pequeño espacio de una página interior de un periódico. Pero ¡ojo! que en las actuales circunstancias no podemos dejar de estar vigilantes. No vaya a ser que la historia se repita. http://www.lavozdegalicia.es/noticia/espana/2012/09/01/coronel-aboga-intervenir-cataluna-proclama-independencia/0003_201209G1P21991.htm
Ni soy catalán ni soy nacionalista, y mucho menos independentista. Pero ni catalanes, ni nacionalistas ni independentistas son mis enemigos. Son simplemente personas que opinan de manera diferente a mi opinión. Ni mejor ni peor, ni con más razón ni con menos. Y mientras ellos, y los demás, lo hagamos respetando las reglas de juego, es decir, sin violencia y respetando como cauce, no tampoco como dogma, la Constitución de todos, sus ideas, las comparta o no, son tan defendibles como las mías.
Este militar decimonónico no se entera en que país vive. Y no sabe que preferimos ser personas libres con dificultades económicas que borregos bien apesebrados. Que las patrias no son territorios, sino pensamientos en libertad. Que somos mayorcitos y no necesitamos que nos salven de nada. Que sabemos nadar y, en su caso, bucear.
Y que no nos venga con eufemismos que para eso ya nos llegan los del PP. Cierto es que el artículo 8 de la CE dice que las fuerzas armadas tienen la misión de garantizar la integridad territorial (de España), pero la frase se completa diciendo: “y el ordenamiento constitucional”. Y este es muy claro. La jefatura suprema de las fuerzas armadas corresponde a El Rey, y la dirección de la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado le corresponden al gobierno.

Por tanto, el cumplimiento de las misiones del ejercito solo es legítimo si se hace bajo la jefatura del Rey y la dirección del gobierno, pero, ni el ejército, ni un militar trasnochado suelto son quien para decidir ni mover un tanque sin permiso de aquellos.
Y si el pueblo soberano, por el procedimiento constitucionalmente establecido de reforma de la Constitución decidiese hipotéticamente reconocer la independencia de una parte del Estado, todos y cada uno de los militares, además de votar en el referéndum correspondiente, de lo único que tienen que preocuparse es en cual de los dos ejércitos que eventualmente surgieran le corresponde seguir prestando sus servicios y cobrando su sueldo.
Y todo lo demás es alta traición y terrorismo rastrero utilizando deslealmente las armas y militares que el Estado confió bajo su mando. Y esta situación que al él señor Alamán Castro le recuerda el 36, a mí me recuerda el 78-81 con sus Inestrillas, Milanes, Tejeros y 23-F. Y las declaraciones y opiniones expresadas como militar por dicho individuo, apología del terrorismo con la agravante de ser militar. Y por tanto susceptible de serle aplicada con todo el rigor la misma legislación que se aplica a los apologistas de la ETA.
Y como militar, a día de hoy debería de estársele abriendo ya un expediente disciplinario o de expulsión, y tomadas ya las medidas preventivas de suspensión de funciones que correspondan.
Porque con las cosas de comer no se juega.

Rafa Castillo.

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