jueves, 20 de septiembre de 2012

Cobarde.

Lo que siempre presentó como prudencia, el poco tiempo que lleva en el gobierno nos ha demostrado que no es más que pura cobardía. Este, que decía que generaría confianza porque su actuación era previsible (lo peor que se puede decir de una persona inteligente), resulta que no actúa por miedo, por cobardía.
Tiene la misma “virtud política” que un entusiasta profesor mío de FEN predicaba de su caudillo. Tiene sobre su mesa dos montones de papeles: asuntos que el tiempo resolverá y asuntos que el tiempo resolvió.
Y la inactividad del presidente se viene demostrando que no es cuestión de prudencia. Es una terrible combinación de incapacidad y miedo. Es por ello que quien dijo que nunca mentiría a los españoles no comparece ante la opinión pública, excepto en terreno propio. No sabe que hacer, incapacidad, y no se atreve a confesarlo, miedo. Y lo peor de esto es que para no asumirlo ni siquiera lo consulta con quien pudiese ayudarle.
Es por eso que no hubiese ido al homenaje a Miguel Ángel Blanco si no fuese porque se logró un pacto de no-agresión. Es por eso que no habla a la opinión pública más que desde el extranjero, en actos de su partido o en “su” televisión pública.
Y es por eso que ni anteayer, ni ayer ni hoy fue allí. El mismo Rey, que no se prodiga en este tipo de actos, porque de hacerlo tendría que ir a muchísimos, hizo con él una excepción y se personó ya el primer día. Pero Mariano no se atrevió. No se arriesgó a desayunar el día siguiente oyendo a los Pedro Jota, Jiménez Los Santos y compañía. Por eso el no tuvo la valentía, ni la nobleza, la elegancia y la bonhomía de ir a la capilla ardiente de Santiago Carrillo.
Cada uno se retrata con sus actos.

Rafa Castillo.

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