Un golpe de estado tiene por objeto desplazar del poder a las personas que lo ocupan para colocar otras del interés de los golpistas al margen de los procedimientos legales establecidos para la sucesión.
Pero en las sociedades modernas las relaciones de poder han evolucionado hasta el punto de multiplicarse en número los poderes. Así hoy se reconoce el poder de internet o el de la prensa, conocido ya hace tiempo como el cuarto poder.
Pero el más importante para la sociedad es el ejercicio de la información, elemento clave y fundamental para que los ciudadanos ejerzan su poder con conocimiento a la hora de designar a sus representantes democráticos. Este ejercicio libre y consciente sería imposible sin la existencia de una prensa libre e independiente o al menos libre, plural y contrapuesta.
Desde siempre el poder político quiso disponer, con mayor o menor intensidad, de los medios públicos para manejarlos a su antojo. No todo el mundo lo hizo o hace con la misma intensidad y descaro, y hay que señalar que, casos como Telemadrid, la TV-7 valenciana, la Telegaita de Fraga o la TVE de Aznar, llegaron a la obscenidad.
Pues bien. Hubo un gobernante que renunció a tal potestad y abuso. El Presidente Zapatero, a quien seguramente tendremos que reprochar muchas cosas, pero reconocerle muchas más, estableció un nuevo Estatuto para TVE renunciando a la elección por mayoría del Parlamento a su director general y estableciendo una mayoría cualificada que exigía el consenso parlamentario y por tanto la independencia de la institución.
Rogamos permanezcan atentos a sus pantallas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario