En resumen, el cuento del traje nuevo del Emperador, de Hans Christian Andersen, nos habla de un rey al que engaña un sastre diciendo que le hará un traje que solo quien esté preparado para su trabajo podrá ver siendo invisible para los demás. Tras cobrar su precio, hace que le entrega un inexistente traje, pero el rey y todos los cortesanos dicen verlo para no desvelar su incapacidad, hasta que un niño chilla que el rey va desnudo.
Cada vez la gente, y sobre todo en la izquierda social, se siente más alejada de sus representantes. Pero, desgraciadamente, los políticos solo se informan por las encuestas y la prensa. Y esta tampoco les informa sobre la realidad más que de una forma sesgada en función de su editor.
Y lo más curioso se produce cuando al final de un acto, de una cena mitin por ejemplo, el militante de base tiene su minuto para tocar al dirigente e intercambiar unas palabras. Es entonces cuando ocurre lo contrario de lo que debería ocurrir. En lugar de ser el líder, quien aprovechase el contacto para preguntar a su compañero por el pulso de la calle que él, por su ocupación, no puede percibir, es el militante quien le pregunta como va la “cosa” para saber si esa leyenda urbana de las encuestas internas desmiente la unanimidad de las publicadas.
Y así es como todos vemos nítidamente el traje invisible del emperador desnudo.
Rafa Castillo.
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