lunes, 23 de marzo de 2015

Análisis electoral.


Las elecciones andaluzas de este domingo dejan unos resultados que, sin ser extrapolables a nivel estatal, nos permiten avanzar por donde van las tendencias.
Sin duda la primera conclusión es que el PSOE ganó las elecciones superando las previsiones más optimistas de las encuestas. Este resultado, además de legitimar a Susana Díaz para gobernar en solitario, mantiene vivas las esperanzas socialistas de obtener un buen resultado en autonómicas y municipales, y de ser la primera fuerza en las generales.
La segunda es la derrota sin paliativos del PP. Derrota no achacable tanto al voluntarista y desconocido candidato, como a Rajoy y su gobierno que pasaron más tiempo en los mítines que en sus despachos. El partido popular ha roto su suelo electoral y este resultado puede ser un primer paso en una posible debacle a lo largo del año. Es difícil que pueda ganar las elecciones quien es irrelevante en comunidades tan importantes como Andalucía, Catalunya y Euskadi.
Luego está el caso de Podemos. No cabe duda de que irrumpen en el Parlamento Andaluz con fuerza. Pero no tanta como le daban las encuestas. Esto puede confirmar lo que muchos estudios de opinión apuntan en el sentido que han alcanzado su techo y comienzan a bajar lentamente sus expectativas. Además no han logrado uno de sus principales objetivos. Ocupar la posición de un PSOE hundido. Lo reconocía implícitamente ayer la candidata de Podemos con una media verdad, que suele ser mentira doble. Hemos logrado que PSOE y PP pierdan en conjunto 17 escaños. Cierto y falso. El PP perdió los 17. Los socialistas ninguno.
Quien si parece que viene para quedarse es Ciudadanos. Por primera vez la derecha sociológica del país encuentra una alternativa seria al PP. Un partido, tan de derechas como los populares, pero sin el pecado original del franquismo. Un partido sin caspa que puede convertirse en una nueva UCD que modere el extremismo del partido de Aznar y Rajoy. Atentos.
Queda finalmente la derrota sin paliativos de IU, auténtica víctima de la irrupción de Podemos. Quien debía ser el destinatario natural de los socialistas desencantados y establecer así un nuevo equilibrio en la izquierda española, se vio superado sin casi darse cuenta por un nuevo corredor con quien nadie contaba hace un año.
Y hablando de equilibrios. Con independencia de la autodefinición de cada partido (ni rojos ni azules, ni derecha ni izquierda) quienes votaron con pensamiento y sentimiento de izquierda incrementaron en ocho escaños su diferencia con quienes lo hicieron con ánimo de votar derecha, elevando esta a 27 diputados (68 a 41).
Veremos.
Rafa Castillo.

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