domingo, 22 de noviembre de 2020

Ideología en la escuela.

 

Las sucesivas leyes de educación tienen ideología? Pues sí, naturalmente. Hasta en el nombre. La LODE era la ley del Derecho a la educación, considerando esta como un derecho universal del que no se podía excluir a nadie, ni dejar atrás a nadie. La llamada ley Wert, era la ley de la calidad educativa en la que primaba la competitividad y el apoyo a los privilegiados caiga quien caiga.

Y está además como se interpreta ese derecho. Recuerdo una entrevista amigable que la periodista Isabel San Sebastián hizo a Ana Botella al poco de ganar Aznar las elecciones. “Es cierto que el PP pretende acabar con la enseñanza pública?” “Por supuesto que no. Queremos que los hijos de los pobres también puedan estudiar”. Y en el contexto de la disminución del número de nacimientos en la época, llegó a afirmar, “si en una localidad disminuye el número de alumnos, y hay un centro público y otro privado, no nos temblará la mano… en cerrar el público”.

Y ahí está una de las claves. Porque en todas las localidades hay un centro público, pero no en todas hay un privado. Ayuntamientos con 40, 60 u 80 niños en edad escolar tienen un centro público, pero ninguna entidad privada abrirá uno aunque cerrasen el público. Por qué? Porque no es rentable, simplemente. Y así el sistema público carga con los déficits y el privado se dedica a lo suyo, el negocio.

Y en esto no solo influyen las leyes sino también la gestión. La distribución de fondos entre la pública y la privada no es la misma con gobiernos del PP o de izquierdas. El aumentar, como hizo Aznar, la capacidad de aceptación de alumnos por los centros, o aumentar el peso de la nota curricular en el acceso a la universidad, no son posturas neutrales. Tampoco es casual que los alumnos con problemas de integración se concentren en la pública.

Tampoco es políticamente pacífica la cuestión de las clases de religión. Por delante que para mí la ley se queda corta. Yo la suprimiría y pondría en su lugar una historia de las religiones que descubra lo bueno y malo de cada una, incluyendo inquisición, cruzadas y guerras santas, y que propicie que los ciudadanos de distintas religiones, o ateos o agnósticos se entiendan mejor unos a otros.

Qué pretende nuestra derecha? Que sea una asignatura curricular con el mismo peso que las matemáticas o el castellano, y que además, los que no quieran tenerla, tengan la obligación de estudiar otra asignatura alternativa. Y no olvidemos que en la enseñanza de religión los alumnos aprenden que los católicos son mejores y superiores a los pobres ignorantes que no creen en Dios. Y a esto no le llaman adoctrinar.

Y en cambio sí llaman adoctrinar a asignaturas como la educación para la ciudadanía o la que se establece ahora. Asignaturas que lo que pretenden es aumentar el reconocimiento de las diversidades y fomentar una sociedad más libre, solidaria y respetuosa con los demás. Casi igual que la religión.

Luego está la enseñanza separada por sexos. Sinceramente, y porque la padecí, yo también la prohibiría. Pero en todo caso está bien que no sea subvencionable. No prepara a los alumnos para la convivencia y el respeto. Al contrario crea el caldo de cultivo para la misoginia y el establecimiento de roles diferentes por sexos. Seguramente la parte científica o económica se potenciará más en las clases de los chicos, y ya solo faltará que en las de chicas se ponga la asignatura “labores del hogar”. No les dejemos hacerlo.

Pues sí. Me gusta la ley Celaa.

Rafa Castillo.

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