sábado, 27 de abril de 2019

Soluciones transversales.

Muchos de los problemas que se plantean a nuestra sociedad no pueden encontrar soluciones individualizadas para cada uno de ellos sino soluciones que teniendo en cuenta la compleja situación, les den una respuesta transversal.
Pongamos un ejemplo. El paro juvenil. La solución no puede ser incentivar la contratación de jóvenes mediante subvenciones o beneficios fiscales. Suponen un gasto para el Estado y no incrementa ni el empleo ni la riqueza (PIB) del país. Simplemente reemplaza un trabajador mayor, que se va al paro, por uno joven. La solución es crear empleo, así, sin más, porque habiendo más empleo lo habrá para jóvenes y mayores, para varones y mujeres.
El primer paso es la educación. Una educación que sobre todo en las formaciones profesionales, técnicas y científicas, y con visión de futuro, prepare a esos jóvenes no solo para dominar la tecnología actual sino también para intuir y construir las tecnologías del futuro en esta sociedad en constantes y vertiginosos cambios tecnológicos y científicos.
Propongo suprimir las subvenciones? No, en absoluto. Propongo que cumplan su verdadero fin. Orientar e incentivar las líneas de producción que interesan a la sociedad. Reforzar los campos de inversión emergentes y por tanto deficitarios. Si subvencionamos la contratación de jóvenes, en el sector de la construcción, por ejemplo, despedirán mayores, contratarán jóvenes y aumentará el beneficio de las grandes constructoras. Lo mismo en la hostelería… y no olvidemos en este campo un aspecto transversal de discriminación. Despedirán camareras “viejas y feas” para contratar a “jóvenes y atractivas”. Entiéndase el tono irónico.
Pero interesa a nuestro país volver a la noria de fiar el crecimiento a la construcción y a la hostelería? Tengo claro que no. Es bueno que la construcción y la hostelería crezcan, pero no que sean el motor del crecimiento. Tienen que crecer a consecuencia del crecimiento y de la riqueza creada por otros sectores productivos. Y me refiero, claro está, la sector primario y al industrial. Y ahí enlazamos con otros desafíos.
La España vacía. No se va a llenar poniendo médicos y maestros en cada pueblo, sino creando un sistema productivo que haga que los pueblos recuperen población y haga que tener médicos y maestros tenga sentido. Hay pues que llenar los pueblos de polígonos industriales? Por supuesto que no. Lo que hay que hacer es volver a la agricultura, y especialmente, a la ganadería extensivas que crean empleo y contribuyen a la mejora del medio ambiente.
Obviamente España es muy diversa y no se puede dar la misma solución en la Andalucía de los latifundios que a la Galicia del minifundio extremo. Y permítaseme, porque es el que mejor conozco, un breve análisis de la situación de Galicia.
En los 70, dentro de la política del desarrollismo, se produjo un intenso cambio en el rural gallego que hoy se ve claramente que fue para peor. Se substituyeron árboles autóctonos, que alimentaban cerdos y a cuyo pie se criaban rebaños de cabras u ovejas, por pinos y eucaliptos. Y se cambiaron las vacas autóctonas, alimentadas de pasto y forraje de producción propia, por vacas productoras de leche en base a piensos.
El problema de la leche ya lo vimos en los 80. No se puede producir leche en cualquier sitio ya que el transporte encarece el producto y eso hace que se pague menos al productor. Y hubo un inmenso error por parte de la Xunta. Es cierto que las explotaciones existentes eran de supervivencia, no rentables. Pero en lugar de apostar por explotaciones de sobre 20 cabezas con base territorial y orientadas a la producción de carne de calidad, se hizo por grandes explotaciones lácteas alimentadas por pienso mientras las fértiles tierras de cultivo eran invadidas por más pinos, cuando no simplemente maleza. Primera consecuencia? Más incendios forestales.
Y así, en un pueblo en el que podía haber 4 o 5 explotaciones rentables en base al cultivo de hierba y forraje hay una sola láctea peleando por cada céntimo del precio de la leche. Y claro, cinco explotaciones mantienen más gente que una. No estará ahí el problema?
La solución no es fácil, pero queda ahí apuntada. Invertir en recuperar cultivos, promover la concentración parcelaria y hacer valer la función social de la propiedad, y mejorar las infraestructuras. Así regresará la gente al campo o vendrán otros nuevos, lo que puede ser una salida para la inmigración.
Y vamos ahora con el industrial. Y aquí nos encontramos de nuevo con la transversalidad. Ya hemos visto la importancia que en esto tiene el sistema educativo. Además, una apuesta clara en I+D+i puede transformar un problema, el medio ambiente, en un nicho de empleo, particularmente para los jóvenes, más preparados en nuevas tecnologías. La necesaria evolución del sector del automóvil hacia combustibles menos agresivos con el medio ambiente, y la substitución de las fuentes de energía contaminantes por fuentes limpias, puede ser causa de creación de empleo y poner a nuestro país en la cabeza de una nueva revolución industrial.
Y en todo caso esto exige una política activa por parte del Estado. Una política de subvenciones y/o beneficios fiscales, no indiscriminada, sino orientada a incentivar aquellos sectores, en principio deficitarios, pero estratégicos en la defensa del medio ambiente, de un crecimiento económico sostenible y de mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. Y, además, creando empleo de calidad.
Rafa Castillo.

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