jueves, 6 de diciembre de 2012

¡Que parezca una crisis!

Este día de la constitución nos encuentra divididos entre quien quiere desmarcarse de ella, quien quiere su reforma en mayor o menor medida, y quien, envuelto en una bandera como habitualmente, la declara inamovible, como inamovible era el Movimiento del que provienen.
Y sin embargo es otra mentira más, como en ellos es habitual. No quieren una reforma, que habría de ser consensuada para hacer la que quieren con su mayoría. Y no hablo a futuros, hablo de ahora mismo.
Decía el Conde de Romanones, dejad que ellos hagan las leyes, que yo haré los reglamentos. Y de esa manera nuestros populares van haciendo la reforma constitucional que desean sin tocar una coma de la Carta Magna. Veamos algún caso.
Dice el punto primero de la Constitución: “1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.” Pues de toda la frase ya solo se salva que España es un Estado.
El estado social va desapareciendo inexorablemente con cada reforma y cada recorte. Cuando se pone el resultado económico de un servicio antes del propio servicio. Cuando se cuidan los mercados y se deja a su suerte a las personas.
Democrático sigue siéndolo formalmente, pero, ¿se puede considerar democrático un gobierno que no cumple ni un ápice de su programa, y llega al poder y gobierna desde la absoluta mentira, manipulando burdamente los medios públicos de comunicación a su servicio? Llegue con ver que han logrado que todos los sectores sociales, asociaciones y sindicatos, conservadores o progresistas se pongan de acuerdo.
Para ver si es de derecho, basta un nombre: Gallardón. Si mala era una justicia lenta, peor es una justicia cara que no puedan utilizar la mayoría de las personas. Naturalmente así será más rápida, pero solo para quien pueda pagarla.
Los valores de libertad, justicia, igualdad y pluralismo político se van esfumando junto a las definiciones anteriores.
En cambio, del segundo punto del mismo artículo, ya no queda nada: “2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Todos sabemos hoy que la soberanía reside en los mercados de donde emanan los poderes títeres de los gobiernos. Parafraseando la conocida expresión del despotismo ilustrado, todo para el capital, pero sin el pueblo.
Y así podríamos ir analizando artículo a artículo desde los declarativos de derechos a los demás de carácter programático. Y el medio que emplean es muy sencillo. No suprimen ningún derecho reconocido. Los vacían de contenido o los alejan del alcance del común de los ciudadanos. No privatizan el servicio, privatizan la gestión y en aras al equilibrio económico dejan que el servicio vaya desapareciendo.
Y ahí tenemos su reforma constitucional encubierta. Sin necesidad de consensos ni de votaciones. Sin debate, sin referéndum. Sin siquiera decirlo. Así, por la vía de hecho ellos solos y a espalda del pueblo.
¡Que parezca una crisis!

Rafa Castillo.

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