Tan cierto como que
Teruel existe, lo es que Bildu existe. Nos guste o no su trayectoria o su
pasado, o la actitud de muchos de sus líderes, Bildu es un partido legal porque
por encima de nuestros gustos y opiniones están los tribunales, únicos que
pueden ilegalizarlos.
Y como existe,
existen sus 5 diputados y sus 220.000 votos que, guste o no, son más que la
suma del PP, VOX y C’s en Euskadi. Representan, como todos los demás una parte
de la ciudadanía española, y constituyen, conjuntamente con los otros 345, la representación
de la soberanía nacional.
Empecemos por
aclarar conceptos. Lo que diferencia una rebelión legítima, lo que diferencia una
guerrilla legítima de un grupo terrorista, no son sus fines, sino contra quien
se hagan. Rebelarse contra un dictador es legítimo. Pero defender con las armas
lo que se puede defender con la palabra y los votos, es terrorismo. Pero tenemos
que recordar que cuando estaba activa ETA, siempre dijimos que dentro de la
constitución se podían defender todas las ideas.
Y desmontemos
también una hipocresía matemática. Los votos de Bildu, cuentan o no? No son
legítimos cuando votan a favor del gobierno, pero nadie se escandaliza por
contarlos como votos en contra. Y para que como votos en contra no
contabilizasen, nuestras patrióticas derechas deberían descontar cinco de los
suyos para mantener el equilibrio entre los diputados “demócratas”.
Y que no se piense
que estoy diciendo una estupidez porque hay un precedente en la España
democrática. Cuando en los años 81-82 de producía la descomposición de la UCD,
minada por la actitud carroñera y electoralista de AP (cambiaron de siglas,
pero sigue igual), si el gobierno presentaba una ley que mejoraba lo anterior,
pero que a juicio del PSOE era insuficiente, este partido votaba en contra,
pero se ausentaban oportunamente un número de diputados que permitiese aprobar
la ley.
Y finalmente, dejemos
ya la hipocresía de con los de Bildu ni un café, pero si votan en contra,
genial. Y tan cierto, o no, que Bildu es heredero de ETA lo es que nuestras
derechas lo son del terrorismo franquista. Y ninguno de los dos, por igual,
condena sus raíces.
En la negociación
de la semana pasada, no cabe duda que el gobierno cometió errores. Pero no lo
fue en hecho de negociar con Bildu. Eso fue, y lo explicaré enseguida, un
acierto. El error fue la marcha atrás y adelante, la vacilación, sobre el tema
de la derogación de la reforma laboral impuesta sin negociación por el anterior
gobierno del PP. Y era fácil de explicar, pero hubo excesivos nervios y no se
acertó a explicarlo. Bastaba decir que la nueva legislación electoral que se
apruebe llevará, como todas las leyes, una disposición derogatoria que dirá:
quedan derogadas todas las normas de igual o menor rango que se opongan a la
presente. Sencillo.
Y vamos,
finalmente, con lo que considero un acierto del gobierno, aunque mal explicado.
No olvidemos que de lo que se trataba era de aprobar la prórroga del Estado de
Alarma que nuestros patrioteros de derecha ponían en peligro. Para su apoyo, o abstención,
ERC exigía compensaciones en el ámbito de sus aspiraciones como era la mesa de diálogo,
ya acordada, pero que por razones obvias debe ser aplazada.
Bildu no pidió
negociar la independencia, o un referéndum. Se negoció un tema de política
nacional, de política de Estado, con la que se puede estar de acuerdo o no, o
con matices, pero que es totalmente legítimo. Puede ser oportuno o no el
momento, pero, que tiene de malo?
Bienvenido Bildu a
la política.
Rafa Castillo.
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