domingo, 8 de marzo de 2015

¿No será un tal Judas el que le enseñó a besar?

El partido popular se ha visto obligado a cambiar su candidato a la presidencia de la comunidad de Madrid. No podía competir, en efecto, teniendo como candidato a Ignacio González con personas de la talla de Ángel Gabilondo de PSOE o Luis García Montero de IU. No cabe duda de que por primera vez el PSOE ha hecho cambiar el paso a todos.
Pero la jugada del PP nos permite analizar la miseria humana en toda su crudeza. Ignacio González era la mano derecha de la lideresa y quien portaba su estandarte durante su corto período de ausencia de la arena política. El tándem que ambos formaban permitiría a Aguirre controlar la agrupación más importante del partido y mantener el pulso con Rajoy, y la esperanza de substituirle tras un eventual batacazo electoral.
Pero, igual que en el ajedrez, los peones están para ser sacrificados. A Rajoy le convenía la Espe como candidata. Si pierde, desaparece. Si gana, ganamos todos. Pero el tándem completo era muy fuerte y por eso no iba a permitirlo. Y el ultimátum fue: tú sí, pero sola.
Hagamos un poco de política ficción. Desde el PP nacional se promueve la caída de Ignacio González reviviendo el caso del ático. Él se defiende como gato panza arriba y busca apoyos en el partido de Madrid. Y logra un pronunciamiento de la cúpula encabezado por los vicepresidentes. Pero ella no está. Ella no firma. Es entonces cuando Rajoy la llama y le anuncia que va a designarla. O cuando Ignacio le dice que tira la toalla.
Y es entonces cuando lo besa. “Ignacio González tiene todo mi apoyo para ser candidato”. Igual que cuando el presidente de un equipo de fútbol confirma que no tiene pensado cambiar de entrenador. Garantiza que ya no estará en el siguiente encuentro.
Como diría Sabina, “lo nuestro duró…”
Rafa Castillo.

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