En la entrada publicada en este mismo blog el día 23 de diciembre de 2020, https://rafacastillo2.blogspot.com/2020/12/cambio-climatico.html, ya señalaba que “hay que drenar el exceso de CO2 en la superficie, en forma de vegetación, y concretamente de árboles, que lo almacenan en su madera”. Pretendo ahora darle una vuelta a esta solución.
Porque la
superficie emergida de la tierra es más o menos la misma que había hace 65
millones de años, y por tanto ahora tiene que soportar la actual vegetación y
fauna y otro tanto equivalente derivado de la explotación del carbón y el
petróleo que permanecían enterrados. Hay, por tanto, que retirar de la
circulación, del ciclo del ecosistema, una parte relativamente importante de
los sumideros vivos de CO2 para que otros ocupen su lugar. Además,
los árboles por ejemplo, consumen más dióxido de carbono en las etapas de
crecimiento que cuando alcanzan la madurez.
Y la solución puede
estar en la construcción. Y especialmente en la rural.
En el último
siglo la construcción experimentó una gran evolución. De los suelos de madera a
los de baldosa. De la carpintería exterior en madera al aluminio o PVC. De las
vigas de madera en el medio rural, a las modernas estructuras de hormigón. O
sea, ahora que es cuando más CO2 emitimos, menos retiramos del
ciclo.
Es impensable que
las estructuras de las grandes construcciones urbanas se hagan en madera. Pero
si pueden ser de madera los suelos, los recubrimientos de las escaleras y las
carpinterías interior y exterior. E incluso los tabiques interiores. Todo ello
contribuiría además a un importante ahorro energético por la menor
conductividad calórica de la madera respecto tanto al aluminio como a la
baldosa y similares.
En cuanto a las
construcciones rurales, hay la opción de que sean íntegramente de madera. De la
estructura al exterior. La madera ignífuga, tratada, tiene larga duración,
resiste a las inclemencias del clima, y es el mejor aislante térmico. Y además
se integran perfectamente en el paisaje.
No se trata
simplemente de talar árboles porque eso no serviría de nada. La propuesta es
talarlos y reponerlos al momento. Y a ser posible con madera noble y autóctona.
Así retiraríamos carbono de forma permanente y nuevos árboles seguirían
drenando CO2.
Y otro elemento
importante a tener en cuenta. El ahorro en materiales como cemento o ladrillos
disminuye la necesidad de agredir a la naturaleza con más canteras y la emisión
de polvos en suspensión. El ahorro en metales como hierros y aluminios,
permitiría retrasar el agotamiento de esos recursos limitados.
Al final, menor
consumo energético, menos CO2 y menos contaminación. Para pensarlo.
Cuando tenía ya
preparado este artículo y en proceso de maduración antes de publicarlo, leo en
la prensa una noticia que me parece esperanzadora y digna de ser seguida. En el
lugar de Covo, parroquia de Eirexalba, en el ayuntamiento de O Incio, se
proyecta la construcción de 16 viviendas ecológicamente sostenibles, noticia ya
de por sí buena. Pero además esas casas serán de madera.
Esperemos que sea
un éxito.
Rafa Castillo.
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