sábado, 13 de abril de 2019

La falacia de bajar impuestos.


Las tres derechas que padecemos compiten a cual nos oferta la mayor bajada de impuestos. Y esta es una cantinela que siempre alegra los oídos del votante. Pero ojo, analicemos si de verdad nos conviene. No siempre lo más agradable es lo mejor, y muchas veces es más conveniente una intervención quirúrgica que los paños calientes.
Observemos con detalle en primer lugar el paquete que nos ofrecen. Reducir el tipo máximo marginal del IRPF, reducir el impuesto de sociedades, suprimir el impuesto sobre el patrimonio, el de sucesiones y el de actos jurídicos documentados.
Es decir, reducirán los impuestos a los beneficios del capital, pero no a los del trabajo. Porque la reducción del tipo marginal del IRPFsolo beneficia a las rentas más altas, pero no a las de los trabajadores y clases medias, excepto, tal vez, al nivel más alto de estas.
Justifican la supresión del impuesto de sucesiones diciendo que nos hace pagar por lo que ya pagaron nuestros padres. Y es cierto, pero analicemos la naturaleza de este impuesto. Para empezar tengamos en cuenta que, dependiendo de las comunidades autónomas, un tramo de la herencia (entre cuatrocientos mil y un millón de euros por cada progenitor) ya está exenta. Luego la supresión propuesta solo beneficia, una vez más, a las herencias más altas.
Pero el objeto de este impuesto es realmente reequilibrar (por desgracia escasamente) el punto de partida de cada ciudadano. Dicho de forma clara, disminuir las diferencias entre quien nace rico y quien nace pobre. No habría, por el contrario, que elevar dicho impuesto de forma progresiva para las herencias más altas?
En conjunto, que consecuencia tiene esa reducción de impuestos? Que quien más tiene pague menos y en consecuencia el Estado tenga menos ingresos. Y eso solo tiene dos soluciones. O aumentar el déficit, cosa que no quieren y además sería malo, o recortar el estado de bienestar, las prestaciones que recibimos los ciudadanos.
Esto implica recortes en la sanidad, la educación y la dependencia por ejemplo y reducción de las pensiones. Lo que nos obligará a acudir al sector privado con el correspondiente pago. Es decir. Lo que las clases altas ahorran en impuestos lo pagaremos los trabajadores y clases medias por servicios del sector privado. Genial.
Y si no recortan mucho los servicios aumentarán las tasas con el conocido copago. Hagamos una cuenta rápida. Un 1% de reducción en el IRPF supone 10€ para el que gana mil y 1.000€ para el que gana cien mil. Si los copagos a que tenga que atender (sanidad y medicamentos, colegios…) son 100€ para cada uno, adivinad cual pierde 90€ y cual gana 900…
Por el contrario, lo que hace falta es una auténtica y decidida reforma fiscal acorde con lo que la Constitución llama Estado Social y con el fin social de la propiedad que establece.
Una reforma que haga más progresivo el impuesto sobre la renta. Elevando los mínimos exentos, para beneficiar las rentas más bajas, y aumentando los tipos diferenciales más altos, para que quien más tenga contribuya más.
Una reforma que haga más progresivo el IVA. También este impuesto puede serlo. Volviendo al tipo superreducido los productos de primera necesidad y estableciendo un tipo más elevado para aquellos productos que puedan considerarse de lujo. Un choche puede ser una necesidad, un Ferrari, no.
Una reforma que, eso si, reduzca las tasas por los servicios básicos y de primera necesidad.
Una reforma que tenga en cuenta que no podemos conformarnos con el Estado de Bienestar que tenemos, sino que debe crecer. Mejores prestaciones a los dependientes, mejor material escolar (informático…) para los estudiantes. Nuevos equipos avanzados y más y mejores pruebas en sanidad.
En definitiva, lo contrario de lo que nos ofrecen los del trifachito.
Rafa Castillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario