domingo, 29 de enero de 2012

Pregón.

El arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, ha dicho que la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, no es la persona idónea para pregonar la Semana Santa vallisoletana. Y yo estoy de acuerdo con él. O no.
El pregón es la promulgación o publicación que en voz alta se hace en los sitios públicos de algo que conviene que todos sepan. Por tanto, si el pregón anuncia las fiestas de la ciudad, de interés para todos los ciudadanos independientemente de que incluyan o no actos litúrgicos, la opinión del arzobispo no debería tener más valor que la de cualquier vecino de Pucela.
Si, en cambio, el pregón es del propio acto religioso en si, entonces es lógico que la Vicepresidenta no lo haga. Ni ella ni ningún representante del gobierno de todos los españoles, de este o de los anteriores. No tiene quien nos representa porqué participar en nombre de todos en un acto de una confesión religiosa concreta y menos cuando las reglas que la rigen no superarían los mínimos exigibles para ser inscrita en un registro de asociaciones.
Claro que las declaraciones de Blázquez van en la línea de la tradicional moral de la iglesia. Moral de doble ancho y que se describe perfectamente con aquello de los sepulcros blanqueados por fuera pero llenos de corrupción dentro. La que menosprecia una ministra casada civilmente o aparta de la enseñanza a una profesora casada con un divorciado (véase que ella no es divorciada) pero que perdona como una debilidad humana los actos de pederastia de algunos de sus miembros con los menores dejados de buena fe a su cargo.
A ver cuando asumimos de una vez y sin complejos que somos un estado aconfesional y empezamos a avanzar a ser un estado laico.
Rafa Castillo.

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