domingo, 9 de enero de 2011

Memoria histórica en A Pobra do Brollón.



Intervención del alcalde de A Pobra do Brollón.
Antes de empezar y desde el máximo respeto a los símbolos e instituciones establecidos por la Constitución Española, quiero que por una vez en A Pobra do Brollón figuren, no una contra la otra, sino una junto a la otra la bandera constitucional de España y la bandera de la República Española como símbolo de reconciliación.
Tal y como reflejó el Pleno de fecha nueve de julio de dos mil diez tenemos pendiente un acto de homenaje a las víctimas y represaliados de la dictadura. Hoy saldrán la luz muchos hombres y mujeres que no existían, que no existían porque eran los vencidos, aquellos que fueron defensores del gobierno democrático de la República de 1931.
Los golpistas se hicieron con el poder político del país pero también con el poder de la historia. Anularon las víctimas y consiguieron algo peor, consiguieron que la sociedad tuviese la creencia de que todos los asesinados, paseados o que habían sufrido prisión, torturas o fueron desprovistos de su trabajo o patrimonio eran merecedores de ese castigo, lo pasará esto porque habían hecho algo.
A Pobra no fue una excepción. También aquí encontramos asesinados, represaliados, huidos, etc., es de destacar el caso de Antonio Reboiro, Alcalde en el año 1936.
Recuperar la historia y sobre todo contar la historia, hacer historia viva, es un reconocimiento justo y necesario, que llega demasiado tarde para muchos, esos hombres y mujeres que entregaron partes importantes de sus vidas, incluso su vida por la defensa de la libertad civil y del régimen democrático.
(Francia, Premio Nóbel literatura en el año 1957). ALBERT CAMUS decía:
No estoy con quien hace la historia, sino al servicio de quien la padece.
Este gobierno municipal subscribe esta frase, trabajaremos por esta causa y apoyaremos cualquier iniciativa que pueda surgir desde cualquier agrupación.
En este sentido la iniciativa se debe la Rafael Castillo Reboiro, persona que en el seno de cuya familia sufrieron represalias, acoso, e incluso alguna muerte, por tanto, a él hoy le corresponde hacer ese discurso que va a servir de homenaje a todos esos hombres y mujeres que como dije el principio de mis palabras no EXISTÍAN, hoy después de este homenaje estarán mas presente en el sentimiento y en la consideración de esta sociedad DEMOCRÁTICA.

Respuesta del representante de las familias:
Me permitiréis que, sin ser elegido para esto por nadie, me constituya hoy en portavoz de las familias aquí presentes para darle respuesta al alcalde y agradecerle, a él y a los grupos nacionalista y socialista que gobiernan este ayuntamiento el apoyo recibido y que este acto poda celebrarse.
Bueno. Antes de entrar en materia, quiero, porque me lo pidieron, contaros una anécdota que nos servirá un poco para relajar la natural tensión de un día como el de hoy. Y que ilustra de alguna forma la barbarie de aquellos momentos.
En Santalla, que era tierra roja como sabéis, hubo en la represión un muerto más que los fallecidos que se citan. Uno fusilado por el que el ayuntamiento no dará un diploma recordatorio, que no figura en los archivos, ni se reflejará en los libros de historia. Se llamaba Negrín. Fue fusilado por delatar a los falangistas cuando venían a hacer las redadas. Gracias a él los huidos tenían tiempo para esconderse, y una niña de 4 años, mi madre, ocultaba tras las faldas de su abuela sus zapatillas porque eran rojas y aquellos hombres vestidos de azul venían a buscar los rojos. Tenía para eso un buen olfato el pobre Negrín. El fusilado era el perro de la Teresa y el Emilio.
Pasaron 35 años entre el fin de la guerra y la muerte del dictador. Y tuvieron que pasar otros 35 entre esa muerte y un día como hoy. Pero hoy es un día histórico en A Pobra do Brollón. Es el día en que se da cumplimiento a la Ley de la Memoria Histórica y al acuerdo del ayuntamiento. Hoy estamos reunidos aquí muchos familiares de los represaliados del fascismo. Nos acompañan los miembros de la corporación que nos representa y diputados de diversos niveles institucionales. Y nos acompañan ciudadanos de a pie. Antes de nada dar las gracias a todos por su presencia.
Hoy es el día de, como dice el himno gallego, los buenos y generosos. Hoy es el día de los buenos vecinos de A Pobra do Brollón que defendieron la legalidad constitucional de la República contra los golpistas con la generosidad de dar en eso su vida, su libertad y su sufrimiento. Y es el día, también, de nuestra generosidad para recordar a nuestras víctimas olvidando a sus verdugos.
Porque hoy es un día para el recuerdo y para el olvido. Para el recuerdo de nuestros padres o abuelos que como buenos Guímaros fueron en A Pobra do Brollón auténticos héroes en defensa de nuestra libertad. El recuerdo de que ellos, y muchos de vosotros, sufristeis por causa de la barbarie de los falsos salvadores de la patria que lo que realmente querían era imponernos su patria de intereses, de doble moral, y paticorta de ideas. Y es un día para el olvido. Para el olvido de los culpables individuales condenados al ostracismo por una sociedad que mira hacia delante, encarando su futuro, con sus problemas, pero para afrontarlos, no esperando que venga otro salvador a solucionarlos por nosotros.
Y, como quiero olvidar, no quiero que nadie me diga nunca quién fue el culpable directo o indirecto de la muerte de mi abuelo o cualquiera de sus compañeros. No me importa. No quiero saberlo. Me basta, nos basta, con recordar la historia. Con contársela a nuestros jóvenes, presente y futuro para que no se repita. Pero ya sin odio. Si acaso, con el desprecio del olvido.
Hoy es el día, no de abrir viejas heridas, sino de cerrar tumbas para que las heridas que tienen aun los corazones de muchos de los presentes puedan cicatrizar en paz. A veces, cuando critican iniciativas, acuerdos y actos como estos, no se percatan de que hay aquí muchas personas que nunca tuvieron una tumba ante la que llorar o donde depositar unas flores. Y lo único que siento es haber tenido que esperar tanto y no llegar a tiempo para que vivieran este día con nosotros muchos familiares ya fallecidos.
Hoy, es el día de restablecer la verdad y, por ejemplo, proclamar una vez más, por si aun quedan dudas, que en A Pobra do Brollón no ardieron nunca las iglesias. Que no hubo bandidos ni terroristas más que los golpistas que impusieron un régimen de terror.
Pero hoy, junto a las inevitables lágrimas por el recuerdo de nuestros familiares, es un día de alegría por saber que su sacrificio no fue inútil, ya que su recuerdo nos hizo recuperar y valorar nuestra libertad por la que ellos derramaron su sangre.
Es el día en el que aquellos leales a nuestro país y a la libertad ganan al fin la última batalla. Ganan la batalla de la historia. Porque hoy es el día en que se proclama en voz alta y con orgullo la verdad. Que no es cierto el que decían las sentencias de los que sufrieron aquellos seudo juicios en los que los condenaban por traidores y rebelión militar. Los nuestros eran los defensores de la legalidad constitucional y de la libertad. Los nuestros eran los que cumplían el mandato que los electores les dieran. Los traidores, iba a decir a los rebeldes pero esa es una palabra demasiado noble, los que asaltaron la legalidad, fueron, los fascistas.
Y en efecto. Ganan hoy esta batalla, y con ellos ganamos la guerra. Pero no la guerra que los golpistas querían. No la guerra de los Franco, Musolini o Hitler. Ganamos y hoy es el día de la victoria de los Nelson Mandela, los Martín Luter King o los Mathama Gandi.
Hoy recordamos y honramos a los asesinados, a sus viudas o viudos, a sus huérfanos, que tras sufrir tan importante pérdida se vieron condenados a una vida difícil en un territorio comanche, en una sociedad hostil. Recordamos y honramos a los detenidos, encarcelados y represaliados, a los que tuvieron que huir, a los que sufrieron palizas y controles, a los que fueron señalados por el dedo inquisidor. Honramos y resarcimos moralmente tantas víctimas, a sus familiares ya fallecidos y a los que aun viven, qué sufrieron la humillación de tener que callar cuando alguien se refería a sus parientes de forma despectiva e injuriosa.
Hoy es el día de imaginar con Jhon Lennon que no hay países, religiones o riquezas por las que pague la pena luchar. Nadie por quien matar o morir. Sólo la gente viviendo la vida en paz.
Hoy es también el día de conjurarnos como pueblo en la defensa de la convivencia y la libertad. Exigiéndoselo a nuestros políticos y representantes y dándoles nuestro aliento y apoyo. Para que nunca más se vuelva a vivir aquel horror.
Hoy es el día en que tenemos que saber que nuestros parientes no murieron. Porque sólo mueren los miserables. Los grandes, los buenos y generosos, no mueren. Sobreviven siempre en el corazón de sus familias y desde hoy en la memoria colectiva de este pueblo.

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