viernes, 11 de noviembre de 2011

A pesar de las zancadillas, en el buen camino.

A estas horas empiezan a conocerse detalles del nuevo comunicado de la organización terrorista ETA. Repito, por si no está claro. No del Movimiento Vasco de Liberación como les llamó Aznar. Yo he dicho claramente organización terrorista.
La verdad es que guste o no guste, este hecho, la rendición de ETA se produce en el momento histórico que se produce. En los últimos estertores del gobierno de Zapatero, cuyo Ministro de Interior era Rubalcaba.
Claro que es políticamente correcto decir que la paz la alcanzamos entre todos. Sin duda. Todos íbamos en el mismo barco. Pero hay que tener en cuenta también que mientras unos eran esforzados remeros, otros eran pesadas rémoras.
En la historia cada hecho es consecuencia de su pasado. Y por eso la actitud del PNV fue fundamental, y nadie puede negarlo. Pero hilando más fino, seguro que la mayoría coincide en que la actitud y actuación de Ardanza, Atutxa, Josu Jon Imaz o Urcullu, fue más determinante que la de Garaikoetxea, Arzallus o Eguibar.
El penúltimo acto de esta larga tragedia fue sin duda la tregua del 2006. Esa tregua la rompió ETA, pero le sirvió para constatar que el Estado no cedía nada en política. Y así vieron que tras romper la tregua lo que se encontraron fue el Bambi de acero del que hablaba Alfonso Guerra.
Pero imaginemos que el gobierno socialista hubiese cedido a las (llamémoslas benévolamente) presiones del Partido Popular, su coro mediático y algunas asociaciones de víctimas manipuladas. ETA tendría la “justificación” de que el Estado no quería la paz y eso legitimaba su lucha armada.
Y si es políticamente correcto decir que el fin de ETA se debe a todos, también debe serlo que víctimas fuimos todos. Porque a diferencia de los asesinos al uso, lo que los etarras pretendían no era la concreta muerte de las víctimas, sino, atemorizar a toda la sociedad e imponernos a todos su voluntad.
Por eso, si todos hicimos la paz y nadie debe rentabilizarla, todos somos víctimas y nadie tiene derecho a imponer a esta sociedad su rencor. Las decisiones de Estado o de gobierno que procedan deben depender exclusivamente de los legítimos representantes de la sociedad.
Sin olvidar a las víctimas. Pero sin que ellas nos gobiernen.
Rafa Castillo.

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