domingo, 10 de mayo de 2015

¿Un país ingobernable?

El tacticismo electoral que practican tanto los viejos como los nuevos partidos, que tras unas elecciones actúan en función de las siguientes, y la fragmentación del nuevo mapa político, amenazan con hacer ingobernables los ayuntamientos y comunidades del país, teniendo en cuenta el calendario electoral.
Lo que está ocurriendo en Andalucía es muy sintomático. Cuando Ciudadanos de Andalucía ya anunciaba su abstención en la segunda votación, llegó Albert Rivera y mando a parar. Decantarse antes del 24-M sería descubrir las cartas y posiblemente frenar su vertiginoso ascenso electoral. Y el pretexto fue dar una nueva vuelta de tuerca y pedir lo imposible. Imposible porque primero, nadie puede privar a Chaves o Griñán de su acta de diputado o senador porque es personal. El partido solo puede decidir no presentarlos en las próximas elecciones, pero no hacerlos dimitir.
Claro que se podría expulsarlos del partido y que pasen al grupo mixto. Pero si analizamos el tema fríamente, lejos de la actual vorágine, tendremos que concluir que, comparativa y objetivamente su nivel de imputación es aún débil. El instructor aún no se ha pronunciado después de sus declaraciones. Y sería prudente esperar ese pronunciamiento antes de tomar una medida definitiva. Y sin que esto suponga poner ni una uña en el fuego por ninguno de ellos. Claro que también podríamos fusilarlos al amanecer.
Pero, la derivada a futuros es el objeto de este análisis. ¿Mantendrá Ciudadanos su nivel de exigencia después del 24-M o la relajará? Porque, con los resultados que apuntan las encuestas electorales, la situación puede ser kafkiana. Por ejemplo, en Madrid y Valencia, capital y comunidad autónoma, se prevé una mayoría insuficiente del PP que solo se podría completar con el apoyo de Ciudadanos. La alternativa de que hubiese un gobierno alternativo se antoja inviable por su complejidad, el amplio espectro ideológico que implica y las tensas relaciones entre Ciudadanos y Podemos.
En estas circunstancias, y ante las elecciones generales de noviembre y las catalanas de septiembre, ¿permitirá Ciudadanos un gobierno del PP? ¿Exigirá, por ejemplo, la renuncia de Rita Barberá o de Esperanza Aguirre que a la sazón serán recientemente refrendadas, y, nos guste o no, políticamente legitimadas por las urnas?
¿Cuál es el punto de inflexión de la coherencia?
Rafa Castillo.

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