Hagamos política ficción. Todo empezó con un anuncio que decía, con otras palabras, “estamos en venta”. Ese era el mensaje oculto de los dos diputados de UPN cuando anunciaron urbi et orbi que estaban en contra de la Reforma Laboral, pero votarían a favor por disciplina de partido. Y contrasta la promiscuidad de sus declaraciones previas a la sesión parlamentaria con el vergonzoso y elocuente silencio en el Parlamento.
Las cuentas estaban
echadas. El cambio de estos dos votos garantizaba tirar la Reforma Laboral por
174 a favor y 175 en contra. Pero no podía ponerse en peligro la operación. Y en
estas tácticas tienen reconocida experiencia después de la recordada votación
que frustró la elección de Rafa Simancas. Los de UPN seguían anunciando su voto
favorable. De los otros, los que estaban en el ajo, mantenían cara de póker. Sabían
que a la menor sospecha algún grupo de la investidura podría cambiar su voto.
Un inciso para una
consideración de moral política. Los votos batasunos, golpi-independentistas de
los enemigos de España no son legítimos cuando van a favor del Gobierno, pero
se acogen con entusiasmo y sin rubor cuando van en contra? Y otra cuestión para
la reflexión. Cómo pueden sumarse contra una Ley los votos de quienes
consideran que es poco cambio y los que consideran que es mucho?
Volvamos al tema. Tan
segura tenían su victoria los siameses PP-VOX, que cuando por error la
Presidenta del Congreso anunció la no convalidación del Decreto Ley, estallaron
en aplausos. Y aquí se esconde otra mentira. Nuestras ultraderechas, pese a lo
que luego dijeron, no sabían del error de voto de su diputado cacereño. Si no,
sabrían que las cuentas no les salían. Pero esto les servía para embarrar el
panorama político aunque eso ponga en riesgo el propio sistema democrático. Y para
ocultar la compra de votos.
Al comprobar, después
de la votación, el sentido del voto de su diputado, dijeron al principio que
era un error suyo. Luego alguien debió de leer el Reglamento y cambiaron la
versión a un error informático. Sería posible? A salvo de la opinión más
fundada de algún experto, me parece imposible.
Incluso, llegaron a
decir que el diputado llegó al Congreso y no lo dejaron entrar al Hemiciclo. Sería
verosímil ya que empezadas las votaciones no está permitida la entrada y salida
del mismo. Pero tampoco me lo creo. Si realmente el diputado errado estaba en
el Congreso o sus inmediaciones, no encontró a mano un periodista que
certificara su presencia? Sí sintió perturbados sus derechos, no pudo acercarse
al registro a formalizar una queja?
Sabremos pronto el
precio? Atentos!
Rafa Castillo.
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