martes, 7 de febrero de 2012

38 ©.


Fui a Sevilla a un Congreso que siempre dije que no debía de ser así. Basta releer algunas entradas en mi blog para saberlo. Pero cedí un espacio al optimismo y la esperanza de que al final se podía hacer bien.
Pero no. Vuelvo decepcionado y de la mente no me sale la frase orteguiana: “no es eso, no es eso”. Como había previsto el Congreso no fue útil, no acertamos en la solución porque ni hicimos el diagnóstico adecuado, y solo es una etapa más de espera hasta la solución. Y lo malo es que esta espera no solo daña al partido, sino también a la sociedad.
Y no me refiero fundamentalmente a la unidad y la integración, que creo que no hubo, pues como en matemáticas, más por menos es menos. Si unos dicen que sí, y los otros que no, es que no. Pero tampoco me preocupa. No es malo que haya opiniones y posturas contrapuestas. No me preocupa la unidad ni la integración, sino la lealtad. Y esta espero que la haya en ambas direcciones.
Al proclamar al Secretario General se produjo un estruendo coreando Rubalcaba, Rubalcaba. Y pensé, bueno, han acertado. Parece que todos lo asumen bien, a ver si con el esfuerzo conjunto lo logramos. Y me sumé al aplauso. Y al día siguiente me planté en el hotel lleno de un optimismo que me había inyectado a mí mismo.
Estaba contento cuando le di un abrazo a Pepe Blanco, y lo estaba cuando casualmente fue mi mano la primera que estrechó Alfredo al pasar por el punto de control a la entrada de la sala del Congreso. Yo salía de ese espacio hacia el Ágora, donde escuche su intervención, aplaudiendo en sus primeros momentos. Pero hubo dos frases que no pude aplaudir. Dos frases que causan mi decepción.
La segunda fue en este párrafo: “Equidad. Estamos proponiendo en Europa y lo vamos a conseguir una política de armonización fiscal. Eso quiere decir que los europeos nos vamos a someter a reglas comunes. Lo que quiere decir que nuestras políticas de redistribución a través de los ingresos se van a ver limitadas por la cohesión europea que todos queremos. Y eso nos tiene que llevar a reflexionar sobre la redistribución a través del gasto. Como han hecho todas las socialdemocracias europeas. Para ser más justos. Para ser más solidarios. Para ser más socialistas. Equidad.”
No me gustó que el PSOE asuma sin más que la cohesión europea que “todos” queremos limite las posibilidades de ingresos. Volveremos a crear un estado de bienestar diminuto y débil, financiado solo por el crecimiento y que estallará de nuevo a la primera recesión. Un bienestar no sostenible. Hubiese querido escuchar que los socialistas españoles, junto a los europeos, pelearemos (¿dónde quedó esa palabra?) Por una Europa libre de especulación y donde quien más tenga contribuya más.
La primera está en este párrafo: “A partir de mañana, conviene que empecemos a reflexionar sobre las razones que les vamos a ofrecer a los españoles para que nos vuelvan a votar, compañeros y compañeras. Dejemos de pensar en por qué no nos han votado y pasemos a pensar, a reflexionar y a poner en práctica las ideas para que nos vuelvan a votar, para recuperar la confianza de los ciudadanos españoles. A partir de mañana, a partir del primer congreso que se celebre en la primera federación os voy a pedir que cambiemos la óptica, que cambiemos el ritmo, que cambiemos el paso de nuestro partido. Esta es una idea que debe presidir nuestros congresos.”
Si dejamos de pensar en por qué no nos han votado, ¿qué vamos a pensar y reflexionar? ¿Cómo acertaremos en lo que la sociedad espera de nosotros? ¿Consultaremos una pitonisa o al Oráculo de Delphos para saberlo o nos bastará un asesor de imagen y un creador de discursos?
En fin. Toca empezar a preparar el 39 ©.

Rafa Castillo.

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