lunes, 3 de diciembre de 2012

Relación incestuosa.

Ante el público pelean, discuten y se amenazan, hasta el punto de hacer que el respetable tenga que tomar partido por unos u otros, enfrentándose hasta a sus amigos de una manera absurda. Pero luego en la sombra, bajo el edredón, llegan al acuerdo en aquello que más les interesa. Ahí olvidan sus diferencias y se entregan al más incestuoso sexo. Lo más asqueroso.
CiU y PP, PP y CiU, tanto monta monta tanto, como los reyes que nos unieron, llevan su ultranacionalismo, de un punto inestable y que por supuesto hay que reformular, a una guerra total que crispa a ambas sociedades, y oculta ante las elecciones la gravedad de una crisis económica, que ninguno sabe solucionar y en cuya sima nos hunden entre ambos cómplices de una ideología ultraliberal.
Así, lo que era una discrepancia, un problema de comprensión y adaptación mutuas, algo que negociar y arreglar, pasa a ser, por obra y gracia de Más y Rajoy, (vaya gracia) un gran problema de Estado en el que nos llevan a posturas irreconciliables a todos los ciudadanos.
Irreconciliables para nosotros, claro. Porque mientras de forma irresponsable se tiran los trastos a la cabeza ante nuestra mirada estupefacta, como si no hubiese problemas comunes, más urgentes, o al menos tanto, de resolver, pactan a oscuras, y después de las elecciones, por supuesto, una gran ignominia.
Hemos sabido ahora, después de las elecciones catalanas, que CiU pactó con el gobierno del PP el insultante indulto de cuatro salvajes mossos d’esquadra que, en lugar de estar como correspondería al servicio de los ciudadanos que les pagan y les encomiendan su misión, ejecutan fielmente las órdenes que las extremas derechas de Catalunya y España, CiU y PP, dan para garantizar que los ciudadanos, privados de todos sus derechos, tampoco tengan el de protestar.
Y así, los gobernantes cuyas bocas pestilentes se llenan con las palabras ley y justicia, prostituyen la Ley, la Justicia, la Constitución, el Estado de Derecho y la propia institución del indulto, que se justifica en motivos humanitarios y de reinserción del condenado, y no en esta felonía de dejar sin condena una actuación tan grave e indecente.
Nos dirán que en Cuba o Venezuela, en Malí o en Libia, en Corea o en Irán, no se respetan los derechos humanos. Y será o no, no lo voy a discutir. Pero, ¿los respetan ellos?.

Rafa Castillo.

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