lunes, 5 de septiembre de 2022

La construcción y el medio ambiente. Un buen ejemplo en O Incio.

 En la entrada publicada en este mismo blog el día 23 de diciembre de 2020, https://rafacastillo2.blogspot.com/2020/12/cambio-climatico.html, ya señalaba que “hay que drenar el exceso de CO2 en la superficie, en forma de vegetación, y concretamente de árboles, que lo almacenan en su madera”. Pretendo ahora darle una vuelta a esta solución.

Porque la superficie emergida de la tierra es más o menos la misma que había hace 65 millones de años, y por tanto ahora tiene que soportar la actual vegetación y fauna y otro tanto equivalente derivado de la explotación del carbón y el petróleo que permanecían enterrados. Hay, por tanto, que retirar de la circulación, del ciclo del ecosistema, una parte relativamente importante de los sumideros vivos de CO2 para que otros ocupen su lugar. Además, los árboles por ejemplo, consumen más dióxido de carbono en las etapas de crecimiento que cuando alcanzan la madurez.

Y la solución puede estar en la construcción. Y especialmente en la rural.

En el último siglo la construcción experimentó una gran evolución. De los suelos de madera a los de baldosa. De la carpintería exterior en madera al aluminio o PVC. De las vigas de madera en el medio rural, a las modernas estructuras de hormigón. O sea, ahora que es cuando más CO2 emitimos, menos retiramos del ciclo.

Es impensable que las estructuras de las grandes construcciones urbanas se hagan en madera. Pero si pueden ser de madera los suelos, los recubrimientos de las escaleras y las carpinterías interior y exterior. E incluso los tabiques interiores. Todo ello contribuiría además a un importante ahorro energético por la menor conductividad calórica de la madera respecto tanto al aluminio como a la baldosa y similares.

En cuanto a las construcciones rurales, hay la opción de que sean íntegramente de madera. De la estructura al exterior. La madera ignífuga, tratada, tiene larga duración, resiste a las inclemencias del clima, y es el mejor aislante térmico. Y además se integran perfectamente en el paisaje.

No se trata simplemente de talar árboles porque eso no serviría de nada. La propuesta es talarlos y reponerlos al momento. Y a ser posible con madera noble y autóctona. Así retiraríamos carbono de forma permanente y nuevos árboles seguirían drenando CO2.

Y otro elemento importante a tener en cuenta. El ahorro en materiales como cemento o ladrillos disminuye la necesidad de agredir a la naturaleza con más canteras y la emisión de polvos en suspensión. El ahorro en metales como hierros y aluminios, permitiría retrasar el agotamiento de esos recursos limitados.

Al final, menor consumo energético, menos CO2 y menos contaminación. Para pensarlo.

Cuando tenía ya preparado este artículo y en proceso de maduración antes de publicarlo, leo en la prensa una noticia que me parece esperanzadora y digna de ser seguida. En el lugar de Covo, parroquia de Eirexalba, en el ayuntamiento de O Incio, se proyecta la construcción de 16 viviendas ecológicamente sostenibles, noticia ya de por sí buena. Pero además esas casas serán de madera.

Esperemos que sea un éxito.

Rafa Castillo.

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